INTRODUCCIÓN
El 26 de mayo de 1969 se firmó en Bogotá el Acuerdo de Cartagena con el objetivo básico de todo proceso de integración: el desarrollo económico. En el texto del Tratado, se explicaron en detalle, los diversos instrumentos para alcanzar esa meta, pero transcurridos cinco lustros el Pacto Subregional penetró en una fase crítica.
La
crisis bolivariana se sintetiza en las dificultades encontradas en sus
mecanismos- liberación, aranceles, programación-, para el cumplimiento de sus
propósitos. Las opiniones siguen divididas y hasta los grupos económicos piden
cambios en el proceso comunitario.
Ha
sido aceptado por la mayoría de los analistas que el Grupo Andino vió la luz en
una etapa productiva diferente a los años 90. En ese entonces se presagiaban
logros optimistas y ponderaba la alianza para el progreso por sus innovaciones
técnicas y la filosofía de sus préstamos. Además, durante los primeros años se
registró un interesante crecimiento del comercio intrasubregional bajo la égida
del programa de liberación y en concordancia con los mecanismos propios del Pacto
de Cartagena, GRAN. La adhesión de Venezuela,
el retiro de Chile, la Decisión 24, fueron candentes puntos de discusión que
abarcaron, por su naturaleza, toda la subregión y generaron serios debates con
la puesta en marcha de las resoluciones andinas en los cinco países. Pero,
simultáneamente, la integración desempeñó un papel trascendental en los planes
de desarrollo nacionales.
Surgieron
defensores y críticos motivados por la situación que se vivía en cada nación y
los resultados prácticos que el proceso mostró. La crisis política de la subregión
y los riesgos económicos que implicaba aplazaron la puesta en marcha de la
integración. Como si fuera poco, el Grupo Andino no fue una isla ajena a las
repercusiones de la depresión económica del mundo industrializado, así que sus
países miembros unificaron posiciones en
un coro trágico que demandó la abolición del GRAN o su reemplazo por otro tipo
de organismo subregional.
Por
fortuna, la desaparición del Pacto Andino no cautivó el interés general, pero
se optó por proponer la suscripción de simples acuerdos bilaterales para vivir
una integración realista y de paso dejar indefinidamente aplazados sus
proyectos. Los partidarios de tal solución concluyen que el GRAN fracasó, que
fue sólo una utopía y que no existía causa mejor que la ALADI, que tampoco se
implementó de manera eficiente. En cambio se abrió paso la estrategia del
bilateralismo que por su desarrollo genera entre otros los siguientes
interrogantes:
¿Es
una ilusión pensar en programas sectoriales que coadyuven al desarrollo
industrial del área, mediante procesos de especialización, incremento de
productividad y aprovechamiento de recursos?
¿Es
utópico creer que el plan de liberación proporcione a los diversos países
mayores posibilidades de comercio, más aún en situaciones, cuando las
restricciones aumentan cada día, a pesar del GATT y la UNCTAD?
¿Es
incoherente un arancel externo común como instrumento de salvaguardia a la
industria de la subregión, en una coyuntura con fuerte tendencia hacia el
proteccionismo de los países con los que más intensamente comercializamos?
¿Presentar
un frente común en el terreno internacional es estéril, aún cuando tal acción
implique obtener un verdadero poder de
negociación?
Si
las respuestas a estos interrogantes son positivas, es decir, si la
programación sectorial es ilusoria, la liberación comercial utópica y la
negociación conjunta internacional del todo inútil, entonces no hay otro más
remedio que olvidarnos de la multilateralidad y dedicarnos a los
"acuerdos bilaterales".
Si
las respuestas son negativas o de duda,
la integración sigue al orden del día porque no hay procesos estáticos y el Grupo
Andino debe adaptarse en forma rápida a los condicionamientos de las relaciones
económicas universales. De la ortodoxia planificadora y antiimperialista, se
entra en la onda de un modelo abierto, pragmático, basado en la lógica del
mercado. La flexibilidad del acuerdo subregional permite a sus miembros
negociar autónomamente su inserción en esquema de unión con terceros países o
bloques como es el caso de Venezuela y Colombia con México, y Bolivia en el
Mercosur. Por tanto, el GRAN es competitivo y no defensivo.
No
es que el pacto subregional haya fracasado, ni que sus mecanismos perdieran
validez; existen tropiezos por los vaivenes de las economías en vía de desarrollo,
pero el Acuerdo de Cartagena sigue
incólume, como sí cinco lustros (1969-1994) no hubiesen debilitado su
cimentación.
Por
el futuro la integración es preciso que los gobiernos y sus representantes, y
con mayor compromiso los funcionarios dedicados a trabajar por el Grupo Andino
en cada país y en la propia JUNAC, tomen conciencia la necesidad recuperar el Acuerdo
de Cartagena, para adaptarlo a una nueva
realidad de solidaria regional.
Tanto
los objetivos del GRAN, cómo sus mecanismos siguen siendo válidos y ello
implica que necesitan ser reacondicionados en su funcionamiento práctico, para
que el Pacto Andino beneficie directamente a cada país miembro. Este
planteamiento parte de una premisa ineludible: la renegociación del Acuerdo de
Cartagena es una visión que traspasa fronteras y exalta las vocaciones geopolíticas naturales en América latina.
PRIMERA
PARTE
PASADO
CAPITULO 1
ANTECEDENTES HISTÓRICOS
DEL PACTO
Desde tiempos remotos ha existido el
antagonismo entre poderosos y débiles. El problema nunca ha terminado y cada
día toma perfiles nuevos. La hegemonía de unos sobre otros ha sido constante de
la Humanidad, y América Latina no escapa a este axioma.
El teórico del capitalismo económico, Adam Smith, constataba que el
descubrimiento de América significó demasiado para la estructura imperante:
“Elevó el sistema mercantil a un grado de esplendor y gloria que de otro modo
no se hubiera alcanzado jamás”. Lo que Sergio
Bagú confirma en su obra “Economía de la sociedad colonial. Ensayo de
historia comparada de América Latina”, que expresa:
…el
más formidable motor de acumulación
mercantil europeo fue la esclavitud americana; a su vez ese capital resultó “
la primera piedra fundamental sobre la cual se construyó el gigantesco capital
industrial de los tiempos contemporáneos. La resurrección de la esclavitud
grecorromana en el nuevo mundo tuvo propiedades milagrosas: multiplicó las
naves, fábricas y bancos, que hicieron
que Europa construyera el capitalismo comercial a través de la plata de potosí
en Bolivia, la de México en Guadalajara y Zacatecas, de la producción de oro
que desde Colombia y México llegaba a la
metrópoli por Cádiz, metrópoli intermedia del tráfico, cuyo fin y pagar las
deudas de lujosos imperios (España y Portugal) y de guerras sin cuento, el
entregar a Holanda e Inglaterra la dignidad del comercio de carne humana, las
que atizando y presionando a España y Portugal como necesarios instrumentos de
“comercio libre”, cuando estas colonias se independizaron del “comercio ilegal
de contrabando y piratería”, cuando todavía no habían firmado los respectivos
tratados con el imperio portugués, o el caso de Francia con su rey Sol Luis XIV,
no había comprometido al rey de España en la mitad de las ganancias de la
compañía de Guinea, formada en 1701 para el tráfico esclavo hacia América,
teniendo Colbert, su ministro, sobrada razón como artífice de la
industrialización francesa al postular que la trata de negros era “recomendable
para el progreso de la marina mercante nacional” (1).
Contra
esta tradición irrumpe Bolívar, el antiesclavista por antonomasia, el antiliberal
económico que busca la protección de la industria artesanal naciente para
hacerle frente al libertinaje del comercio inglés, francés y holandés.
La
idea Bolivariana de preservar la producción artesanal autóctona desbarata a sus
lugartenientes, pero se adopta la pauta del librecambismo, inicialmente inglés
y después norteamericano, fundamentado en la esclavitud, que posteriormente
seria la causa esencial de la Guerra de Secesión en Estados Unidos de América.
Si
se realiza un parangón entre Jefferson y
Bolívar se corresponden en el pensamiento de la democracia revolucionaria rousseauniana
popular. Ambos buscan y actúan sobre la base de la igualdad social y la defensa
de los derechos del hombre; es la reivindicación de la soberanía americana
frente al sombrío panorama del coloniaje hispano-portugués.
________________________________
(1) BAGU, Sergio Economía de la sociedad
colonial. Ensayo de historia comparada de América Latina. 1949.
Oro,
plata y nitrato de las salitreras chilenas para abonar las estériles y agotadas
tierras europeas; guano peruano, cacao venezolano, frutas del antiguo Virreinato
de la Nueva Granada; café, sal, quina,
caucho, azúcar: productos del nuevo continente para ostentar en Europa.
Riquezas de América convertidas en caprichosas y arribistas elegancias de la
nobleza, negocio redondo de los comerciantes de mercaderías de lujo. Todo tipo
de palacetes en los puertos de Europa, plural demostración de imperios de poder
de secreto aborigen.
Después
se una pugna fratricida en América para resolver el conflicto de la soberanía
de las colonias, lucha tan actual como lacerante, se ha venido consolidando un
estado de cosas insatisfactorias. Hoy confrontamos realidades políticas
alternas y cada nación consolida su patrimonio heroico, pero predomina el
subdesarrollo. Por ello tiene un efecto moralizador y ejemplarizante el empeño
por construir un mañana más solidario en esta Indoamérica en ebullición.
El
Pacto Andino es una muestra del esfuerzo de lo que hemos creído y confiado en
superar el subdesarrollo económico, cultural y social de América latina, no
como tarea solitaria o aislada, sino como una unión de fuerzas, resultado
lógico de realizaciones comunes.
Ideales
que no son nuevos, pues nacieron en el fragor de la epopeya libertadora y en
cada batalla por la soberanía: la Campaña Admirable primero, luego Boyacá,
Carabobo, Junín, Ayacucho… ¿Cómo desconocer el sueño bolivariano?. Es el
advenimiento de la libertad americana, principio y fin de una tarea jamás
cumplida, siempre interferida por los enemigos del modelo comunitario e
integracionista, que pone en peligro sus intereses y recela de un futuro a
construir con la solidaridad del presente.
Egoísmos
legendarios que nacieron a la par con el juicio libertador, afincándose en la
región a lo largo de los años, a costa de la sangre, el atraso y el estancamiento
de los países que otrora fueron motor de desarrollo de las potencias
extranjeras.
La
concepción Bolivariana, sin embargo, no fue producto de intempestivas o locas
elucubraciones; Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios
Ponte y Blanco de las Américas, escribió su profética carta de Jamaica en 1815
en medio de esenciales preocupaciones por la patria que acaba de perder. Es el
fracaso ahondado por el abandono moral y el apuro pecuniario; tristes
circunstancias que no le impiden pronunciarse proféticamente sobre su América esclavizada.
No en vano recorrió sus campos y llanuras, ni fueron estériles su lucha y
sacrificio: había visto el presente de América y soñaba con su futuro. Bolívar
era América: América era bolívar. No pensaba en las batallas que libraría,
pensaba en la América que legaría a las nuevas generaciones. Patético análisis
de los estados del genio visionario de Bolívar, quien ya presentía que la empresa
sería difícil y esquiva. No obstante, el Nuevo Mundo lo anuncia unido “entre sí
y con el todo”, y concibe a Panamá como punto de partida hacia la superación de
los intereses opuestos y caracteres desemejantes.
El
congreso Anfictiónico de Panamá emerge conciliador y aglutinante en el
escenario grandioso del Caribe, acunado en el corazón de un nombre que desde
allí Presiente libre a su América, emancipada y madura en el concierto
internacional.
Largas
horas, intensas cavilaciones se concretan en su carta, que no es producto de un
delirio febril y sin sentido, sino el fruto de la experiencia vivida, del
intenso deseo de ver una sola América, unida y grande en la paz y en la guerra.
Congreso Anfictiónico de Panamá
“Luego
que el triunfo de las armas de Venezuela complete la obra de su independencia,
o qué circunstancias más favorables nos permitan comunicaciones más frecuentes
y relaciones más estrechas, nosotros nos apresuraremos con el más vivo interés a
entablar por nuestra parte el Pacto Americano, que formando de todas nuestras
repúblicas un cuerpo político, presente la América al mundo con un aspecto de
majestad y grandeza sin ejemplo en las naciones antiguas. La América así unida si
el cielo nos concede este deseado voto, podrá llamarse la reina de las
naciones, la Madre de las repúblicas. Yo espero que el Río de La Plata con su
poderoso influjo cooperará eficazmente a la perfección del edificio político a
que hemos dado principio desde el primer día de nuestra regeneración” (2).
Insistía
bolívar en su idea salvadora. No había soñado la hora de las grandes victorias
y continuaba alimentando su proyecto de reunir en un sólo cuerpo político a la
América hispana, idea que parcialmente se concretaría una vez consolidada la
epopeya libertadora.
En
1821, constituida La Gran Colombia, Bolívar designó a don Joaquín Mosquera,
ministro plenipotenciario y encargado de negocios acreditado ante los gobiernos
del sur; y a través del vicepresidente Francisco de Paula Santander, nombró a don
Pedro Gual, ministro de relaciones exteriores de La
Gran Colombia, con el propósito de adelantar los proyectos de convenio e
ingresar en un pacto de unión, liga y confederación perpetua, y obtener
tratados bilaterales con las principales repúblicas hispanoamericanas.
Don
Joaquín Mosquera partió a realizar los contactos con Chile, Lima y Buenos Aires;
con la misma misión y rango, sale para
México, don Miguel Santamaría.
De
tales gestiones se obtuvo la firma de los proyectos de confederación con los
gobiernos de Perú, Chile y México; no así con Buenos Aires, que se mostró en
desacuerdo con la idea de la confederación perpetua.
Concluida
la liberación hispana el 7 de diciembre de 1824, El Libertador dirige una
circular a los gobiernos de las repúblicas de América, invitándolas a enviar
sus representantes a Panamá para conformar la Asamblea de los Confederados; no
responden con entusiasmo los gobiernos opuestos a la idea de conciliación latinoamericana; Chile
y Buenos Aires no aceptan participar en la reunión de plenipotenciarios en
Panamá; Brasil es convocado, pero sus delegados no alcanzaron a llegar; Estados
Unidos, invitado por el General Francisco de Paula Santander, se opone al deseo
de confederación, pero envía sus agentes, quienes tampoco se presentan en la
magna junta. Inglaterra adopta una posición neutral por instrucciones previas impartidas
a sus comisionados.
(2) Fragmento
de la carta dirigida por Simón Bolívar a Juan Martin Pueyredon del Gobierno de
buenos Aires en 1818.
Precisamente,
frente a la participación de la Gran Bretaña en la asamblea, El Libertador fue
en principio partidario de obtener su protección, pero en carta dirigida al
ministro Revenga el 17 de febrero de 1826, deja notar su preocupación por “mezclar
a una nación tan fuerte con otras tan débiles”.
Realización
y protocolos
Se
lleva a cabo del 22 de junio al 15 de julio de 1826, con la asistencia de los
delegados de cuatro Estados: Colombia integrada por Venezuela, Nueva Granada y
Ecuador; Centroamérica, Perú y México.
Se
celebraron 10 sesiones, quedando como testimonio las actas denominadas “Protocolos”.
Un siglo después la Sociedad de Naciones, en su Undécima sesión del 2 de
octubre de 1930, aceptó que el precursor del Panamericanismo fue Bolívar, a
quien calificó de ferviente Monroista. Si analizamos sus primeros escritos, la
ideología de El Libertador va más allá de esta denominación. En un ensayo
periodístico, fechado el 5 de septiembre de 1810, invita a sus coterráneos a
sacudir el yugo con un modelo de concertación: “Tampoco descuidarán la idea de
invitar a todos los pueblos de América a que se unan en una misma Confederación”.
Antes
de la carta de Jamaica, en el Manifiesto de Cartagena en 1812 es suya la
aseveración siguiente: “Yo soy del sentir que mientras no centralicemos
nuestros gobiernos americanos, los enemigos obtendrán las más completas
ventajas”.
En
vísperas de la Batalla de Ayacucho se realizó el congreso del Istmo y se
escribió el primer código de derecho internacional del continente. En todos los
protocolos está impresa una corriente de principios Bolivarianos que en las
guerras de conquista de siglos anteriores la Europa no logró plasmar. Es el
fundamento de la autodeterminación de los pueblos y el origen de la “no
intervención” irrigadas a las conferencias hispanoamericanas posteriores, hasta
la primera de naturaleza panamericana en Washington en 1899. Dos pilares que en
el siglo XX recogieron varios jurisconsultos, constituyéndose en sabia vital
para la formación de la sociedad de naciones y la ONU.
En
los protocolos no aprobados se estableció un arancel externo común para los
países miembros y alianzas por fuera de la confederación con abolición de
gravámenes para los asociados. También expresó la necesidad de proteger las
nacientes industrias artesanales frente al libérrimo comercio de las potencias;
y algo más, la urgencia de unir a los pueblos a través de una sola
identificación: una cédula general para los ciudadanos de la asociación, resaltando
únicamente la autonomía e idiosincrasia de los Estados confederados, de acuerdo
con las tradiciones de cada nación en particular.
Los
protocolos fueron el principio esencial del derecho de integración y esta aseveración
lo confirma: “Antes los pueblos no se reconocieron en el orden jurídico en pie
de igualdad, ni rescataron la plenitud de su soberanía interna para una supranacionalidad
confederada, para la paz y la guerra, para la economía y la política”.
Por
lo precedente escribió Bolívar:
Cuando
después de 100 siglos la posteridad busque el origen de nuestro derecho
público, registrará con respeto los protocolos del Istmo. En ellos se
encontrarán las primeras alianzas, que trazarán la marcha de nuestras
relaciones con el universo.
Los
puntos sobre las cuales se llegó a un acuerdo fueron los siguientes:
· Tratado de Unión, Liga y Confederación
Perpetua.
Entre los cuatro Estados representados en el Congreso, las ratificaciones debían canjearse en la Villa de Tacubaya después de ocho meses, contados a partir del 15 de julio. El tratado estaba inspirado en la idea de la paz y la confraternidad: pactaba la solidaridad y amistad entre los países en tiempos de armonía y guerra; y en la promesa de defensa común de la soberanía y la independencia. Para lograrlo se contaría con el segundo acuerdo.
Entre los cuatro Estados representados en el Congreso, las ratificaciones debían canjearse en la Villa de Tacubaya después de ocho meses, contados a partir del 15 de julio. El tratado estaba inspirado en la idea de la paz y la confraternidad: pactaba la solidaridad y amistad entre los países en tiempos de armonía y guerra; y en la promesa de defensa común de la soberanía y la independencia. Para lograrlo se contaría con el segundo acuerdo.
·
Convención de Contingentes. Tenía por objeto la creación de un
ejército de 60 mil hombres con participación de todos los países en proporción
a su población. Se le asignó al Perú la defensa de las costas del Pacífico y la
obligación de cada Estado de contribuir con dinero al aliado cuyo territorio
fuera invadido.
·
Convención Militar. Con el objeto de fijar las pautas para
la organización, dirección de las tropas y empleo en casos de invasión.
·
Renovación de la Asamblea. Se convino que a fin de fortalecer
los vínculos de unión, el congreso se reuniría cada dos años en tiempos de paz
y cada año en caso de guerra.
Éxitos y fracasos en el Istmo.
Bolívar
vió realizada su máxima aspiración al ponerse en marcha la Confederación Hispanoamericana
para la Paz y la Guerra. Su idea llegó a la concreción en el Istmo de Panamá,
pero desde la etapa preparatoria del Congreso y ante la renuencia de algunos
gobiernos a participar en la asamblea, las discrepancias aparecieron, y el
propio Bolívar lamentó la falta de solidaridad demostrada en un evento que
despertó inquietudes y expectativas en Europa y Estados Unidos.
Si
bien sus logros se resumieron en la firma del Tratado de Unión, Liga y
Confederación Perpetuas con los países participantes y la Convención de Contingentes,
estos no dejaron satisfechos el ideal
integracionista de Bolívar y simbolizaron más bien un punto de partida hacia su
realización futura.
La
ausencia de los representantes de los Estados remisos fue uno de los factores
que contribuyeron a restarle eficacia al acuerdo, por los oscuros intereses que
se interpusieron a la consolidación de la unión, que el historiador Indalecio
Liévano Aguirre calificó acertadamente como la “balcanización hispanoamericana”, fomentada por quienes desde esa
época veían en la división de las tierras del Nuevo Mundo un espacio propicio
para sus ambiciones.
Otros
Estados sólo aspiraban a su expansión, como fue la pretensión del Perú, menos
comprometido en la lucha por la libertad y más preocupado por extender sus
fronteras. Los peruanos ya habían planteado en el congreso su ambición de
reclamar la Provincia de Guayaquil, perteneciente a La Gran Colombia,
desconociendo el principio del Utis
Possidetis jure de 1809, que
establecía la demarcación territorial vigente para la América española. Pero no
solamente anhelaban la Provincia de Guayaquil, además, la línea del Amazonas
con Colombia, objeto de posteriores conversaciones para un acuerdo que sería la
primera causa para ignorar los compromisos adquiridos.
Su
ejemplo no tardó en imitarse: México deja conocer su afán expansionista frente
a una provincia de Guatemala y propone una nueva delimitación con la isla de
Cuba, pasando por alto el sueño de bolívar: Liberar a Cuba de los esclavistas
de todo pelambre, aún de Norteamérica.
Otros
aspectos que no pueden ignorarse y que
condujeron al fracaso de la unión americana lo constituyen la precaria
disposición económica los estados y el sinnúmero de problemas de orden interno
que aún aquejaban a las nacientes repúblicas y que les impidieron un compromiso
a fondo con la tarea de solidaridad en la paz y en la guerra.
Intentos
Integracionistas.
Terminada
la época de La Gran Colombia deja de tener efecto el tratado rubricado en
Panamá. Se quiso enterrar un gran proyecto y el esfuerzo de El Libertador por
dotar a los nuevos países de instrumentos para su cabal desarrollo, sin embargó
la idea no pereció, sobrevivió con nuevos intentos por poner en práctica la
filosofía integracionista del Congreso de Panamá.
Perú
renueva la tentativa al convocar en 1847 la conferencia continental, a la cual
asistieron Bolivia, Chile, Ecuador, Nueva Granada y el país anfitrión. Se suscribe
un tratado e institucionaliza una asamblea de Plenipotenciarios y los Estados
signatarios comienzan a impulsar una nueva figura: la Conferencia de las Repúblicas
Hispanoamericanas.
El
Pacto tiene importancia porque prevé la no modificación territorial sin el
consentimiento de los países firmantes y porque además se suscribió un convenio
de comercio y navegación que se apartó de la tradicional concepción de la
defensa y solidaridad en casos de guerra que había sido nota característica
hasta entonces.
En
1856 se realizó el congreso de Santiago; en 1865 la segunda reunión de lima
sobre comercio y navegación; y en 1866 se intenta renovar la organización
continental entre Perú, Chile y Ecuador, con una representación que aglutina
aspectos tan heterogéneos como el comercio, las exportaciones, importaciones y
navegación.
Desafortunadamente,
ninguno de estos acuerdos se cumplió en la práctica y se demostró una vez más
la carencia de verdaderos propósitos de unión, la subsistencia de problemas interregionales
y la falta de respeto a los compromisos suscritos con naciones Hermanas. Así
terminan los esfuerzos latinoamericanos por lograr una agrupación regional que
enfrente los múltiples problemas derivados del crecimiento y la dependencia
congénita de las nacientes repúblicas.
Y
no le cupo el honor a la América hispana de emprender un liderazgo de esa
naturaleza; ésta tarea la concretó en 1889-1890 Estados Unidos, al convocar la
Primera Conferencia Internacional Americana, que dió inicio a una época
conocida bajo el nombre de Panamericanismo, con la tutela permanente de
Washington.
CAPÍTULO
2
PERMANENCIA
DEL IDEAL COMUNITARIO
El siglo XX comenzó con perspectivas
de independencia y desarrollo para las naciones integrantes del denominado
Tercer Mundo. Para los pueblos a los cuales se les negó el derecho a su
progreso, la historia indica que han vivido en un torbellino de crisis y
conflictos entre Hermanos; sus esfuerzos y sacrificios han resultado casi
estériles, y debemos vislumbrar un siglo de esperanza y un tercer milenio de
lucha por la vida y el progreso basado en el respeto a los derechos humanos y
la biodiversidad.
Es un nuevo milenio donde se
estructura la comunidad internacional como manifestación del deseo y voluntad
de los pueblos que conocen los nexos de interdependencia universal y buscan
consolidar una filosofía de armonía orbital, a la que contribuirá eficientemente
América.
Un aporte reconocido por el analista
panamericano Silvio Zavala afirma: “La
historia ideológica de América se enlaza con las más universales inquietudes
acerca de los derechos humanos, el orden en la comunidad jurídica y la
convivencia de las naciones”.
Es el siglo XX el que trae la lucha de
los pueblos para los cuales el desarrollo ha resultado esquivo, pese a sus
inmensas riquezas naturales y su potencial humano. Una tarea incesante porque
ya no es la batalla de una comunidad contra los rezagos del colonialismo, sino
el esfuerzo de naciones hermanas por afianzar lazos de fraternidad y
necesidades comunes. Un ambicionado proyecto de unión libre de cargas impositivas
que en los umbrales de una nueva centuria aún está por concretarse.
Panamericanismo
Tiene cabal realización a través de
las conferencias Panamericanas desarrolladas en Washington en 1889, México en 1902, Río de
Janeiro en 1906, Buenos Aires en 1910 y Santiago de Chile 1923, cinco reuniones
donde se trataron diversos asuntos sin efecto práctico alguno, por ser
característico del panamericanismo la ausencia de convenios. El balance, sin
embargo, no es negativo en su totalidad pues las asambleas significaron mucho
para Latinoamérica, por cuanto constituyeron el esbozo de lo que será la
entidad latina en el ámbito internacional, que tendrá oportunidad de dejar oír
su voz y plasmar sus ideas en un foro de privilegios. Sus voceros podrán dar a
conocer una posición vital para la convivencia regional y continental,
demandando actuaciones que consoliden un ideario político.
Se va conformando un sistema
institucional que propenderá por la coexistencia pacífica, el desarrollo
integral y el reconocimiento, así sea tardío, de los derechos que asisten a
naciones que propiciaron el fulgurante progreso de otras. Es un foro de primera
importancia, porque los pueblos identificados en sus necesidades y apremios, sienten
y expresan a través de la realización brillante de un puñado de juristas
latinos que conformaron la llamada comisión de jurisconsultos, concretada en la
codificación del derecho privado en el Código Bustamante, una realización
ambiciosa, viva expresión del hondo sentir latino y el proyecto de Tratado de
Derecho Público que consigna la máxima aspiración: el principio de la no
intervención y el registro y conocimiento de la personalidad del Estado, libre
de condicionamientos o cortapisas.
Fueron latinos los juristas que
consagraron en el proyecto de tratado el derecho que asiste a la naciones a su
autonomía para regir su destino, disponer de sus recursos naturales y asumir
una tarea de compromiso con los pueblos constituyéndose en la esencia jurídica
que más tarde será el fundamento del Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales que reconocerá el derecho
de libre determinación, que “los pueblos
puedan disponer libremente de sus riquezas y recursos naturales” y la autorización de un principio vital: “en ningún caso podrá privarse a un pueblo
de sus propios medios de subsistencia”.
Sería la comisión de jurisconsultos la que concretó
como expresión del derecho la concepción de León Duguit, que Nicolás Politis
sistematizó. La junta de juristas supo interpretar a cabalidad cómo el derecho
es el resultado de la solidaridad, la solución de las necesidades comunitarias
a través de normas promotoras del desarrollo social. El pacto se firmaría años
después.
En 1928 fue otra la situación: la
simple presentación de tan explosivo proyecto motivó la crisis, porque se
vivían momentos de posiciones irreconciliables en la política internacional. Por
una parte, sentimientos de solidaridad con el pueblo de Nicaragua que vivía la
epopeya de Sandino y simultáneamente, la polémica por la difusión de la tesis
conocía con el nombre de interpoliación. Dos razones más que suficientes para
provocar distanciamiento entre América Latina y Estados Unidos de América.
Los pueblos latinos habían tomado
conciencia de sus deberes y derechos en la convivencia continental, y su voz
comenzaba a escucharse más allá de las fronteras de su subdesarrollo. No resultó
tarea fácil para los rezagos de colonialismo en la Subregión, pero superando
los distanciamientos en la conferencia de La Habana en 1928, se adoptó la
convención sobre Unión Panamericana, contentiva de los principios que regirán
la integración en los organismos internacionales.
En torno a esta asamblea, el ex
canciller Alfredo Vásquez Carrizosa afirmó con buenos fundamentos, que sirvió
para proclamar la política de la buena vecindad que Franklin D. Roosevelt
promulgó en 1933 y que se plasmó en la reunión de Montevideo, con la expedición
y firma de los derechos y deberes de los Estados.
Lo rechazado en La Habana es aceptado
en Montevideo y las tesis de los juristas latinos, intérpretes del sentimiento
y vivencia de sus pueblos, fueron expresadas en el principio que “Ningún Estado puede intervenir ni directa ni
indirectamente en los asuntos internos de otros Estados”.
En 1936 se convocó la Conferencia de
Consolidación de la Paz en Buenos Aires, donde se encontró la solución a la Guerra
del Chaco y se adoptaron diversas normas de integración.
La Octava Conferencia Internacional de
Estados Americanos tuvo lugar en Lima en 1938. Resultado, fue la Declaración de Principios Americanos,
que además del acordado de la no intervención, consagró otros que regirían las
relaciones recíprocas entre los países americanos.
El proceso culminó en la capital de
Colombia hacia 1948, cuando se firmó la Carta de Bogotá y el Tratado de
Soluciones Pacíficas o Pacto de Bogotá, expresión de la institución americana,
el cual fue calificado de perjudicial para los intereses soberanos de Colombia
en materia de áreas marinas y submarinas.
Referente a la Organización de los
Estados Americanos (OEA), ésta no ha sabido plasmar los principios de la
Confederación de América Meridional al decir de Bolívar o latinoamericano en el
contexto actual, convirtiéndose con sus
omisiones y aprobaciones a las intervenciones norteamericanas en el área, en un
simple instrumento de los intereses imperiales de demócratas y republicanos. En
cuanto a la ONU, pese a las permanentes sanciones económicas de Estados Unidos
por el no pago de la deuda externa o la tímida condena de la invasión de USA a
Panamá, constituye por sí sola el foro internacional de los pueblos, exaltando
la voluntad de unión de las naciones y el espíritu de cooperación para el logro
de los más altos fines: la anhelada paz y el afianzamiento de dicha concordia
como fundamento y garantía para las soluciones de carácter universal.
A nadie escapa la importancia de la Sociedad de Naciones, parte
integral del Tratado de Paz de Versalles (abril 28 de 1919) y las Naciones Unidas,
gestadas con la declaración de Moscú (1943), Dumbarton Oaks (1944) y San
Francisco (1945), fechas significativas por cuanto identifican ambas
instituciones en sus propósitos: Promover la cooperación mundial, el logro de la paz y la seguridad
internacionales. Sin esa base, garantía de vida y respeto a los derechos,
resultaría inútil intentar asociaciones o bloques subregionales.
Son las Naciones Unidas, las aportantes
de un contingente humano estudioso de nuestras realidades, recursos y
necesidades. También de manera oportuna han prestado su concurso para desarrollar
una asistencia en múltiples campos a los países con mayores requerimientos, lo
cual ha facilitado los caminos de progreso regional y subregional.
La ONU, la corporación por excelencia,
a través del Ecosoc, coordina la labor económica y social de los organismos
especializados de instituciones conocidas como “Sistema de las Naciones Unidas”.
El Consejo formula recomendaciones e inicia actividades relacionadas con el
desarrollo, comercio internacional, industrialización, recursos naturales,
derechos humanos, población, bienestar social, ciencia y tecnología.
El consejo funciona con un alto número
de entidades subsidiarias que brevemente se mencionarán, con el fin de destacar
la incidencia que han tenido y poseen en
diferentes campos de acción.
Organismos
Comisiones económicas regionales que
se suman a las especializadas en asuntos de estadística, vivienda,
construcción, derechos humanos y drogas.
·
Comisión
Económica para la América Latina, CEPAL.
·
Comisión
Económica para Europa, ECE.
·
Comisión
Económica para Asia y el Lejano Oriente, ECAFE.
·
Comisión
Económica para África, ECA.
Otros órganos especiales:
·
Fondo
de las Naciones para la Infancia, UNICEF
·
Conferencia
de las Naciones Unidas para el Comercio y Desarrollo, UNCTAD.
·
Programa
de las Naciones Unidas para el Desarrollo, UNDP.
·
Fondo
Especial de las Naciones Unidas para el Desarrollo Económico, SUNFED.
·
Programa
Ampliado de Asistencia Técnica, EPTA.
·
Instituto
para Adiestramiento e Investigación,
UNITAR
Toma parte el Consejo en el Programa Mundial
de Alimentos y el Comité Administrativo
de Coordinación. La importancia del Consejo es evidente. Los esfuerzos que
realiza la ONU se encaminan a dar cumplimiento al artículo 55 de la Carta y
refiere:
·
Niveles
de vida más elevados, trabajo permanente para todos, condiciones de progreso y desarrollo socioeconómico.
·
Solución
de problemas internacionales de carácter económico, social, sanitario y conexo,
y la cooperación internacional en el orden cultural y educativo.
·
El
respeto universal y la efectividad a los
derechos y libertades fundamentales de todos, sin hacer distinción por motivos
de raza, sexo, idioma o religión.
Esta su tarea y este su balance: “en el primer decenio muchos países en
desarrollo lograron progresar en términos de crecimiento del Producto Nacional
Bruto, pero éste avance fue contrarrestado por el crecimiento demográfico y los
patrones desfavorables del comercio, más la pesada carga de la deuda” (3).
Uno de sus organismos, la Comisión
Económica para la América Latina, CEPAL, tiene significado especial en nuestro
entorno. Su dinámico impulsor, alma y nervio, fue el economista argentino Raúl
Prebisch, quien abogó incansablemente por la formulación de principios y
políticas para ser aplicadas a los países del área. Una doctrina económica con
tinte regional que contará con un mecanismo autónomo para formular sus
requerimientos y concretarlos en una corporación catalizadora de los problemas
del continente.
(3)ABC DE LAS NACIONES UNIDAS. 1978.
La labor de la CEPAL se orienta al
estudio e investigación de los problemas socioeconómicos de América latina, y
presta asesoría en técnicas de estructuración a través del Instituto Latinoamericano
de Planificación Económica y Social, ILPES. Realiza además, otras tareas que
tienen que ver con el aspecto poblacional, por medio del Centro Latinoamericano
de Demografía, CELADE, al tiempo que sistematiza y transfiere la información
mediante el Centro Latinoamericano de Documentación Económico y Social CLADES.
En fin, la orientación y decisiones son tomadas por los países miembros y están
encaminadas al cumplimiento del artículo 55 del área regional.
Para ampliar el conocimiento de los
problemas y facilitar su estudio y análisis, la CEPAL cuenta con sedes
regionales en México, Washington, Montevideo, Puerto España, Buenos Aires,
Brasilia y Bogotá. La oficina de Bogotá funciona desde 1967 con el apoyo de los
gobiernos de Colombia, Ecuador y Venezuela, y adelanta sus actividades de
cooperación con la Junta del Acuerdo de Cartagena (Junac) en materias relacionadas
con la integración, en consonancia con los propósitos formulados desde 1948.
La CEPAL ha contribuido al desarrollo
de América latina, pero en el proceso de la división internacional del trabajo
y después de la primera independencia de las antiguas colonias españolas,
seguimos siendo abastecedores de materia prima no elaborada. Como ayer,
seguimos exportando café, frutas, azúcar, oro, plata y esmeraldas, porque el guano,
la quina y el añil desaparecieron, mientras el caucho se mantiene irremplazable
para la producción automotriz a través de la explotación trasnacional. Es la
demanda creciente del hierro que no tiene Norteamérica o el alivio del Tercer Mundo
a su escasez de cobre, estaño, plomo, zinc, cobalto, uranio, y manganeso,
materiales estratégicos para su industria pesada.
Es la bauxita para obtener el aluminio
de sus aviones; el níquel y el cromo que requieren para fabricar los motores de
retropropulsión y desde luego, el petróleo y sus 300 o más derivados para la
industria, o el carbón como insumo energético que alienta el subdesarrollo de los
pueblos.
Porque desde los aborígenes la fertilidad fue la maldición de los pueblos. Consolidamos el adelanto de las naciones y como
contraprestación nos quedó la miseria.
Nuestra diferencia con las 13 colonias del norte fue carecer de oro, plata y
otros minerales, que a medida que avanza la industria se requieren; riqueza
natural que despuntó rápidamente en
Norteamérica, volcando el interés y la codicia del imperio británico, que sólo
posteriormente movió sus capitales hacia Hispanoamérica.
La excepción de Latinoamérica respecto
de la invasión del comercio británico a nuestras colonias el pasado siglo, fue
Paraguay, gobernado con mano de hierro por Gaspar Rodríguez Francia entre 1814
y 1840. Rodríguez Francia obstaculizó la ocupación descontrolada y libertina
del caudal inglés y la concurrencia absoluta del libre mercado, de tal forma
que impidió en el Virreinato de La Plata la consolidación de terratenientes y
comerciantes, al tiempo que afianzó la industrialización del Estado.
No había grandes fortunas, ladrones ni
mendigos; todo niño sabía leer y escribir, y la oligarquía tuvo que declinar su
poder ante el Estado, que tomó por su cuenta las riendas industriales de la
nación. El imperio británico atizó las envidias y los odios para propiciar la
Guerra de la Triple Alianza, financiada desde Londres para que Brasil, Argentina
y Uruguay desestabilizaran a Rodríguez Francia, mal interpretado por Neruda en
su Canto General, facilitando los gobiernos de Carlos Antonio López y su hijo
Francisco Solano López, quienes terminaron por afianzar el progreso autárquico
mediterráneo paraguayo.
La nación guaraní consolidaba en 1865
su desarrollo económico al contar con
línea de telégrafos, ferrocarril y numerosas fábricas de construcción, tejidos,
lienzos, ponchos, papel y tinta, loza y pólvora. Asistían al país en su
industrialización 200 técnicos extranjeros, y desde 1850 la fundición Ibycuí
elaboraba cañones, morteros y proyectiles de todos los calibres. Poseía una
flota mercante nacional y se producían buques en el astillero de Asunción, para
cumplir funciones comerciales por las aguas del Paraná, Atlántico y Mediterráneo.
Exportaba plantas medicinales y tabaco al sur y maderas a Europa. La balanza
comercial arrojada superávit con una moneda fuerte y estable y disponía de
capital para la inversión, sin tener que acudir al caudal extranjero o a los famosos préstamos que
Inglaterra fue concertando con los incipientes Estados del Tercer Mundo,
aplicando el rasero de sus leoninos intereses. Como las gestas de Bolívar en La
Gran Colombia o José Artigas en Uruguay.
El ejemplo paraguayo constituyó un esclarecedor antecedente para la
autodeterminación de Indoamérica.
Segunda
parte
Presente
Capítulo 3
Contexto
internacional
Debemos definir un marco de referencia
que permita encontrar los hilos de sus inaplicabilidades en cinco lustros,
además de sus posibilidades y aciertos en la misma época, porque el Pacto
Subregional Andino no puede desentenderse de sus relaciones con otros grupos
comunitarios o políticos y de los cambios presentados en la nueva división
mundial del poder.
Identificada la necesidad para la
comprensión integral de la evolución del Grupo Andino (GRAN), es imperioso
referir las diferentes etapas presentadas a partir de la segunda conflagración
mundial, como son el periodo de la “Guerra Fría”, la aparición de nuevas potencias económicas,
la hecatombe ecológica, el conflicto del Golfo Pérsico y las consecuencias que
estos hechos generaron para el orbe, en especial a los llamados países
tercermundistas, subdesarrollados o dependientes.
Es bien sabido que los dos grandes
perdedores en la Segunda Guerra Mundial fueron Alemania y Japón, y que los
ganadores, Rusia y los aliados, invadieron y dividieron los territorios de estas
naciones, las cuales quedaron sin posibilidad de defensa por la destrucción de
sus ejércitos, para emprender el duro aprendizaje económico del invasor
militar, que en casos como el de Japón, transculturó sus tradiciones y formas
de organización económica y social.
Los vencedores optaron por la
formación de dos bloques antagónicos denominados socialista y capitalista,
caracterizados por sus concepciones contrarias en materia de desarrollo y
progreso, la economía centralmente estructurada y mercado planificado del
socialismo y la oferta-demanda y economía de mercado del capitalismo. Esta
división se concretó también en organizaciones militares rotuladas en la OTAN y
el Pacto de Varsovia.
Infortunadamente, las naciones
vencedoras basaron el nuevo equilibrio orbital en el desarrollo del aparato
militar con la tecnología de la muerte y sometieron al resto del planeta a la
manipulación del terror, a una tercera guerra mundial, lo cual trajo como
consecuencia conflagraciones intermitentes patrocinadas por las mismas
potencias, con el fin de crear mercado a los productos de sus industrias para el
exterminio humano. Así se dieron los conflictos de Corea, Indochina y el
problema de los misiles instalados en Cuba por la unión soviética, las Malvinas
y la actitud expansionista de Irak.
La segunda crisis del capitalismo se
vivió en su potencia más representativa, Estados Unidos, tras la guerra del
Vietnam. Era dueña del mundo occidental y tenía montada su economía sobre el
patrón oro como unidad monetaria, pero éste tuvo que cambiarse en 1973 al
patrón dólar, para tener abierta la posibilidad de la emisión monetaria y así
frenar el déficit fiscal, producto de los múltiples conflictos bélicos en los
cuales se embarcó sin medir sus consecuencias.
En 1982 la crisis fue provocada por
las tarifas del petróleo, y Estados Unidos incrementó su déficit fiscal por el
alto margen de su deuda. Era el contrapunteo de los precios del oro negro; la
respuesta de los importadores de hidrocarburos a los intentos de los productores
para establecer niveles justos a sus exportaciones y subrepticiamente la réplica
de las naciones capitalistas frente al desafío de la Organización de Países No
Alineados.
Se podría afirmar que a partir de la
Segunda Guerra Mundial, planteada la división del poder en bloques opuestos, el
orbe capitalista “no desarrollado” vió en la integración regional o política la
posibilidad de defensa frente a las imposiciones imperialistas de los países
industrializados y la vía más expedita para lograr esos precios que
recompensaran realmente el valor del trabajo de sus gentes.
De otra parte, la consolidación de potencias
como Alemania y Japón y la invasión de su tecnología en los cinco continentes
ha puesto en jaque a Europa y Norteamérica, y planteó una obligación para los
occidentales: concretar un mercado regional ampliado (CEE), eliminando barreras
de todo tipo. Y, para los estadounidenses, la necesidad de suavizar la posición
frente a nuestros productos e imponer “aperturas” que posibiliten reducir el
déficit fiscal y comercial, que cada día crece no como resultado de operaciones
económicas, sino de fenómenos sociales como el consumo de drogas.
Marco alemán y yen japonés van en
ascenso diario y como es sabido, el dólar decae en la misma proporción. Japón y
Alemania ingresan al club de los siete países más industrializados. Los
derrotados bélicamente ayer son los victoriosos en el mercado internacional. No
es tan sólo la Europa misma la que revitaliza a los teutones sino otros continentes
también. No es el sureste asiático el que da sustento al Japón, es Chile el que
entrega sus mejores establecimientos y unidades análogas públicas y privadas
que producen bienes y servicios al capital nipón.
No se trata del desarrollismo de los
decenios del sesenta y setenta, es la preponderancia del monetarismo sobre el
intervencionismo neokeynesiano. Es el cambio de la estructura del Estado
capitalista dependiente del mundo “subdesarrollado” en un neoliberalismo
monetario y neolibrecambismo de impredecibles consecuencias para las naciones
tercermundistas.
Visión
Mundial
Latinoamérica está llamada a ser
protagonista de la transformación económica teniendo como actores principales a
los países Bolivarianos. Y después del decenio exitoso de los sesenta, a partir
del análisis del nuevo posicionamiento del dominio mundial, América Latina será
el soporte de la economía del siglo XXI
sustentado en sus recursos hídricos y la biodiversidad.
Se manifiesta que Estados Unidos en la
sociedad capitalista o en occidente, es el centro de autoridad que ayer fue
Roma. Pero esa potestad en el orbe, que se consolidó con la terminación y
consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, recibe y se apresta a desarrollar
su realineamiento. Las dos devaluaciones que en 14 meses tuvo que hacer en 1973
Estados Unidos contribuyeron, con su dólar flotante, a que el Japón y Europa
adelantarán un proceso de liberación e independencia de su economía.
El nuevo club del poder lo constituyen
Europa, Japón y los “pequeños dragones” o “dragoncillos” - Singapur, Taiwán,
Hong Kong y Corea del sur-, y por supuesto, Estados Unidos, en la búsqueda de
la vieja alianza ABC (América del Norte, Britains, Canadá). Colombia,
Venezuela, Perú, Ecuador y Bolivia han sido dotados por la Madre naturaleza de
todos medios para convertirse, cohesionados, en un solo bloque, en una futura
potencia que logre un posicionamiento de vanguardia.
A pesar que Estados Unidos conserva la
más grande existencia de fuerza armada va quedando sólo ésta, puesto que las
derrotas económicas han sido continuas. Cientos de sus empresas fueron
adquiridas por inversionistas europeos y japoneses; y su política de
compra-venta no tiene mucha respuestas, salvo la de exigirse en desembolsos
militares, reducir sus gastos operacionales e imponer a Alemania y Japón
compartir proporcionalmente estos costes, subrayando el influjo de las devaluación
del dólar frente al marco y el yen. Son las amenazas permanentes a los
superávits comerciales de estas naciones, en correspondencia con las leyes de
comercio norteamericano.
Occidente en los setenta había perdido
toda posibilidad de desarrollo y renovación, mientras navegaba en el desempleo,
el estancamiento productivo y la recesión económica. Pero en 1985, un francés,
Jacques Delors y un inglés, Lord Cockfield, propusieron a la comunidad europea
esta idea; en 1992, las naciones de la CEE se integrarían en materia
financiera, comercial y de empleo. Ya el arancel externo común entre sus
miembros deja de ser sólo para carbón-acero y se aplica en otras áreas del
proceso de creación de bienes materiales.
El derecho de integración esbozado por
Bolívar, que hace posible que las normas de empleo entren a todo vapor sin que
los occidentales lo entiendan, articula el proyecto de Europa 92 en una
realidad. Los efectos serán impresionantes en los próximos 20 años. La calidad
de vida de la población mejorará notablemente para rivalizar con los países
escandinavos. Algunos estiman que será superior a la de Estados Unidos, que no
ha sido deficiente salvo para los inmigrantes, afrodescendientes y
latinoamericanos.
La Europa Comunitaria e integracionista
de consumidores con capacidad y libertad de gastar, aboca la comparación con el
quinquenio 1985-1990, con crecimiento económico del 3.2%. Se espera en el
decenio 1990-2000 subir el 3.5% anual y las condiciones de crear un millón y
medio de empleos adicionales cada año. La vanguardia en materia de progreso
estará del lado de Alemania y Francia, por su competencia, preparación y
desarrollo. Los demás miembros de la comunidad se irán nivelando y la
dificultad mayor la afrontarán sus últimos componentes España, Portugal y Grecia.
Por ello, es interesante plantearle al
mundo independiente la necesidad de llevar a cabo una reestructuración de Estados
Unidos hacia América Latina, especialmente en favor de los países Bolivarianos.
Durante varios lustros se presionó a la unión soviética para que rompiera las
cadenas y desintegrara la “Cortina de Hierro”, como una manifestación de
licenciamiento y paz mundial, lo cual se logró con la llegada al poder de Mijaíl
Gorbachov. Estados Unidos que es un abanderado de las libertades, debe
demostrar con hechos su intención de emancipar a nuestras naciones, erradicando
ese yugo que pesa a través de la manipulación y control que ejerce con el
manejo de la deuda externa, la cual no ha permitido el despegue económico y
social de la región. La situación descrita es más humillante que la practicada
en el pasado por la URSS sobre sus territorios satélites.
La importancia y la necesidad de constituir
bloques económicos se manifiestan en la aparición como estructura comunitaria
del sol naciente. La decadencia del imperio para unos o del imperialismo para
otros, se constata en la pésima educación e instrucción que reciben los jóvenes
norteamericanos con respecto a Europa y el Japón. Hay profesionales con
másteres que no saben dónde queda Canadá, su aliado obligado y que desconocen
que Colombia, Perú, Venezuela, Ecuador y Bolivia son naciones independientes y
con los medios naturales para salir adelante, si se unen en la práctica.
Es de vital importancia el capital
humano que se ha venido formando en el renaciente sol nipón, y por extensión,
en la Cuenca del Pacífico, vía indiscutible de más del 60% del comercio mundial
para las primeras décadas del siglo XXI. Sin materias primas y sin recursos
naturales, los orientales se han encaramado en la cúspide de la economía orbital
haciendo mejor las cosas y a precios más baratos en su expansión transnacional.
Japón, liderando esos pequeños
“dragoncillos”, ha sido exitoso en los negocios, rivalizando con Europa y
Norteamérica. En el decenio de los 80, la entrada por habitante (per cápita) se
duplicó, no queriendo decir con esto que todo ciudadano nipón recibe igual
ingreso en una sociedad de clases; las exportaciones crecieron decididamente,
llegando a competir con solvencia en los mercados del mundo. Los superávits
comerciales le han dado al Japón un desarrollo inigualado en los campos
financiero e industrial.
En 1980, uno de los bancos más
importantes a nivel mundial era japonés; al fenecer el siglo XX, lo son todos.
Bajo dependencia tecnológica y de capital transnacional, los “dragoncillos”
elaboran desde textiles hasta microprocesadores, pasando por automóviles y
electrodomésticos. Tales los casos de Taiwán y Corea del Sur. Sus tasas de
ahorro son las más altas del orbe, lo que les permite financiar en forma holgada
sus inversiones productivas. Dejaron de ser economías especulativas y
nacionales, por la transnacionalización del capital, esencialmente nipón.
En el proceso multinacional Japonés
surgen países como Tailandia y Malasia, con economías que crecen como ninguna
otra al 10% anual. Filipinas, Australia y Nueva Zelandia se verán beneficiadas
por el nuevo eje.
Es posible que el futuro del planeta se
geste en el sureste asiático. El “ombligo del mundo” puede encontrarse en
Malasia, Filipinas, Singapur, Tailandia o Brunei, sin dejar de lado la
república Popular China y Taiwán. Las condiciones vigentes son de interrogantes
por las reivindicaciones japonesas en las islas captadas por la Unión Soviética
después de la Segunda Guerra Mundial. Es la entrega de Hong Kong y el conflicto
latente entre las coreas.
En el entorno, Estados Unidos se sigue
moviendo en cuatro países: China insular, Japón, Corea del Sur y Filipinas. Existe
la Asociación de Naciones del Sureste Asiático, que nace en 1967, constituida
por Malasia, Indonesia, Filipinas, Singapur y Tailandia.
La comunidad económica europea
mantiene acuerdos estrechos con estos países, no así con el resto de naciones,
como Vietnam, Laos, Taiwán, Hong Kong, Birmania y Camboya. Existe una
proyección importante de occidente hacia el sureste Asiático.
En cuanto a los Estados de la ASEAN,
el desarrollo económico logrado y el crecimiento de industrias de alta
tecnología han determinado un mayor acercamiento con los europeos, que le
aportan inversiones importantes. Estas naciones del sureste asiático han
efectuado grandes esfuerzos para disminuir la dependencia excesiva de Japón y Estados
Unidos.
El Pacto Andino se ha impuesto la tarea
de penetrar el interés de la Comunidad Económica Europea, para hacer contrapeso
a los deseos de los países del sureste asiático. Independientemente, Colombia
inició un mayor acercamiento con las naciones del Pacífico para tratar de
ingresar con superior brío a las corrientes comerciales de la APEC.
Resulta interesante conocer el
comportamiento económico que los asiáticos poseen y deducir la importancia de
su modelo de desarrollo tecnológico. Una comparación entre los principales
indicadores de estos países frente a los del grupo, permite analizar
diferencias y similitudes de las dos regiones GRAN-ASEAN. Las cinco repúblicas
del GRAN, en 1993 tenían un mercado de 97 millones de habitantes, mientras que
el quinteto de la ASEAN 331 millones. Es decir, una población 3.4 veces mayor,
en una proporción que se mantiene hacia el futuro mientras no cambien
sustancialmente las tasas de crecimiento anual. Indonesia es el país con mayor
población 188 millones; en el Grupo lo es Colombia con 37 millones. Las
naciones de la ASEAN tienen densidad poblacional de 90 habitantes por km²; los
andinos 16. Los asiáticos gozan de una base de mercado más amplia que los
andinos, no obstante que el espacio ocupado por estos países es menor. Para el
año 2025 se estima que la comunidad subregional estará compuesta por 151
millones de personas y la ASEAN 492 millones.
Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y
Bolivia ocupan una superficie de 4’718.320 km², mientras que Indonesia,
Filipinas, Malasia, Tailandia y Singapur llegan a 3’000.064 km². El de mayor
extensión en el sureste asiático es Indonesia, con 1’919.999 km²; y el de menor
Singapur con mil km². En el área Bolivariana, el de superior área es Perú con 1’285.000
km² y el más pequeño Ecuador con 284.000 km², pero los demás exceden
individualmente el espacio del resto de la ASEAN.
Desde otro ángulo, la nación con la
cuarta parte de la población en el orbe, china, surgió de las cenizas para
obtener un crecimiento autónomo con la presencia del modelo japonés. El impulso
logrado por China en los ochenta fue importante. Su propio patrón de desarrollo
lo llevó a excedentes alimentarios, lo cual parece increíble. De esta zona, Hong
Kong “dragoncillo” brillante en su progreso económico y punto estratégico del
comercio mundial- cómo que por ahí se transporta mucha droga a EEUU: opio,
morfina y heroína “legalizada” debidamente-, pasará a sus manos en virtud del
tratado internacional vigente con Inglaterra, que la tenía como protectorado.
Su arma más contundente, no obstante,
ser una nación con industria nuclear y bombas atómicas y de hidrógeno y además
de disponer del ejército mayor poblado de la Tierra, es su abastecimiento
alimentario, que la coloca entre las siete grandes productoras de nutrientes
naturales del mundo, en compañía de Brasil, Argentina y Estados Unidos, entre
otras.
La aproximación sino-nipón para el siglo XXI consolidará económica y militarmente
el bloque oriental. También aquí la ilusión norteamericana de Japón como zona
de influencia comienza a perder consistencia entre los hechos que se verán; y
desde luego la amistad integral chino-soviética sepulta la acción internacional
de Estados Unidos de la era Nixon y deja trunca la “real política” de la obra
de Henry Kissinger.
En el cuadro geopolítico mundial, que
semeja una partida de ajedrez, se ha ubicado sutilmente al bloque Subregional
Andino, con un planteamiento preocupante para el decenio 1995-2005, puesto que
constituye la única zona de influencia directa y complementaria que le queda a la
superpotencia del norte. ¿Se recibirán sus mandatos o se tendrá una respuesta
autónoma? Es imperiosa la necesidad de continuar por los senderos de la
libertad y la independencia. Por ello se torna cada vez más necesario en esta Indoamérica
en ebullición conjugar el verbo integrar.
El pasado demostró la fragilidad de
los modelos de crecimiento económico, social y político de la subregión. El
presente deja la necesidad de evaluar y reestructurar el estilo de desarrollo
con que se ha venido conduciendo los destinos de las cinco naciones; y el
futuro el gran reto: la república andina albergara en el año 2000 a más de 118
millones de personas, a las que tendrá que ofrecer un nivel de bienestar acorde
con su categoría de seres humanos. El 75% la población estará radicada en
centros urbanos, lo cual indica que para el siglo XXI el desafío deberá resolverse
configurando una forma de progreso que asegure producción económica, empleo,
estabilidad e ingreso real, proporcional a la dotación de recursos con que
cuenta.
Son 4’718.320 km² de extensión, un
verdadero depósito de minerales en especial bauxita, plata, zinc, plomo, hierro,
estaño y cobre. La Gran Nación Andina es una despensa mundial de alimentos, la
tierra utilizable alcanza los 114 millones de hectáreas con un amplio margen de
expansión de la frontera agrícola, en especial en zonas de clima tropical,
junto a la diversidad de regiones geográficas en términos de clima, suelo y
vegetación, lo cual indica un potencial de desarrollo y transformación que
puede permitir su autoabastecimiento y generación de grandes cantidades de
producción exportable.
Las reservas comprobadas de fuentes
energéticas convencionales son considerables y es notable la obtención de
petróleo, hidroelectricidad, carbón y gas natural. El Pacto Andino posee
integralmente un altísimo perfil de hidrocarburo pesado y el 60% de uranio de
Latinoamérica.
La Subregión Bolivariana puede
desarrollarse hacia afuera si se concientiza de su vocación geopolítica y
estratégica, dada su condición privilegiada de ser parte integral de tres
grandes cuencas hidrográficas: Amazonas, Orinoco y La Plata, que conservan un
capital invaluable en recursos naturales. Además, su costa marítima se extiende
a lo largo del Océano Pacífico considerado el futuro de la humanidad, el Océano
Atlántico el presente actuante del mundo, y el Mar Caribe que genera una presencia
viva del mundo iberoamericano, que día a día sigue superando su esencia de
colonia, igualmente en la mira del poder chino.
Pacto
Andino Frente a la Guerra del Golfo Pérsico
Pueden citarse como algunos
antecedentes de la Guerra del Golfo Pérsico el final de la confrontación Irán-Irak, apertura y reestructuración de la URSS,
conclusión de la “Guerra Fría”, inició de la Paz Nuclear y el oscilante juego
de las tarifas del petróleo en el mercado internacional.
Los países occidentales desarrollados
promovieron el conflicto entre Irán e Irak como forma de mantener su dominio e
influencia en el Medio Oriente, ante la amenaza del creciente poderío de Irán, que se proponía
alcanzar el nivel de nación líder del mundo árabe bajo la plataforma del
fanatismo religioso.
Los occidentales festejan la
diplomacia del canciller iraquí en la ONU, arman a Irak e Irán y callan los
excesos de la guerra bacteriológica dispensada en forma abierta al pueblo
iraní, mientras sutilmente hacen su negocio predilecto: el comercio de la
muerte.
Después de siete años de
enfrentamiento en una guerra cruel por el uso indiscriminado de los agentes
químicos para el exterminio, el conflicto llegó a su fin sin ganador. Para el
mundo, la paz lograda por Irán e Irak concluyó los problemas del medio oriente,
pero éstos continúan latentes: liderazgo árabe, precios del petróleo, Palestina
vs. Israel.
Ufano Irak por el poderío bélico
alcanzado, la experiencia militar del conflicto con su vecino y la ambición de
ser el Estado para liderar al pueblo árabe en la búsqueda de la unidad y la
culminación de la intromisión occidental en sus economías y territorios,
abandera la causa árabe nacionalista, la razón palestina y el problema de los
importes del petróleo.
La unidad de las naciones árabes puede
estar lejos de alcanzarse, pero no por ello deja de ser un sueño que se hará
realidad. ¿Cómo es posible, sin embargo, que hayan pasado tantos años desde el
intento de Gamal Abdel Nasser sin que sea un hecho cumplido?
Los occidentales basan el desarrollo
industrial, tecnológico, económico y social en una materia prima por
excelencia: el petróleo. El Medio Oriente es de importancia vital para las
naciones europeas, norteamericanas -USA y Canadá- y en general, para el mundo
capitalista industrializado, incluida la Comunidad de Estados Independientes (CEI)
por la cantidad y calidad de hidrocarburo que produce.
La crisis de los precios del “oro negro”
en la década de los 70 hizo caer al mundo en cuenta de la necesidad de los
europeos de mantener su influencia en la zona. Es por esto que los árabes se encuentran
divididos: los pro-occidentales -Arabia Saudita, Egipto, Kuwait-, y los pro
árabes -Irán, Libia, Jordania y Yemen. El Reino de Marruecos es el punto de
equilibrio entre unos y otros. Libia es el objetivo de los occidentales y por
tanto tarde que temprano caerá bajo la égida anglosajona, todo por el petróleo.
Los regímenes pro-occidentales han
sido el resultado de la intriga; no son populares y desempeñan el papel de
títeres de las naciones europeas y norteamericanas que los sostienen y soportan
en el poder mediante el uso de cualesquiera medios (varios de estos países,
sino todos, fueron liberados del yugo turco por los ingleses). El premio por
hacer que estos gobiernos permanezcan al mando de sus correspondientes Estados
es impedir que los costos del petróleo aumenten, utilizando la extracción exagerada
de barriles de crudo diariamente, lo que viola los acuerdos de la OPEP, que
sólo buscan una remuneración justa de las materias primas de los productores.
Los proárabes sueñan con la federación
de sus naciones y del mundo islámico para reivindicar los derechos a zonas
sagradas y territorios ocupados; hacer pagar a occidente lo justo por su
principal producto de exportación y comenzar a horadar las bases económicas de
sus enemigos naturales, los europeos, USA y Canadá.
El papel de Kuwait lo cumple Arabia
Saudita en cabeza del rey Fahd, heredero de la corona que pusieron los ingleses
en manos de su familia y quienes se complacen de su poder: los jerarcas
petroleros árabes que aparecen semanalmente en las revistas del jet set en el
mundo occidental; su ejemplo de riqueza, boato y falta de identidad con su
pueblo, al que mantienen en la pobreza, mientras derrochan y educan a sus hijos
y parientes con las ideas de los enemigos de sus naciones. Además, están en
capacidad de comprar los principales equipos deportivos del mundo.
La violación iraquí desencadena un
nuevo conflicto regional en el Medio Oriente. El orbe, principalmente
occidente, recurre a la ONU, ente mediador, fundado para buscar la conciliación
y convivencia en paz de todos los países de la tierra, para protegerse del
agresor. Y comienzan las presiones a Irak, sanciones, bloqueos económicos y
luego, en un acto insólito desde su creación, la ONU justifica el ataque físico
-bombardeos indiscriminados-, y la posterior invasión. Este hecho no hace más
que quitar el velo a la Organización de Naciones Unidas, protocolizado como una
entidad al servicio de los poderosos, defensora de los intereses de las
potencias económicas y militares.
¿Cómo es posible que la ONU justifique
las acciones armadas hacia un pueblo expansionista (Irak) y no las apruebe
contra el invasor (Israel), que a través de la intimidación saca de su espacio a
una nación históricamente asentada y dueña por tradición de sus tierras: Palestina?.
La entidad creada para el mantenimiento de la paz y del orden mundial no puede
castigar a un Estado y esconder las actividades de otro. ¿Es eso justicia?
Los andinos no tienen otro camino que
sorprenderse del papel que cumplen la ONU y la OEA, y aprender cómo se manifiesta su obediencia a
las organizaciones de tipo económico que abogan por los intereses de los
pueblos pobres y los procesos de integración regional, pero mantienen oprimidas
a sus colectividades. Únicamente queda la alternativa de alcanzar la
integración, haciéndola fuerte y respetable en aquellos aspectos que cohesionan,
para suprimir los puntos de divergencia que alteran nuestra unión. Sólo así será
posible el anhelado sueño de ser naciones con aceptable nivel de desarrollo y
civilización, de tal manera que ninguno de sus ciudadanos sufra necesidades,
sino que pueda satisfacerlas a plenitud.
De los países de la subregión andina,
tres producen petróleo: Venezuela, Ecuador y Colombia. El hidrocarburo es de
tipo pesado y de menor precio que el liviano, pero los Estados Bolivarianos se
encuentran maniatados por los contratos de asociación con las trasnacionales, a
pesar de que Venezuela y Ecuador son miembros de la OPEP y se consideran
abastecedores de primera mano por su cercanía con Estados Unidos, lo cual
permite la reducción de los costos del transporte.
Al respecto, Venezuela en 1994 desarrolla
la política diligente hacia la Casa Blanca; por ello no es raro que su posición
coincida con la de Arabia saudita, Kuwait o los Emiratos Árabes, que son
instrumentos del capitalismo occidental.
A medida que se avecinaba el conflicto
del Golfo Pérsico, la tarifa del petróleo subió y al iniciarse las acciones
militares los precios comenzaron a oscilar en las bolsas de valores de las
principales ciudades del mundo.
Definidos los ganadores, los precios
se detuvieron y luego disminuyeron hasta retornar a su nivel acostumbrado. Esto
muestra el dominio que sobre el mercado de crudos ejercen Estados Unidos,
Europa y las naciones capitalistas industrializadas que demandan combustible
porque su tecnología se basa en hidrocarburos.
Entre tanto, los países Bolivarianos
productores de petróleo acatan lo decidido y no obstante pertenecer al Grupo Andino,
vuelven a pactar de manera unilateral con las trasnacionales, sin ningún
contexto integrador, sin acuerdo alguno frente a los demás miembros.
Colombia con los descubrimientos en
Casanare, la “arabia colombiana” y sus pozos de Cusiana y Cupiagua, más
aquellos ubicados en su entorno, lo colocan en lugar importante como productor
entre las naciones bolivarianas. Su explotación comercial lo ubica a la
vanguardia de los países poseedores del “oro negro”.
La bonanza petrolera debe generar un
mejoramiento de calidad de vida de la población, no sólo en los departamentos
petroleros sino de todo el país, en desarrollo de una política de beneficio general
puesta en práctica a través de la creación de un fondo para la utilización de
los recursos provenientes del oro negro.
Con el GRAN, como el proceso de integración
más antiguo y avanzado que sobrevive en el continente, aparece el Tratado de
Libre Comercio (TLC), entre Canadá, Estados Unidos y México, que en el 2009 liberará
todo el comercio entre los países miembros, si no surge alguna oposición
de tipo legal en los Estados de la Unión.
A lo anterior debe agregarse el
Mercado Común del Sur (Mercosur), conformado por Brasil, Argentina, Uruguay y
Paraguay, que desarrollan criterios de acción en asuntos de libre comercio,
arancel externo común y la coordinación de políticas fiscal, monetaria,
cambiaria, agrícola, industrial y de comercio exterior.
Adicionalmente, se ha visualizado un
intento sui-generis de integración en materia de hidrocarburos, carbón y gas
natural con Venezuela, Colombia y México, que conforman el denominado grupo de
los tres. Aunque es un tímido ensayo frente a las trasnacionales del petróleo,
constituye un ejemplo plausible de las naciones indoamericanas, que empiezan a
vislumbrar el camino verdadero de confederarse para lograr precios justos a sus
productos agropecuarios, minerales e industriales, en un mercado ampliado por
la unión de sus pueblos.
CAPÍTULO
4
Integración
ambiental
“Pulmón Andino” y
hecatombe ecológica
Estamos convencidos de la necesidad de
darle máxima importancia al peligro ecológico que se cierne sobre la humanidad
debido a la disminución de la capa de ozono y el incontrolado desarrollo
tecnológico actual. Es un problema global que afecta al planeta y se ha tratado
de forma desinteresada, unas veces por falta de difusión y otras, no ha pasado
de ser simple retórica.
En 1955, el científico John Von
Neumann, miembro de la Comisión de Energía Atómica de Estados Unidos, anunció
para la época una crisis ecológica sin precedentes, en artículo publicado en la
revista Fortune con el título “¿Podremos sobrevivir a la tecnología?”.
Afirmaba: “… Pues nuestro gran globo está
suborganizado y carece de suficiente espacio”. Y continúa: “El CO2 que se descarga en la
atmósfera –más de la mitad en el transcurso de nuestra generación- por el uso
del carbón y el petróleo como combustibles industriales, puede haber alterado
la composición de la misma, de tal forma que haya ocurrido un calentamiento de
un grado F”. Y prosigue, “cambios
climáticos pueden afectar el nivel de los mares –derretimiento de las capas
polares-, de tal manera que las plataformas continentales costeras se vuelvan
inhabitables”.
Von Neumann no pretendía crear ciencia
ficción o competir con el terror nuclear evidenciado en Hiroshima. La revista
Der Spiegel en 1987, 22 años después de haber muerto el científico, lo definía
de esta forma, “A pesar que Einstein,
Godel, Pauli y Oppenheimer, entre otros investigadores pertenecientes a la
leyenda, elevaban sobre lo terrenal el prestigio del Instituto Princeton,
ninguna estrella de ese cielo tenía mayor brillo que Von Neumann”.
Nadie lo tomó en serio pese a su
trayectoria en la física, las matemáticas y los nuevos principios de los
computadores inventados por él. ¿Por qué esa ausencia de reacción oportuna a
sus advertencias y el despilfarro de 30 años?
Ahora más que nunca han crecido
dramáticamente los daños ambientales, pero el negocio industrial del mundo
desarrollado no oculta la magnitud de la proximidad “del fin del fin”. No
obstante la existencia de organismos internacionales, su gestión es nula frente
a la amenaza catastrófica y hoy día las posibilidades de sobrevivir descienden
a cero. Son las reglas del juego económico entre norte y sur, “todo para mí, nada para ti”, las que
impulsan la guerra ecológica, en especial la destrucción de los bosques
tropicales. La desolación proviene del conocido juego infausto, “pugna por sobrevivir de unos vs. lucha por
ganar más de otros”.
Mientras que el café tiene precio
inferior al de una década atrás – cuidándose de reconocerlo los detentadores
del poder de las naciones productoras-, la Coca-Cola, la maquinaria, insumos
agrícolas y transporte han triplicado su valor. En tanto los poderosos
fabriquen con robots y sustituyan materias primas o las paguen a tarifa de
desempleo masivo, arderán los bosques de la Amazonía y la Orinoquía. Esas son
las reglas del juego internacionales aplicadas a los países periféricos.
Se elabora clorofluorocarbono (CFC)
para congeladores y neveras, materia prima altamente contaminante, venenosa y
destructora de la capa de ozono, que también se usa en los aerosoles pese a que
existe un sustituto 0.5% más caro. Se trata del hidroclorofluorocarbono
(HCFC) o del hidroclorofluorocarbono
(HFC). Una unidad de refrigeración aumentaría más los precios si se
reacondicionara la tecnología y es lo que precisamente esperan las
trasnacionales para consolidar un feliz negocio, contrario a los reclamos de
China Popular, India, Corea del sur, Venezuela, Brasil o Argentina, que son
productores intermedios (capital mixto), o el interés de los proveedores del
resto de países de Latinoamérica.
El cambio sustitutivo industrial
generaría grandes pérdidas a las instalaciones de las trasnacionales y en el
tercer mundo una inversión para ser subsidiada. Propuesta que no es oída porque
el Grupo Andino pertenece a otra órbita. Estos temas no se tocan en los foros
internacionales por no corresponder a su competencia; pero el relevo de CFC y
demás sustancias en los países desarrollados, controladas mediante el Protocolo
de Montreal, llevaría a una solución definitiva inducida por mecanismos de
mercado en el resto del mundo.
No satisfechas con este panorama, las
potencias industriales se lanzaron a la Guerra del Golfo Pérsico, con el
deshonrado patrocinio de la ONU.
En 1991, los científicos estimaron que
la capa de ozono se debilitó aún más. “Desde
febrero los rayos del sol no se apreciaban en Kuwait, Irak y Arabia Saudita y
la quema de 14 millones de barriles de petróleo no dejaron ver la luz”. 170
mil niños desaparecieron a comienzos de 1992. La extinción de la conflagración
generada por el conflicto bélico en el Golfo Pérsico duró cinco años con los
métodos tradicionales, aumentando así el peligro para la capa de ozono y
todavía mayor si se emplean los halones, materia prima de la industria para
apagar incendios, o sí se insiste en el desarrollo de armamento, cohetes y
elementos conexos con la producción militar y la investigación espacial.
La Amazonía, que posee el 60% de la
composición biológica del planeta de la cual corresponde a los países
bolivarianos el 35%, constituye el real “pulmón” de la Tierra. A pesar de
existir un tratado para su conservación, se continúa desmontando su selva, al
punto que en Perú una trasnacional llamada “Maderas Tropicales”, ha sido
conminada a contener su devastación. En forma paralela, en las costas del Pacífico
colombiano se incrementa el flagelo de la deforestación para sembrar palma
africana en feudos familiares.
No obstante, en el Acta de Paz de
1990, suscrita por los presidentes andinos se habla de soberanía de los países
miembros de la Subregión sobre sus recursos naturales, preservación del medio
ambiente y promoción del desarrollo, al tiempo que designan al Consejo Andino
de Ministros de Relaciones Exteriores para la dirección de esta tarea, con el
fin de darle sustento al Tratado Amazónico; encomiendan a la JUNAC el
procedimiento común de los ecosistemas amazónicos y altiplánicos de los Andes,
teniendo en cuenta la iniciativa de Bolivia de la pausa ecológica histórica,
para solicitar al BID la financiación de los estudios para lograr una posición
conjunta.
Con todo, el tema de la tecno-economía
no se toca y diplomáticamente se afirma que no conviene, mientras la industria
automotriz sigue su acelerado rodaje y las aeronaves comerciales y militares
cumplen rigurosamente sus horarios sin importar el pánico de los mexicanos al
ver a sus compatriotas desmayados en las calles de la capital, víctimas del
alto índice de polución ambiental. Con el drama ante “nuestras narices”, se
inculpa al cigarrillo para subjetivizar el problema o por tratarse de una estructura
manufacturera menor, pero la alarma de los científicos suecos por el deshielo
sigue inadvertida y la solución que se da a las fábricas contaminantes de
trasladarlas a otra parte de su territorio, es política mexicana.
Ecología
Andina vía “swaps”
Nadie duda que el “Plan de Paz para
las Américas” del presidente norteamericano George Bush constituye un paliativo
a la deuda externa de más de un billón de dólares que tiene América Latina.
El plan consiste en condonar la deuda
contraída con las empresas estatales de Estados Unidos, equivalente al 5 o 7%
del total. El resto del compromiso económico es con la banca comercial del país
del norte y la banca multilateral.
De otro lado, el sistema financiero
internacional abre una pequeña luz con el procedimiento de los “swaps”. La
táctica consiste en venta de la deuda en el mercado secundario de valores con
descuentos, de acuerdo con la opinión que tengan los inversionistas de cada
país.
A título ilustrativo, en 1989 la deuda
Argentina se vendía a un precio entre 13 y 14 centavos de dólar; Brasil 23 y 24
centavos de dólar; Chile fluctúa entre
60 y 61 centavos; Colombia se balancea entre 64 y 66 centavos; la de Ecuador
ondea en 14 y 15 centavos; México entre 36 y 37 centavos; Perú 6 y 7 centavos; Venezuela oscila entre 35 y
36 centavos de dólar.
Los “swaps” de deuda adquirieron
sentido más profundo cuando la iniciativa de canjearlos por recursos naturales
se abrió paso y es la posibilidad latente frente a la hecatombe de la especie
humana. Los “swaps” por medio ambiente han sido estructurados por los
conservacionistas con el propósito de apoyar el control de la deforestación u
otros problemas de la biodiversidad y a la vez, contribuir a aminorar la carga
del débito de los países en desarrollo.
La operación se fundamenta en
adquisición de deuda con descuento por parte de las organizaciones
conservacionistas, la cual sería redimida con bonos o moneda local y empleada
en la preservación de los recursos naturales.
La opción por parte de las naciones
con vocación territorial en la Amazonia y la Orinoquia es escoger muy bien las
entidades conservacionistas privadas, extranjeras o locales, para impedir su
injerencia directa en asuntos que corresponden a su soberanía. En otras
palabras, un margen riguroso de reglamentación para evitar la
internacionalización de un problema que sólo compete a los Estados de las
cuencas de los ríos Amazonas y Orinoco, dado que los países desarrollados
extinguieron sus selvas y se han colocado en difícil situación para defender la
Tierra y la especie humana.
En 1991 se suscribieron negociaciones
por más de 100 millones de dólares adeudados a los bancos privados, en
aproximadamente 15 permutas con una docena de naciones no sólo de América
Latina sino del Tercer Mundo. Tan sólo Brasil le otorgó al canje de deuda por
conservación de la naturaleza un enorme impulso y aceptó cambiar 100 millones de dólares anuales de obligación
en trueque abierto por el descuento de su débito externo. También Bolivia, a
través de la conservación internacional, adelantó pagos de su compromiso con el
Citicorp.
Por su parte, la administración
estadounidense aprobó la inclusión de fondos del gobierno federal para promover
soluciones al problema de la deuda externa de nuestras naciones. Dentro de
tales proyectos se plantea el adelanto de estudios biológicos orientados a
detectar amenazas potenciales a plantas, animales y ecosistemas, los cuales
serían subvencionados por la AID y la Science National Foundation.
De cualquier modo, las perspectivas de
canje de deuda por conservación ecológica permitirían condonar a corto plazo 12
millones de dólares del débito externo latinoamericano a través de operaciones
“swaps” que serían viables aplicando la metodología siguiente:
1.
Obtener
aprobación de las autoridades de la nación deudora, incluyendo aquellas
dependencias encargadas de la preservación de los recursos naturales y las
organizaciones conservacionistas de carácter privado. El país interesado
determinaría la tasa de cambio utilizada para la conversión y las condiciones de
pago en el trueque de la obligación concertada.
2.
Identificar
la obligación adquirida en materia de montos y vencimientos aceptables por
parte del país deudor.
3.
Comprada
la deuda, se cambia por bonos o moneda local, conforme a lo convenido con las
entidades gubernamentales que impartieron su aprobación. Estas operaciones han
sido adelantadas por el Fondo Mundial de la Fauna Silvestre (World Wildlife
Fund) y se han ejecutado en Ecuador, Bolivia, Costa Rica y Filipinas.
4.
El
trueque propuesto debe contener elementos de flexibilidad para que no haya
inconvenientes con la reglamentación que tienen las naciones en el campo
financiero.
Es importante anotar que en el caso de
naciones con excelente tradición en el reintegro de su obligación, el sistema
de descuentos no resulta tan atractivo para sus organizaciones
conservacionistas, porque su interés se centra en utilizar la menor cantidad de
fondos y obtener un alto monto de conversión con el país prestamista; pero como
el mayor porcentaje de títulos se contrata con la banca norteamericana, a ésta
le interesa que la deuda del mundo en desarrollo vuelva a equilibrarse y no
decaiga la capacidad de pago.
La Secretaría de Hacienda
estadounidense adoptó medidas tributarias para favorecer las operaciones
“swaps” y en 1987 promulgó la resolución de ingresos 87-124, que concede al
prestatario una base para reducir el costo total (fundamentado en el valor
nominal de compromiso), en caso de donaciones para financiar actividades de
beneficencia en las naciones deudoras. Antes, sólo era deducible la carga con
el descuento.
Por lo precedente, los Estados de la
Subregión que sacarían provecho de la fórmula “swaps” serían Perú, Ecuador,
Bolivia, Venezuela y en menor medida, Colombia, que tiene un descuento para su
deuda del 35% aproximadamente, mientras que Perú logró más del 95%.
No obstante, si la deuda externa de
los países Amazónicos y la Orinoquía se cambiara en bonos para defender lo que
queda en las selvas tropicales y cuencas que hacen posible subsistir, se
entendería sin miramientos eso que llaman “ética capitalista o sentido común
del hombre para permanecer en la Tierra”.
Colombia creó una entidad que acepta
la estrategia de los “swaps” para defender la riqueza hidrológica del Amazonas
y el Orinoco. La Comunidad Económica Europea aporta el 4% y la industria del
café colombiano un porcentaje superior, pero la opinión pública continua
expectante para dilucidar un interrogante: ¿Es una auténtica política de
protección conforme a las directrices del Tratado Amazónico o simplemente se trata
de un mecanismo para vender las cuencas más importantes del mundo?.
Ecoturismo: Prospectiva sostenible
El
70% de la biodiversidad planetaria se concentra en las 17 naciones siguientes:
Brasil, Indonesia, Colombia (tercer lugar), México, Australia, Madagascar,
Ecuador (con sus Islas Galápagos), Venezuela, Perú (buena parte de la Amazonia
compartida con Colombia), República Democrática del Congo, India, Malasia,
Sudáfrica, Filipinas, China, Papua, Nueva Guinea y Estados Unidos.
“Los árboles no dejan ver el bosque”. Así
ocurre a los colombianos, con relación a las riquezas de nuestro territorio.
Por hablar o comentar todos los días las noticias trágicas suministradas por la
acción violenta de los actores en conflicto, olvidan o dejan de lado, que es el
mejor país del mundo en cuanto a biodiversidad se refiere, sin contar los
paisajes inigualables de su composición geográfica, que cualquier extranjero
envidiaría para su nación.
Colombia
tiene capacidades únicas para convertirse en el paraíso del turismo ecológico,
si los resultados de la paz son favorables. De paso, hay que estimular la
creación de entes estatales, encargados de organizar el ecoturismo, para
ofrecerlo a los visitantes extranjeros.
Más
de 700 mil personas, viajan cada año por negocios o placer, visitar familiares
o descubrir nuevos horizontes. El turismo es una de las industrias más grandes
del planeta, representa el 11% del Producto Interno Bruto (PIB) del mundo y
emplea cerca de 240 millones de personas.
Este
lucrativo sector de la economía no cesa de crecer, al punto que, según la
Organización Mundial de Turismo, el número de usuarios podría duplicarse para
el año 2020. Para algunos, el turismo es una gran amenaza para el medio
ambiente; sin embargo, tratado con responsabilidad, es una oportunidad para la
conservación.
Incidencia del turismo
Aunque
conocer nuevos lugares es una actividad muy placentera, el desplazamiento
desenfrenado de personas tiene impacto en el medio ambiente y en las culturas
locales, y además genera efectos sociales negativos. El Programa de Naciones
Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA o UNEP por su sigla en inglés) señala las
principales afectaciones del turismo.
Amenaza a los recursos
naturales y a la biodiversidad: Miles
de turistas caminando por los mismos lugares, admirando los lechos marinos y
durmiendo en los mismos sitios, afectan negativamente la base de recursos
naturales. El agua es el recurso más amenazado. Los campos de golf requieren
miles de metros cúbicos de agua, pesticidas y fungicidas para su mantenimiento,
y las piscinas necesitan una gigantesca cantidad de agua, recurso que en muchos
países ya es escaso. La Organización Ocean Planet reporta que 90 de 109 países
con arrecifes coralinos sufren deterioro en este frágil ecosistema a raíz del
incremento de botes, buceo, comercio de corales e incremento de aguas
residuales.
Contaminación de tierra,
agua y aire: Los mil
400 millones de pasajeros registrados en los aeropuertos del mundo durante 1994,
generaron 40% del total de emisiones de CO2 de ese año provenientes
del turismo. Algunos lugares donde la vida marina es una atractivo importante,
aun no tienen reglas claras de conservación, y en otros destinos naturales no
saben qué hacer con las grandes cantidades de desperdicios que generan los
visitantes.
Pérdida de identidad: El turismo también puede tener un
impacto en las costumbres locales. Ante la presión por atraer visitantes que
dinamicen la economía local, los ritos, los festivales tradicionales y las
ceremonias religiosas, pierden su significado, quedando relegados a ser sólo
una atracción turística. Brasil, China, Egipto, Tailandia o Perú, son ejemplos
de primera línea de este fenómeno.
Repercusiones sociales: El desarrollo del turismo también
puede elevar los índices de criminalidad y prostitución entre niños y mujeres
jóvenes. Más de un millón de niños son abusados al año por turistas en todo el
mundo, y la Organización Internacional del Trabajo, calcula que entre 10% y 15%
de las personas empleadas por la industria del turismo son menores de edad.
Beneficios económicos
alejados de las poblaciones locales: Una
gran cantidad del dinero generado por el turismo no siempre queda en los
bolsillos de la población local. Algunos estudios han demostrado que en
Tailandia el 70% de los ingresos provenientes del turismo sale del país; esta
misma cifra llega a 40% en la India y a 80% en el Caribe.
Turismo y emisiones de
co2: De
todas las actividades del turista, el transporte representa más del 70% de las
emisiones del CO2 que produce, 40% proviene del transporte aéreo y
un poco más del 30% del uso del automóvil. El alojamiento aporta 20% de las
emisiones, además de ser un eslabón de alto consumo energético. Usando las
tecnologías existentes actualmente y teniendo buenas prácticas, esta cifra se
podría reducir casi a la mitad.
Ecoturismo
Es
una forma de turismo especializado y dirigido, desarrollado en áreas que tienen
un atractivo natural especial y enmarcado dentro de los parámetros del
desarrollo humano sostenible. Busca la recreación, el esparcimiento y la
educación de los visitantes a través de la observación, el estudio de valores
naturales y aspectos culturales relacionados con ellos. Por eso, el ecoturismo
es una actividad controlada que produce un mínimo impacto sobre los ecosistemas
naturales, respeta el patrimonio cultural, educa y sensibiliza a los actores
involucrados acerca de la importancia de conservar la naturaleza.
Turismo sostenible
El
centro de Investigación para el Desarrollo Global define el turismo sostenible
como “una industria que intenta tener un
bajo impacto en el medio ambiente y en las culturas locales, pero que al mismo
tiempo genera ingresos, empleo y logra la conservación de los ecosistemas”. Ejemplo, el corredor turístico del Alto
Magdalena conformado por los municipios de Girardot, Flandes, Melgar, Carmen de
Apicalá, Nilo, Agua de Dios, Ricaurte, Nariño, Espinal, Guamo, Saldaña e Ibagué.
Principios del turismo sostenible.
·
Hacer
óptimo uso de los recursos naturales, mantener los procesos ecológicos y ayudar
a la conservación de la biodiversidad local.
·
Respetar
la autenticidad sociocultural de las costumbres locales, conservarlas y
contribuir al entendimiento y tolerancia intercultural.
·
Asegurar
operaciones viables a largo plazo, generadoras
de beneficios económicos para todos, incluyendo oportunidades de trabajo para
las comunidades locales.
·
Los
ecoturistas deben generar conciencia ambiental y ayudar en la potenciación de
los municipios visitados.
Empresas verdes
La
ecoempresa, también llamada empresa verde o sostenible, es aquella que además de crear valor económico
busca también valor ambiental y social. Es una entidad que construye un modelo
de desarrollo sostenible; no solo quiere la satisfacción de accionistas y
clientes, sino la de todo su entorno. Trabaja con principios, políticas y
prácticas orientados a mejorar la calidad de vida de la población.
El
triple bottom line (triple resultado) es
un concepto que se refiere a una forma de medir el éxito de una empresa en
áreas de sostenibilidad social, ambiental y económica.
Para
las empresas, la crisis ambiental se ha convertido en el motor de cambio. Todos
los aspectos de la operación de una compañía (insumos, cadena de
abastecimiento, producción, clientes, operaciones, competencia e inversionistas)
se están viendo afectados por el cambio climático y otros problemas
ambientales. Convertir la crisis ambiental en una nueva oportunidad económica,
depende del liderazgo de los empresarios. El Fondo Monetario Internacional, ha
denominado el medio ambiente como área de los “nuevos yacimientos de empleo”, y
la Unión Europea asegura que el mercado mundial de productos y servicios
ambientales se acerca a los 300 mil millones de dólares anuales.
Un
estudio de la empresa consultora Price Waterhouse Coopers, realizado en
diversas partes del mundo, afirma que el 40% de los ejecutivos de las empresas
tecnológicas sostienen que el
“Movimiento Verde” crea nuevas oportunidades de negocio para sus compañías,
porque los clientes demandan cada vez más productos y servicios que no dañen el
planeta. Según este estudio, cerca de un tercio de los que participaron en el y
habían invertido en estrategias dirigidas a enfrentar el cambio climático,
están recibiendo beneficios sobre sus inversiones y la mitad de ellos esperan
frutos a corto o mediano plazo.
Negocio verde
Volver
verde una empresa consiste en determinar qué impactos produce al medio
ambiente, cuánta energía consume, cómo es el uso del agua y la cantidad de
desechos que produce. También implica revisar qué tan verdes son los
proveedores que la acompañan y eventualmente buscar una certificación verde voluntaria.
Aprender que significa
un negocio verde: Para
ser verde se necesita desarrollar una actitud hacia la sostenibilidad y las
buenas prácticas que se pueden incorporar en nuestra vida cotidiana. Cambiar la
forma de operar, desarrollar, producir y suministrar productos y servicios,
buscando siempre tener un impacto positivo sobre el medio ambiente.
Obtener información
sobre como con lo “verde” se puede ahorrar dinero: Algunas medidas sencillas, como
reciclar o disminuir el consumo de agua y energía, puede reducir costos de
producción. Aunque las materias primas o los suministros que respetan el medio
ambiente por lo general tienen un costo más elevado, a largo plazo pueden
significar ahorro en otros aspectos de la empresa.
Tener el concepto
“verde” desde la estructura de la empresa: Desarrollar el verde desde la misión y visión de la
empresa, integrarlo en el plan de negocios, promoverlo en los canales de
comunicación de la compañía, hasta comprar a proveedores verdes e integrarse a
una comunidad verde, son buenas acciones para convertirse en una Ecoempresa.
Reducir la generación de
desechos: Hay que
revisar los procesos y buscar maneras de
bajar el consumo de recursos naturales, como energía y agua, además de mejorar
la forma de eliminación de desechos. Se pueden reducir los residuos de
materiales de oficina, limpieza y jardinería.
Reutilizar: Este paso consiste en sustituir los
artículos desechables usados en la empresa por alternativas reutilizables. Es
importante tener en cuenta que reutilizar también significa tomar un elemento
que no se puede utilizar más y redistribuirlo a alguien que pueda darle un buen
uso, repararlo o reacondicionarlo.
Reciclar: Es probable que la empresa ya esté
haciendo algún tipo de reciclado de base. Sin embargo, se debe revisar
metódicamente cada uno de los procesos para verificar si todo lo que puede
tener una segunda oportunidad se aprovecha. El reciclaje disminuye la
contaminación y los desechos y ahorra energía. Latas, botellas, plásticos,
papel y cartón pueden ser reciclados fácilmente.
Desarrollar e
implementar una lista de verificación “verde”: Para garantizar de alguna manera que
los propósitos verdes se materialicen es recomendable designar a alguien en la
empresa “coordinador del negocio verde”, y asignarle la responsabilidad de
llevar a cabo una auditoría interna de los aspectos ecológicos y ambientales,
que con antelación, se han formulado e implementado.
Revisar los procesos: Esto implica examinar cada proceso y
procedimiento de la empresa, en el marco del ciclo de vida de los productos o
servicios que ofrece, desde la selección de materias primas, producción,
distribución, almacenamiento y uso, hasta su final de vida (reutilización,
reciclaje o eliminación); todo en términos del impacto en el medio ambiente.
Capacitación, educación y promoción: La ecoempresa debe promover cambios positivos ambientales y sociales. Trabajar con sus empleados, clientes, proveedores y otras similares del sector, será factor clave para que el verde se extienda.
CAPITULO 5
CEPAL en contravía del monetarismo
El progreso económico de América
Latina surgido a partir de la transformación de sus materias primas con su
punto de partida en el siglo XIX, no despuntó en la práctica. Es con la era
moderna cuando se torna auténtica la integración de los conceptos de desarrollo
e industrialización. Aparece la evidencia de cómo las economías de escala,
resultantes del proceso de manufacturación requieren grandes mercados, que
simultáneamente, constituyen la base insustituible para el crecimiento del
ingreso y el mejoramiento del nivel de vida.
La amplitud de mercados para productos
de procesos industriales condujo a integrar las economías en todas las regiones
del globo, pese a las diferencias de naturaleza política; en ninguna otra área del mundo, como la
indoamericana es tan notable el ejemplo para corroborar la afirmación
precedente.
Constituye un principio económico que
el desarrollo se consolida a través de la modernización y tecnificación de los
adelantos innovadores en todos los sectores de producción; renovación traducida
en incremento de bienes, servicios y multiplicación del área de rendimiento. Es
la revolución industrial la que trae consigo este concepto de fabricación en
masa del cual derivan las economías de escala; la actualización requiere del
acceso a grandes mercados por parte de los productores y el factor limitante
para los países subdesarrollados en la fase de implantación de los procesos de
manufactura, es la estrechez de la oferta y la demanda.
Del análisis sobre las fórmulas para
salvar obstáculos salieron teorías diametralmente opuestas en torno a la manera
de afrontar el problema del subdesarrollo. Tendencias agrupadas en dos escuelas
que en teoría están enfrentadas y es notable su divergencia por sus efectos
prácticos: La tesis cepalina, propiciadora del proteccionismo como instrumento
clave para el crecimiento económico y la escuela de los “monetaristas” o
política de fronteras abiertas al comercio internacional.
En cuanto a la doctrina cepalina, su
creador fue el economista Raúl Prebisch, persona que prestó un invaluable
servicio de apoyo teórico al movimiento de integración indoamericano. No existe
otro que lo haya superado con nuevos planteamientos. En los años 90 se
pretendía postular al monetarismo como la carta de salvación de América Latina,
pero su esencia es desintegracionista, por más discursos y declaraciones
altisonantes en su favor. Resulta un modelo retórico y desestabilizador.
Al evocar la economía de los años 40
es preciso citar la publicación y aplicación de la obra “Introducción a Keynes”
editada en 1948. Es a partir de ahí, cuando el economista Prebisch concentra su
atención en el estudio del enigma de cómo elevar el nivel de vida y el
bienestar general de la población tercermundista. En 1949 aparece “El
desarrollo económico de América Latina y algunos de sus principales problemas”,
documento conocido como el “Manifiesto de la Cepal”, donde convergen y
articulan las ideas contextualizadas desde la cátedra en la teoría y como
ministro de Economía de Argentina en la práctica.
Prebisch esboza sus conceptos en torno
a la necesidad de la integración económica y demuestra cómo la estrechez de los
mercados latinoamericanos es un factor limitante para el crecimiento de la
industria, que podría fortalecerse con el esfuerzo combinado de países que, por
su situación geográfica y la versatilidad de su producción, estarían en
condiciones de consolidarse.
Centro y periferia
Afianzado el andamiaje conceptual de
tan novedosas argumentaciones, se consolidaría en Indoamérica la teoría
Prebisch-Cepal para el desarrollo, que parte de las ideas de su gestor sobre el
centro y la periferia, la tendencia secular al deterioro de los términos de
intercambio, la necesidad de industrialización y el incremento hacia adentro a
través de la sustitución de importaciones y su análisis estructuralista al
fenómeno del subdesarrollo. Prebisch elaboró una completa y sistemática
hipótesis respecto al crecimiento y la integración latinoamericana.
El conjunto de conocimientos de su
prolija obra, llevó a pensar en las ventajas que podrían derivarse de la
defensa para grupos de países con dinámica, establecimiento de ofertas y
demandas comunes, al eliminar las barreras aduaneras entre las naciones
asociadas, logrando así la protección de la competencia externa -que el
monetarismo calla-, y la ampliación de los mercados.
La generalizada aceptación de los
principios teóricos del cepalismo por parte de los Presidentes andinos
fundadores del GRAN, se tradujo en acciones concretas y dio lugar al
establecimiento de fábricas que atendieron la solicitud interna de los bienes
de consumo. El tamaño de compradores y vendedores en cada país demostró su
directa relación con la eficiencia de un proceso industrial, y como es fácil
suponerlo, los Estados con mayores posibilidades en el campo económico
indoamericano fueron, primero Brasil y México, seguidos por Argentina. De ahí
surgieron las ideas de la protección colectiva. Era necesaria la creación de
mercados comunes en América Latina, donde todo crecimiento presupone la
ampliación de la oferta y la demanda que, a su turno, puede complementarse con
la eliminación de barreras entre naciones.
Estas bases racionales dieron sustento
al gradual establecimiento de cuatro movimientos integracionistas indoamericanos,
orientados hacia la comunidad económica, planteamientos que llevaron a
consecuencias extremas en el campo político: Respaldo a la industria a través
de las barreras aduaneras, por medio de restricciones cualitativas y
cuantitativas e inclusive cambiarias. Surgió la antítesis teórica de postulados
opuestos que invocaban la reapertura de fronteras para poner fin a la
ineficiencia en fábricas artificiales, creadas al amparo de protecciones
excesivas.
Los Estados latinoamericanos, como en
el librecambismo del siglo XIX, vuelven a abrazar hasta peligrosos límites
teorías de la más pura estirpe liberal, abriendo sus puertas al negocio
internacional, con sustanciales reducciones en derechos aduaneros y eliminación
de las restricciones de naturaleza cualitativa, cuantitativa o cambiaria al
comercio exterior.
En este último aspecto, Chile termina
por sepultar su estatuto cambiario, protector del ahorro y del capital
nacional, para imponer el modelo de desarrollo económico del monetarismo. La
decisión 24 del Pacto Andino, constituía piedra de escándalo en Indoamérica y
motivó el retiro de Chile del GRAN.
El marco teórico del monetarismo aboga
por el establecimiento de tasas de cambio reales, como único instrumento para
proteger la producción interna, -entiéndase devaluación progresiva- y vehículo
para otorgar competitividad a la creación de bienes materiales domésticos
absorbidos por los consorcios trasnacionales e impulsarlos a la conquista de
los mercados globales.
Esta tendencia caracterizó la década
del setenta y condujo a la expansión en la liquidez internacional, con un
aumento desproporcionado en los precios del petróleo. La abundancia de
petrodólares permitió a los países tercermundistas olvidar su atávica estrechez
financiera, al recibir toda suerte de préstamos leoninos para obras
improductivas. Adicionalmente, soplaron vientos suaves en las balanzas de pago,
paralelo a la ingeniería de la corrupción.
Las consecuencias fueron desastrosas
frente a los frutos cepalinos. En el florecimiento monetarista los que
sufrieron directamente el dardo mortal serían los movimientos comunitarios:
Incumplimiento al interior de los países integrados a porrillo, domesticación
trasnacional en la industria y el mercado local y restauración de la (Sacra)
institución del contrabando, que siendo delito pasó a la contravención, para
felizmente poner, como en Brasil, el 60% de su población en la economía
informal de subsistencia.
La falta de capital de las industrias
autóctonas para impulsar una economía de escala, los baches tecnológicos, cuya
transferencia no se regala ni se vende honestamente y la menor calidad de
nuestros productos, son agentes que inducen a la quiebra o a la venta al mejor
postor internacional de las factorías, primero en mixturas y luego en
expediciones totales a precios de bancarrota. Y algo más: Imposibilidad de
subsistir en sus propias marcas por la desprotección estatal y la competencia
externa. Es, palabras más, palabras menos, bajo ahorro doméstico,
desnacionalización de los Estados locales o integrados y apertura de oferta y
demanda para la avaricia transnacional y enfrentamiento con las barreras
arancelarias de los países desarrollados.
No podría pensarse que en la región
fracasaron las teorías cepalinas. En América no hubiese sido posible la conformación,
ni aún de las más rudimentarias ramas de la producción industrial para simples
bienes de consumo, sin la protección ofrecida por los aranceles y otros
mecanismos restrictivos o de fomento, a pesar de algunas malversaciones.
Muchas naciones con el más alto
desarrollo industrial no pueden exigir que el futuro sea la involución y
disolución de nuestro ser económico como pueblos, porque ellas mismas constatan
que las enormes diferencias existen en el grado de adelanto de la estructura
productiva en sus propios países, que los llevó a decidir lo indispensable,
ofrecer alicientes y subsidios para el establecimiento de fábricas en sectores
deprimidos que requieren con urgencia la creación de fuentes de empleo.
Pese a lo anterior, nos están
convenciendo que la planeación hay que acabarla por ser instrumento económico “socialistoide”, pero las potencias lo
hacen porque es la manera de consolidar su desarrollo. ¿Por qué entonces el
Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial obligan a lo contrario?.
¿Será que se impone el pensamiento de
Bolívar al hacer claridad hace dos siglos respecto a que “el débil que pacta con el fuerte, vivirá bajo
su tiranía eternamente”?.
Si faltara profundización,
contextualicemos los escritos de los tratadistas estadounidenses Friedman y
Corifeos quienes manifestaron que la integración regional no constituye panacea
alguna para América Latina. Hay otros como Sídney Dell, quien opina sobre el
tema: “…Tal integración no disminuirá la
necesidad de hacer reformas políticas, económicas y sociales. Y tampoco puede
ejercer una influencia benéfica sin estas reformas. Inclusive, por lo que
respecta a problemas del comercio exterior, su contribución en los años
próximos solo puede ser limitada y ciertamente no descartada la necesidad de que
los países en desarrollo cuenten con un mayor acceso a los mercados de los
centros industriales”. Y concluye con una afirmación: “… Si las energías de los pueblos latinoamericanos se orientan hacia
metas de desarrollo con mayor eficacia que en el pasado, la coordinación de sus
esfuerzos sobre bases regionales, aceleraría significativamente la consecución
de tales objetivos”.
Los integracionistas de América Latina
tenemos que señalar dónde está el principal enemigo referenciado en el modelo
de desarrollo económico impuesto por el neoliberalismo monetarista y
librecambista. La CEPAL, fallecido su creador quien fue subsecretario de la
ONU, continúa con su visión futurista, no sólo en terminología sino con el
análisis sobre los sucesos de nuestro Continente. Por lo anterior se reitera su
concepción desde 1986 a 1990 en sus informes, cuando afirma: “los argumentos en pro de la cooperación y
la integración regionales deben encuadrarse en una perspectiva de largo plazo,
que reconozca la necesidad de superar la condición periférica de América Latina
en la economía mundial y de promover la industrialización como eje del proceso
de desarrollo económico”. Causa de la integración, debe constituir la
plataforma de lanzamiento para la exportación de manufacturas latinoamericanas
hacia los centros adquisitivos.
Decir que el eje del desarrollo es la
transformación de las materias primas no significa abandonar el campo; razón
histórica de los quehaceres nacionales, será entender que el sector primario de
la economía debe llegar a convertirse en la esfera de unidades análogas
públicas y privadas que produzcan bienes y servicios para su venta, a un precio
que cubra su costo y satisfaga necesidades de la Humanidad.
La agroindustria a escala subregional
no es una utopía, es la complicidad para no cambiar las relaciones de
producción en nuestros campos; para mantener la estructura actual de
privilegios de los terratenientes, con tierras
magníficas en el negocio de la compraventa, el lote de engorde, el
urbanismo glotón y descuadernado, el subempleo en espacios de ganadería
extensiva, el minifundio improductivo o de subsistencia, la carencia de
técnicas adecuadas para la fabricación, el crédito fácil y el reordenamiento de
la propiedad como bien social para hacer frente al drama del hambre en
Indoamérica, despensa mundial de alimentos.
Es no querer la reforma agraria y
seguir ignorándola para vender excelentes tierras “estériles” a los capitalistas del campo, muchos de ellos
extranjeros. Es no entender que las “dádivas
libres de nuestra naturaleza” deben ser para quienes las trabajan y no para
los mercaderes del agua y la minería, destructores de vidas, violadores de los
derechos humanos y aniquiladores de la
biodiversidad.
Concluimos que al monetarismo no le
interesan las reformas estructurales en el campo y además, poca importancia
concede al sector, fuente de nuestros mayores ingresos.
De otro lado, la economía coquera
despertó exclamaciones y ditirambos para no tomar en consideración su problema
de fondo: La modificación introducida en la estructura de tenencia y
productividad de la tierra en el campo andino. Asimismo, Colombia al ingresar
al Acuerdo de Cooperación en el Pacífico, tendrá un reto específico: Evitar el
hurto diario de su riqueza ictiológica por naves norteamericanas, japonesas,
"soviéticas", chinas o panameñas, siendo una de las naciones del
Continente con más costas marítimas -2.600 kilómetros de extensión- y a
sabiendas que el comercio mundial se desarrolla en un 60% en aguas del
Pacífico. Pero al monetarismo no le interesa para nada la defensa autóctona de
las riquezas; afirma que se trata de un cliché obsoleto y retardatario, el
discurso de la soberanía nacional, subregional o regional.
Por ello, la integración es
considerada un enemigo, la cual hay que destruir de golpe, como en el caso de
Chile con Pinochet, que se pone de ejemplo y parangón en Bolivia, Perú,
Ecuador, Venezuela y Colombia, donde la norma de oro es plena libertad para las
empresas extranjeras.
El saqueo del ahorro nacional es la
consigna del monetarismo; igualmente el debilitamiento de los procesos de
integración, sustituidos por acuerdos bilaterales y tratados de libre comercio
entre poderosos y débiles, aún cuando por conveniencia política se hable de
procesos comunitarios en rimbombantes declaraciones presidenciales y
ministeriales. Es la ley “del pez grande tragándose
al chico”.
Acta de Barahona
Los Presidentes andinos dieron un paso
esencial para el futuro de la Subregión al aprobar en diciembre de 1991 en
Cartagena, la Unión Aduanera y la Zona de Libre Comercio entre los países
miembros.
Más allá del impacto económico y los
efectos comerciales del acuerdo bolivariano, las implicaciones geopolíticas de
la cumbre son trascendentales, pues existe una clara voluntad política del más
alto nivel para dar un paso definitivo hacia la integración.
La disposición nace de circunstancias
significativas y particulares. En efecto, existe identidad entre los
Presidentes de Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela en torno a la
necesidad de profundizar la democratización política y la apertura económica de
sus respectivas sociedades. La empatía que parece existir entre sus
mandatarios, producto de problemas
comunes, el malestar social por los ajustes económicos, la economía subterránea
y la violencia, constituyen factores que logran tangencialmente la unión del
mundo andino.
Bases del Acuerdo
Los ciudadanos bolivarianos,
aproximadamente 135 millones para el año 2015, podrán adquirir los productos
fabricados en la subregión y originarios de los países, sin impuesto alguno
(sólo pagarán el IVA), siempre y cuando tengan el certificado de origen andino.
Soñar no cuesta nada.
La constancia de procedencia será
expedida en cada país por el organismo competente y se entregará si el producto
tiene un agregado nacional de 40% con excepción de los automóviles para los
cuales rige el 50%, siempre y cuando los tratados de libre comercio no
destruyan la incipiente industria automotriz y las ciudades bolivarianas no se
encuentren invadidas de todo tipo de marca, generando caos en la
movilidad.
Asimismo se definió el arancel externo
común, prescindiendo de la norma a los vehículos, para los que rige el gravamen
de 40%, porcentaje con vigencia hasta enero primero de 1995, cuando comience a
operar el 35%.
Se acogió la propuesta de disminuir
los subsidios a las exportaciones y la eliminación de listas de excepciones,
vigentes entre las naciones.
Zona de Libre Comercio
A partir del 1º de enero de 1992, los
productos de Bolivia, Colombia y Venezuela circulan libremente, pagando sólo el
impuesto indirecto del IVA. En julio de 1992 se comprometieron los artículos de
Perú y Ecuador con las mismas condiciones.
Esto permite que hacia el año 2000,
118 millones de habitantes disfruten los adelantos de la industria andina,
cancelando sólo el IVA respectivo de cada país.
Tomando exclusivamente la población
económicamente activa, como mercado potencial con capacidad adquisitiva, la
comunidad objeto de oferta y demanda se reduce aproximadamente a 38.9 millones
de habitantes, en una extensión territorial de 4 millones 718 mil 320
kilómetros cuadrados discriminados así:
BOLIVIA 3.6 millones sobre un total de 10.9 millones
COLOMBIA 13.4 millones sobre un total de 40.5 millones
ECUADOR 4.5 millones sobre un total de 13.8 millones
PERÚ 8.8
millones sobre un total de 26.8 millones
VENEZUELA 8.6 millones sobre un total de 25.9 millones
Arancel externo común
No obstante que en el acta de Barahona
quedó expresado que los países adoptarían un AEC, su negociación se prolongó
por dos años más y a mediados de 1994 se logró un acuerdo cuyos puntos
fundamentales se describen a continuación:
A partir de enero de 1995, los
miembros del GRAN pondrán en vigencia el arancel externo común, constituyéndose
en un positivo avance. A este acuerdo se llegó después de negociaciones, luego que Ecuador
flexibilizara su posición con respecto a 400 productos que deseaba fueran
exonerados determinándose un lapso de cuatro años, dentro de los cuales se vincularía
a las listas generales en forma gradual. El AEC se conformó con cuatro niveles
básicos arancelarios:
ü
5%
aplicado al 35% del universo arancelario, incluye insumos y materias primas no
producidas en la Subregión.
ü
10%
para el 16% del universo arancelario, que comprende materias primas e insumos
no producidos y algunos bienes de capital.
ü
15%
para el 25% de este universo, referente a bienes intermedios y de capital.
ü
Un
porcentaje reducido de posiciones refiere automóviles y otros productos. Los primeros
tendrán un arancel de 35% y el resto 0%.
Para la corrección de distorsiones a
la competencia, que surjan como resultado de la lista de excepciones otorgadas
a Ecuador, se acordó que los productos deberán cumplir con requisitos de origen
específico para gozar de una zona de libre comercio.
Con este acuerdo, los pasos futuros
estarán concentrados en la coordinación de las políticas macroeconómicas y en
el libre tránsito de personas entre los países andinos.
En el caso particular de Colombia, la
determinación de aprobar el AEC, permite mejorar sus lazos comerciales con los
miembros del grupo, si consideramos que con estos países se efectúan
operaciones de importancia y ocupan en conjunto el segundo lugar; las
exportaciones menores, repuntaron desde 1990 en forma relevante.
Al destacar que el Acuerdo de
Cartagena al caminar en sus 25 años desde su puesta en marcha y en la
celebración de sus bodas de plata se llegó a la adopción del AEC, se concluyó
que han sido difíciles las negociaciones: Se cedió el control sobre la
competencia que viene del exterior, a su producción interna.
La Unión Aduanera Andina, que permite
aplicar los mismos niveles de aranceles para las importaciones de terceros
países, crea una nueva situación en lo referente a los registros de comercio
exterior y obliga a los fabricantes nacionales a mejorar la calidad de sus
productos y proporcionar precios competitivos de venta en el interior.
Eliminación
de subsidios a las exportaciones
Del acuerdo logrado por los
mandatarios, se incluyó la eliminación de los subsidios cambiarios, financieros
y fiscales referidos a impuestos directos para los productos de exportación.
Referente a Colombia, la medida implicó modificar el sistema del Certificado de
Reembolso Tributario (CERT).
Para definir aspectos particulares y
específicos de estas disposiciones se nombró una comisión de alto nivel,
conformada por representantes de los países miembros y la Junta del Acuerdo de
Cartagena. Dentro de sus funciones, identificarán los productos o sectores cuya
elaboración o comercio intrasubregional podrían verse perjudicados por
costumbres distorsionadoras de la competencia.
Los cinco mandatarios definieron como
fecha de entrada de las medidas adoptadas el primero de febrero de 1992 para
Bolivia, Colombia y Venezuela, y se dio un margen hasta el 1 de julio de 1992
para Perú y Ecuador.
La vigencia de este acuerdo está en
función del adelanto que se obtenga en las negociaciones futuras para implantar
la integración económica. De las decisiones que se logren con respecto a los
demás sectores productivos, dependerá llegar a la implantación del Mercado
Común Andino, el cual incluye la libre movilidad de personas por los países
asociados y la eliminación de tratamientos excepcionales para algunos
artículos.
No cabe duda que para la puesta en
práctica de un acuerdo de esta trascendencia, fue necesario una decisión de
alto nivel como la que se dio por parte de los mandatarios bolivarianos. No
estamos relegándonos en términos mundiales y todo hace pensar que al menos los
Estados andinos decidieron quedar a tono con los retos que impone la
globalización de las economías y la imperiosa necesidad de negociar en bloque.
TERCERA
PARTE
FUTURO
CAPITULO
6
DESARROLLO
ANDINO EN EL PACÍFICO
Circunstancia que causa inquietud en
los países firmantes del Acuerdo de Cartagena, es la insatisfacción en el
cumplimiento de los objetivos de beneficio común para sus integrantes.
Por ello, es necesario no sólo
resolver aquellos problemas que afectan la concertación de políticas comunes,
sino buscar nuevos frentes de realización con responsabilidades que
intensifiquen la acción conjunta.
Para alcanzar estos logros, se deben
explorar las vocaciones geopolíticas y estratégicas en la región bolivariana,
donde se destacan cuatro áreas de influencia:
§
Área
andina
§
Área
amazónica
§
Área
Pacífico
§
Área
Caribe, complementada por la presencia natural de Colombia y Venezuela en la
costa sur de dicho mar.
La motivación central es la de exponer
y discutir la factibilidad de la delimitación de una Zona Natural de Influencia
de los Países Andinos en el Pacífico, incluyendo Chile, entendiendo dicha zona
la conformada por la proyección de los mares territoriales de Colombia, Ecuador,
Perú y Chile, con una demarcación geográfica precisa: Al oriente por la costa
del Pacífico de América del sur. Al oeste por la proyección del extremo de las
aguas territoriales colombianas en el Pacífico, uniéndose en línea recta al
punto limítrofe de las aguas territoriales del Ecuador en las Islas Galápagos;
éste punto enlazado con el límite
occidental de las aguas territoriales chilenas con eje en la Isla de Pascua y a
partir de allí una línea vertical hacia la costa continental antártica.
A su vez, el norte estaría delimitado
por el punto colindante del espacio marítimo colombiano; y al sur por la
porción de costa que queda encerrada entre el litoral geográfico antártico y el
límite oeste del reclamo territorial chileno sobre el continente blanco.
El criterio para generar el reclamo de
soberanía andina acerca de la Antártida se basa en la teoría de la defrontación, que propicia la proyección geométrica de
las porciones extremas de un área de dominio sobre otro territorio factible de
ocupación.
Es el caso específico de Colombia con
prospectación al continente blanco de la Isla de Malpelo, cuyo territorio
genera un área económica de 200 millas en su entorno.
Efectos y ventajas de la realización del objetivo geopolítico propuesto
La ejecución del esquema geopolítico
-zona natural de influencia y territorio antártico-, generaría estas
consecuencias:
§
Un
factor de unión y acción política internacional para los países del Pacto
Subregional Andino y Chile.
§
Con
visión de mediano y largo plazo, asegurar la soberanía de vastos y variados
recursos naturales de la zona.
§
Presencia
de las naciones del Grupo Andino y Chile en las presentes y futuras
interrelaciones este - oeste de la Cuenca del Pacífico.
§
Definición
de la participación del Pacto en la dinámica del futuro mar-eje del planeta.
§
Incremento
en la capacidad de negociación de los Estados participantes del esquema
propuesto, frente a las potencias dominantes del Pacífico.

§
Auge
de los mecanismos de presión conjunta, frente a los intereses económicos que
explotan la riqueza oceanográfica de la prospectada zona natural de influencia de los países
andinos de Suramérica, incluyendo la neutralización de la actividad nuclear de
los franceses o de cualquier otra potencia en el Pacífico sur.
§
Participación
en el proceso de internacionalización de la Antártida, con un derecho de
prospectación geográfica continental, para evitar que la gravitación de las
potencias se convierta en explotación exclusiva de la zona.
§
Acrecentamiento
de la posibilidad de intervención en el desarrollo científico y tecnológico de
la Antártida, así como en la totalidad de la Cuenca del Pacífico.
§
Sustentado
en la declaración de zona de influencia, que cubriría las aguas y riquezas
superficiales y las de profundidad, nuestros países pueden proyectar el
territorio en su total extensión -incluyendo la demarcación propia de la
Antártida-, hacia el área ultraterrestre, con el fin de reglamentar, negociar o
participar en la utilización científica o comercial de la porción espacial que
les correspondería.
§
La
proyección geométrica de la zona de influencia natural y territorial antártica
en el espacio, estaría generada por la sumatoria de sus áreas ancestrales, el nuevo territorio de
penetración en el Pacífico y obviamente el continente blanco en su gran dimensión.
§
Propender
por el acercamiento de Chile hacia el GRAN basado en el respaldo y seguridad
que ofrezcan los cinco países a sus reclamos antártico-continentales, porción
oeste.
§
Adición
en su extensión física para Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Bolivia y
Chile. Para Venezuela sería la adquisición de una porción de costa sobre el
Pacífico extremo sur; en el caso de Bolivia, el logro de costa en el Pacífico
que le ha sido negada; Chile solidificaría sus reclamos de espacio en la
Antártida; y para Colombia, Ecuador y
Perú significaría una proyección territorial contemporánea sobre el Pacífico.
Antártida
Descripción geográfica
Se ha definido la base sur de la zona
de influencia como la porción de la costa antártica encerrada entre el punto de
proyección vertical del extremo oeste del mar territorial chileno -con eje en
la Isla de Pascua- y el límite oeste del reclamo antártico continental chileno.
Este arco de la costa del continente
antártico genera un territorio triangular invertido, cuya base es el fragmento
de la costa ya detallada y como lados triangulares las líneas de proyección a
partir de los puntos este y oeste antes mencionados.
Es una porción de tierra compleja y
prometedora. Para valorarla es necesario entender las características geográficas y físicas de
la Antártida.
La
Antártida es un
continente situado en forma concéntrica alrededor del Polo Sur, que no tiene
población humana indígena, débilmente habitada por estaciones de investigación
científica de varios Estados.
El Continente Antártico se perfila
cada vez más como un importante eje geopolítico, operativo, logístico y centro
de conservación ecológica e investigación científica.
Descripción geográfica
Hacia la Antártida miran las
extensiones más australes de Suramérica, África y Australia, siendo la
distancia más cercana el Paso Drake, que define un espacio entre el territorio
argentino de Tierra de Fuego y el extremo de la Península Antártica, con
intervalo aproximado de 970 kilómetros.
Este continente es el quinto en tamaño
del planeta y contiene en su interior un sistema orográfico de pronunciada
elevación, que guarda dentro de su espacio continental el 90% del hielo del
mundo y el 70 % de las reservas de agua dulce del planeta. El hielo tiene
profundidad promedia de 2.100 metros y es allí donde surgen inmensos icebergs,
los cuales son verdaderas islas flotantes de varios centenares de kilómetros
cuadrados de extensión.
Dentro del continente, en los lugares
donde los glaciares han retrocedido o disminuido -especialmente en las áreas
periféricas de la Antártida-, se encuentran extensiones libres de hielo,
verdaderos desiertos, rígidos y áridos.
En síntesis, estamos frente a un
continente por descubrir, inmenso en sus promesas de recursos naturales dentro
de la inconmensurable masa de su territorio cuasi-circular y un diámetro de 4
mil 500 kilómetros.
La Antártida no es plana, manifiesta
áreas en extremo rugosas, con alturas
que pueden llegar a los 4 mil metros y volcanes como el Erebus y el Melbourne.
El continente blanco no posee vegetación y la única manifestación nativa son
los líquenes, que no llegan a dos pulgadas de altura en su máximo desarrollo.
Su fauna gira alrededor de pequeños
artrópodos, algunas aves, pingüinos y leones marinos llegados al continente por
migración con propósitos de procreación. Al respecto, Brasil desarrolla
estudios en profundidad de planctón y animales bentónicos que viven en el fondo
del mar.
Las temperaturas de esta nevera
natural, en la región costera, oscilan entre un máximo de 0 grados centígrados
y un mínimo de menos 20 grados, llegando en el interior continental a menos 89
grados centígrados; recordemos el caso del invierno de 1983 en la estación de
Vostok. Sin embargo, el Continente recibe radiación solar difusa, prácticamente
sin contaminación alguna. La combinación de la irradiación solar existente, la
permanente y extensiva cobertura del hielo, produce un índice de reflectividad
solar que llega a valores del 75 al 90%.
Este misterioso continente también
posee ciclónicas actividades de viento, llegando a corrientes hasta de 161
kilómetros por hora. De hecho, las aguas del Paso Drake son en algunos meses
del año peligrosas para la navegación, debido a los fuertes oleajes generados
por los intensos vientos.
Geológicamente la Antártida se divide
en dos partes: Antártida Este y Antártida Oeste, tomando de eje la proyección
del cono sur de nuestro subcontinente.
La Antártida Este es la conformación
de tipo plano cubierto de hielo. Sus rugosidades orográficas más importantes
están representadas por las montañas transatlánticas.
Por su parte, la Antártida Oeste, es
pequeña pero variada y comprende las llamadas tierras de Marie Byrd, la Tierra
de Elisworth, las islas del llamado Scotia-Ridge y otras
En la Antártida Oeste existen
depósitos de carbón de seis metros de espesor, procedentes del Periodo Pérmico.
Además, la existencia de abundantes plantas y fósiles, quizás del mismo
Periodo, le da más fuerza a la tesis según la cual, la Antártida no fue siempre
un continente glacial sino que tuvo temperaturas propicias al desarrollo biológico
de su superficie.
Oceanografía
La superficie acuática del continente
Antártico suma 32 millones 248 mil kilómetros cuadrados, con profundidad
promedio de 3 mil 701 metros.
Ahora bien, la gran mayoría de las
aguas antárticas manifiestan presencia de hielo con plataformas que tienen
hasta 70 metros de grosor por encima del nivel del mar. El hielo se torna en
barrera infranqueable que rodea el continente entre los meses de abril y
septiembre.
Vida
terrestre
De sus 14 mil kilómetros cuadrados,
únicamente un cuarto o cinco por ciento se encuentra libre de hielo y
nieve; es un territorio que sólo produce
una pobre vegetación criptogámica y una mínima microfauna invertebrada. Sus
suelos carecen de humus y la única fuente real de fertilizantes naturales se
concentra en el guano, depositado por cientos de miles de pájaros migrantes
hacia el Continente en un periodo determinado del año. Asimismo, las eyectas
provenientes de los pingüinos en sus extensas colonias generan concentraciones
de fosfatos y nitratos.
Referente a las algas, domina la azul
–cyanophyta-. Esta planta, especialmente su género Nostos común, transforma el
nitrógeno atmosférico en formas orgánicas, las cuales auxilian los suelos donde
actúan. Se encuentran también protozoos que representan cinco órdenes y 29
especies.
En cuanto a las plantas se han
clasificado 800 microespecies, destacándose la presencia de líquenes. La poca
flora existente tiene su excepción en las criptógamas.
La fauna invertebrada comprende 112
especies de artrópodos, 50 de las cuales son parásitos de los pájaros y leones
marinos. El ecosistema terrestre antártico es simple y se manifiesta
especialmente durante el periodo de verano.
Vida
marina
En la Antártida se clasifican 45
especies de pájaros, destacándose el pingüino emperador, el petrel antártico y el
skua polar, los cuales extraen su alimento del mar y en su mayoría, utilizan el
Continente de centro de procreación.
Los mamíferos antárticos, son todos
oceánicos y están clasificados en 12 tipos de cetáceos y 8 de leones marinos.
Se encuentran otros mamíferos introducidos por el hombre, especialmente en las
islas de Georgia del sur y Kerguelen, que incluye ovejas y ratas.
Los mamíferos antárticos en especial
los leones marinos, poseedores de hermosas pieles, están al borde de la
extinción por su cacería incontrolada y cruel.
El factor más importante de la vida
marina en la Antártida es su rica capacidad de producir fitoplancton y
zooplancton, resaltando de este último el Euphasia Superba, especie de pequeño
camarón que sirve de comida a las ballenas, peces, pingüinos, pájaros y leones
marinos. Las ballenas consumen durante sus tres meses de estadía en el
Antártico cerca de 150 millones de toneladas del Euphasia Superba o Krill; Se
calcula que al año para consumo de la Humanidad, pueda extraerse de las aguas
del continente blanco 10 mil millones de toneladas de la citada variedad.
Descubrimiento
de la Antártida
Fueron los polinesios quienes
visitaron por primera vez la Antártida en el año 650 de la presente era, aunque
hay quienes especulan que marineros fenicios la avistaron mil años antes de
nuestra época. Lo cierto es que algunos mapas del siglo XVI muestran una masa
de tierra denominada Terra Australis
Incógnita, que lo refiere.
Hacia la mitad del siglo XVIII, el
francés Bouvet encuentra las islas que hoy llevan su nombre y contacta los
inmensos icebergs antárticos. En 1774, el inglés Cook descubre las Islas
Sandwich del sur. El primer documento probatorio del principal desembarco
organizado en la península antártica constata al realizado el 7 de febrero de
1821 por el capitán John Davis de New Haven. Posteriormente americanos,
británicos y rusos continuaron sus viajes alrededor del territorio, elaborando
datos y mapas que más tarde fueron aprovechados por cazadores de mamíferos marinos
y ballenas.
A comienzos del siglo XX, cruzaban
estas frías aguas barcos de procedencia surafricana, neozelandesa, noruega y
australiana.
En la conquista del Polo sur entre
1898 y 1911 destacan el belga Gerlache, los británicos Borchegrevink y Scott, El
alemán Drygalski, el sueco Nordenskjold y los franceses Bowers, Wilson, Mawson,
Flichner, Shirase y Schackleton, quienes lograron la penetración y cruce del Continente por
etapas.
Entre 1920 y 1941, con mejores equipos
y elementos, la exploración se hace factible y completa, sobresaliendo el
aviador Byrd de origen americano, el británico Mawson y el noruego Christensen.
De 1943 a 1955, americanos,
británicos, argentinos y chilenos manifestaron vivo interés por la Antártida. A
partir de esa época al tiempo presente, noruegos, neozelandeses, franceses,
brasileños, británicos, rusos, argentinos, chilenos y australianos, definieron
espacios soberanos dentro del espacio antártico, presentándose una vasta área
aún no reclamada que va del meridiano 90 al 150. Esta porción territorial
podría caber dentro de cualquier futura proyección geométrica continental de la
costa Andina Suramericana del Pacífico.
Aspiraciones
territoriales
Alguno de los reclamos territoriales
contemporáneos sobre el Continente Antártico y aguas adyacentes están
representados así:
El denominado espacio antártico británico que cubre desde el meridiano 20 oeste
al 80 oeste, con límites en los paralelos 50 y 60 sur. Este territorio estaría
constituido por un área de soberanía que incluye a las islas Orcadas del Sur,
Sandwichs del Sur, Georgias, Rocas
Cormoranes y una amplia porción continental austral, limitada por los
meridianos 20 y 80 oeste.
La solidez de tales reclamos le daría
más fuerza a las posesiones británicas sobre las islas Malvinas.
·
El
reclamo argentino que cubre desde el meridiano 25 oeste hasta 74 oeste.
·
La
proyección continental chilena que abarca desde el meridiano 53 oeste hasta el
meridiano 90 oeste, punto coincidente con la prospectación vertical de sus
aguas territoriales en el Pacífico.
·
La
posibilidad de un reclamo o presencia estadounidense entre el meridiano 90° y el
150° oeste, en el espacio conocido Marie Byrland, poseedor de una estación de
estudios antárticos denominados Byrd Station. Es precisamente en esta área en
la cual recae la proyección continental antártica de la zona natural de
influencia de los países del Pacto Andino en especial sobre la extensión del
Mar de Amundsen.
·
El
reclamo de Nueva Zelandia comienza a partir del meridiano 150 limítrofe con el
de Australia, considerado como el más grande de los pretendidos, pues forma un
inmenso arco que da al meridiano 55 este. Dentro del área exigida por Australia
existe una demanda francesa limitada por los meridianos 142 y 136 este.
·
La
aspiración noruega que parte del reclamo australiano terminando en el inicio de
la petición británica, sobre los 20 grados oeste. Por último, el interés de la
Comunidad de Estados Independientes que ha previsto la posibilidad de
establecer bases o estaciones de investigación científica.
Reclamo andino
Aparte de una promocionada
internacionalización de la Antártida, los intereses de varios Estados autónomos
buscan crear áreas de soberanía en dicho continente. Es hora que los países de
habla hispana, de ancestro común, de comunidad de intereses de América del sur,
reclamen la porción territorial antártica que les pertenece, por proyección
geográfica y por naturaleza de vocación geopolítica. No hacerlo significaría
renunciar a oportunidades y realidades transfronterizas que emergen en el horizonte;
además ya es tiempo que las potencias tradicionales cesen en su conocida política de delimitar
los mapas geopolíticos del mundo para usufructuar los recursos encontrados en
sus territorios.
Esta nueva frontera no sólo
prospectaría para nuestros países un horizonte geoeconómico más amplio y rico,
sino que incrementando la variable espacio entregaría a las futuras generaciones un campo de mayor
libertad de acción y usufructo; entre otras razones, porque los países andinos
pueden ejemplarizar ante el Tercer Mundo su condición de concretos hacedores de
una nueva geografía e historia, en especial después de la “Declaración de Viña
del Mar” que tomó la decisión de preparar, lo más rápidamente posible, un
instrumento internacional de protección del medio ambiente del continente
blanco y sus ecosistemas asociados.
En el caso particular de Colombia, su
ingreso al tratado de la Antártida data de 1988, en calidad de miembro no
consultivo del organismo. Posteriormente, bajo la dirección de la Cancillería
se constituyó un departamento antártico para deliberar sobre la problemática
antes descrita, el cual no funciona.
Malpelo, fundamento geoestratégico
Situada aproximadamente a 270 millas
náuticas de la costa pacífica colombiana, ésta formación rocosa, emergente del
océano en tiempos prehistóricos, es el extremo occidental del país. Su
localización permite extender la perspectiva geográfica de Colombia hacia la
Antártida.
Tiene una altura de 376 metros sobre
el nivel del mar, superficie aproximada de 3 mil 400 metros y paredes
verticales que descienden más allá del centenar de metros. No es una isla sola,
a su alrededor existen 10 islotes, resultado de prolongaciones emergidas del
mar desde profundidades que llegan a los 4 mil metros.
A lontananza, este promontorio se
observa desolado y estéril, y a primera vista la vida en él parece un
imposible, pero la realidad es que Malpelo es una isla de singular belleza;
tienen flora y fauna y desde las olas que se estrellan contra sus acantilados,
comienza a mostrar una vitalidad propia.
Su fauna es exuberante, a tal punto
que muchos de sus ejemplares son únicos en el planeta: herbívoros, aves
migratorias y peces en abundancia; chernas, jureles, atunes y pargos en sus
aguas costeras, cetáceos y tiburones de ocasional vista, es el maravilloso
mundo animal de la ínsula.
La flora está compuesta por especies
inferiores de helechos y gramíneas, además de musgos y líquenes que constituyen
la base alimentaria de sus pobladores terrestres y marinos.
Es tal la pródiga vida animal y vegetal,
que Malpelo ha sido denominada por los biólogos “La roca viviente”, punto de
encuentro entre las especies animales de los océanos Indico y Pacífico.
Pese a su importancia ecológica, la
isla no ha sido estudiada a fondo, por lo cual valdría la pena destinar
recursos a su investigación y conservación, porque cualquier modificación de su
ecosistema o mala utilización de sus inmensas potencialidades podría generar un
proceso de contaminación o en últimas la destrucción de este oasis de vida y
belleza.
Entre otras cosas, porque la
trascendencia de la isla Malpelo no radica solamente en sus características
geográficas, físicas o su potencial de flora y fauna; la Isla tiene un valor
inconmensurable desde el punto de vista geoestratégico. Por su lejanía, reducida
extensión y soledad, podría pensarse que no reviste importancia para los
colombianos, pero la realidad es muy diferente; precisamente, su distancia,
hace de Malpelo un sitio de influencia vital para el país con enormes
proyecciones prospectivas.
La isla ubicada a 3 grados, 58 minutos
de latitud norte y 81 grados, 34 minutos de longitud oeste, es el punto más
occidental del territorio colombiano, hecho que imprime a Malpelo el carácter
de un tesoro único, realidad que estuvo oculta hasta 1985, cuando se tornó
pública la importancia de este espacio oceánico, pues su posición genera no
sólo una zona económica de 200 millas que proyecta su entorno en el océano más
grande del mundo, sino que habilita al país para reclamar posesión en la
Antártida.
El derecho de reclamación está
fundamentado en la Teoría de la Defrontación, esgrimida por algunos Estados
ante la opinión mundial como sustento de la defensa de sus derechos sobre la
zona polar. La teoría conceptualiza que son soberanos del continente blanco los
países que tengan extensiones enfrentadas al casquete esférico antártico y el
único territorio colombiano generador de una prolongación hacia la Antártida,
es la Isla de Malpelo.
Para continuar con la defensa de los
derechos en la zona polar, el gobierno colombiano suscribió en 1988 el Tratado
Antártico. El acuerdo fue firmado por doce Estados en 1959, con motivo del Año
Internacional Geofísico del 1 de julio de 1957 al 31 de diciembre de 1958. Los
países signatarios del convenio fueron los que participaron en labores de
investigación científica en la zona; además,
se dejó abierta la posibilidad del ingreso de nuevos miembros. El
acuerdo fue rubricado para vigencia de 30 años a partir de la fecha de
suscripción; cesó en 1991.
Colombia lo firmó tres años antes de
su extinción. Hasta la época era el único país suramericano de la zona de
influencia en el Pacífico que no lo había suscrito. La adhesión, permitió al
país mantener en pie su reclamación en el continente blanco.
CAPITULO 7
INCREMENTO ANDINO EN EL CARIBE
Para el Grupo Andino representa un
inmenso potencial, explotable recursística y estratégicamente que su área
geográfica, además de tener la mayoría de su costa sobre el Océano Pacífico,
posea también un inmenso mar territorial en el Caribe.
Esta territorialidad marina tiene
especial significado, no solamente para los dos países sur caribeños -Venezuela
y Colombia- sino que se proyecta en sus potenciales efectos a las naciones
firmantes del Acuerdo de Cartagena.
Frente a esta circunstancia es
necesario definir la Vocación Caribeña del Pacto Bolivariano y su actuación en
la geopolítica Andina que estaría determinada por los siguientes factores:
·
La
necesidad individual, tanto de Colombia como de Venezuela, de asegurar y
preservar sus respectivas territorialidades marinas en el Caribe.
·
La
conveniencia de integrar intereses territoriales marinos de Colombia y
Venezuela para acrecentar su defensa y conservación, frente a las pretensiones
presentes y futuras de terceros.
·
La
obligación de apoyar el reclamo venezolano sobre el llamado espacio Essequibo,
a fin de asegurarle a nuestro socio de integración las áreas hidrográficas a
que históricamente tiene derecho: extender la cobertura territorial de
protección a las bocas del Orinoco y añadir a la zona Caribe Venezuela un arco
de costa suficiente que le dé funcional prospectación dentro de la extensión
atlántica descrita.
·
Dados
los conflictos extra-continentales y aún continentales en el Caribe, el Grupo
Andino debe y necesita actuar como factor de presión para la definición de
intereses en un área neurálgica para las Américas y el mundo.
·
Esquemas
como la iniciativa de la Cuenca del Caribe presentan oportunidades y retos al
conjunto del GRAN, que no pueden dejarse de analizar y manejar en función de
los intereses y necesidades de crecimiento, diversificación y solidificación de
las economías de la subregión.
·
Tanto
Colombia como Venezuela y los dos en conjunto poseen factores geográficos
explotables en términos de comercio interoceánico e inclusive transcontinental,
conectados en forma directa con el Mar Caribe tributario del Océano Atlántico.
·
En
el caso colombiano el potencial del canal interoceánico aprobado por ley de la
República, durante la administración Betancourt en la vía Atrato-Truandó,
uniría económicamente al Caribe con el Pacífico.
·
En
el caso venezolano su posesión de la desembocadura del Orinoco y el sistema de
dicho río unido a través del Casiquiare con el colosal macrosistema de la
Cuenca del Amazonas.
El sistema de interconexión
Orinoco-Amazonas, tiene a su vez muchos ríos tributarios navegables originarios
de los andes bolivarianos. La afirmación demuestra cómo la vocación del Caribe
se entrelaza con la vocación amazónica. Factores que delinean la definición y
estructura de la vocación caribeña del Acuerdo Subregional.
Valores agregados
Al examinar la trascendencia presente
y futura de dicha vocación, aparece una serie de valores agregados de
beneficio, que resulta prudente destacar con el fin de comprender los alcances
de la integración regional.
Uno de los valores agregados de
beneficio refiere a la tensión en las relaciones colombo-
venezolanas, provenientes de la necesidad de delimitar las fronteras marinas de los dos países en el golfo de Venezuela o de Coquibacoa, situado en la parte meridional del mar Caribe, al norte de América del Sur entre las penínsulas de Paraguaná y de la Guajira y cuyas aguas y costas están ubicadas en Venezuela en los estados de Zulia y Falcón y en Colombia en el departamento de La Guajira, conectado al lago de Maracaibo a través de un canal de navegación. Cabe destacar que se usa el archipiélago de Los Monjes como la frontera imaginaria entre el mar caribe y dicho cuerpo de agua.
venezolanas, provenientes de la necesidad de delimitar las fronteras marinas de los dos países en el golfo de Venezuela o de Coquibacoa, situado en la parte meridional del mar Caribe, al norte de América del Sur entre las penínsulas de Paraguaná y de la Guajira y cuyas aguas y costas están ubicadas en Venezuela en los estados de Zulia y Falcón y en Colombia en el departamento de La Guajira, conectado al lago de Maracaibo a través de un canal de navegación. Cabe destacar que se usa el archipiélago de Los Monjes como la frontera imaginaria entre el mar caribe y dicho cuerpo de agua.
La concientización de la existencia de
un beneficio mayor y común, así como la necesidad de asegurar una
territorialidad que preserve los intereses soberanos, no sólo de Colombia y
Venezuela sino de la naciones firmantes del Acuerdo de Cartagena, llevaría una
minimización del presunto conflicto marino local y de manera consecuente,
facilitaría el acceso a un punto de equilibrio en las pretensiones de ambos
países, maximizando el área de influencia colectiva de la zona del Caribe.
Otro valor agregado de rendimiento,
refiere al respaldo que podría dar el GRAN a los reclamos de Venezuela en el
Essequibo. Si mediante el apoyo político de sus socios de integración,
Venezuela logra en el territorio citado, extender la cobertura de protección a
las bocas del Orinoco y aumentar su arco de proyección al Atlántico, alcanzaría
adicionalmente:
·
Disminuir
la presión de su necesidad maximizante en el golfo.
·
Diversificar
los vectores de proyección comercial y defensa de Venezuela.
·
Solucionar
un problema de confrontación en uno de los flancos territoriales del Grupo
Andino.
·
Reducir
la capacidad de presión que pudiera ejercer la Commonwealth en apoyo de los
anhelos territoriales de la Guyana Británica en el área occidental del
Essequibo. En este punto, es viable recordar la posición adoptada por dicha
organización y por Inglaterra frente al conflicto Guatemala-Belice (Honduras
Británica). Para nadie es un secreto la presencia de tropas de élite británicas
-soldados gurkhas- y un escuadrón de combate aéreo en Belice, así como la
incursión de asesores militares en la joven república angloparlante
centroamericana.
Integración de vocaciones
-
Caribe - Amazonas
Adicionalmente a lo expuesto, la
consolidación de la vocación del Caribe por parte del Grupo Andino introduciría
una dinámica especial a la utilización de la red hídrica Orinoco-Amazonas,
creando un eje de desarrollo vital para el área oriental de la subregión y
generando autonomía regional frente al crecimiento brasilero y el egocentrismo
amazónico de Brasilia.
Basta un ejemplo para resaltar la
importancia de la utilización, no de la mencionada red sino de uno cualquiera
de sus vectores. Nos referimos a la posibilidad de unir el complejo industrial
de la capital de Colombia con el centro industrial de la Guyana venezolana y
los dos con el Atlántico, a través de la desembocadura del Orinoco.
Si se construye un ferrocarril desde
Bogotá hasta la región donde se inicia la navegación en el río Meta, se estaría
generando un eje de transporte e intercambio de bienes entre Bogotá - río Meta - Puerto Carreño - río
Orinoco - Puerto Ordaz - Bocas Del Orinoco - Océano Atlántico.
Es obvia e impresionante la factibilidad
de intercambio y transporte, no sólo entre el área de Puerto Ordaz y Ciudad
Bolívar con la zona industrial del centro de Colombia, sino también con el
resto del mundo, en especial la costa este americana y los grandes puertos
europeos.
Potencialmente,
las naciones con vocación Caribe – Amazonía deberán en el siglo XXI preocuparse
por la conservación y vigilancia de dos millones de hectáreas de su propiedad
en el Escudo Guayanés, una gigantesca biomasa, reguladora del clima del planeta
Tierra, habitado por varias etnias
indígenas, otro pulmón de iguales características a la Amazonia, sobre el cual
se centra la atención de los países del
mundo.
Esta
macro selva pertenece a Colombia, Venezuela, Brasil, Guayana, Surinam y Guayana
Francesa, con una interconexión de caudalosos ríos, cuyas aguas surten al gran
Orinoco que mueve el 15% del líquido dulce del mundo. El Escudo Guayanés tiene
el 25% de los bosques tropicales de la tierra y los científicos que se ocupan
de su biodiversidad, lo comparan con la Amazonia en su riqueza natural, ahora amenazada, flora y fauna, por
la minería ilegal, la tala inmisericorde del bosque y la explotación
clandestina de coltán, tungsteno, oro e hidrocarburos. Son 270 millones de
hectáreas y se calcula que es diez veces
los territorios de parques naturales que tiene la geografía colombiana.
La
tala de sus bosques, libera a la atmósfera entre 20 y 25 por ciento de las
emisiones de gas dióxido de carbono por
la quema de los árboles. Es la mayor y más grave contaminación del aire que
sustenta la vida de los seres habitantes de los continentes, incluido el
hombre.
En
la parte de selva tropical colombiana habitan indígenas de las etnias piaroa,
curripacos, puinave, sikuani o guajivos y cubeos, unos 12 mil sobrevivientes
del gran exterminio de la raza, 40 millones de raizales, sacrificados por la
ambición europea en tiempos del Descubrimiento y la Conquista de América. Esos
grupos humanos viven de la selva. Sobre las cenizas de la deforestación y
grandes incendios siembran frutales, yuca y piña, productos de su dieta
alimenticia y pescado, del cual se han contabilizado en los ríos 191 especies,
por lo menos 8 de ellas endémicas y ornamentales que sacan furtivamente los
invasores a los mercados externos para acuarios, entre los cuales, Estados
Unidos, Birmania, República Checa y Japón. La extensa zona es rica en aves,
unas 450 especies.
La
biodiversidad también alberga mamíferos de los llanos orientales y amazónicos,
aves acuáticas y anfibios, según datos de los especialistas en este gran
escenario natural de bosque tropical.
Los
servicios que producen estos ecosistemas no tienen incentivos oficiales ni
compensaciones de los países dueños. Existe una iniciativa sobre el Escudo
Guayanés en el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, apoyado por el Instituto
Alejandro Von Humboldt y que avanza en la manigua de Matavén, Vichada y Guainía
en la frontera sur con Venezuela, donde
habitan los indígenas ya descritos en la
comunidad Sarrapia. De Puerto Inirida a ese lugar se gastan dos horas en
lanchas rápidas.
Los
indígenas vigilan la selva, pero la irrupción de la minería ilegal constituye
una amenaza. Existe la declaratoria de la Estrella Fluvial del Inírida cuyas
tierras son parte del Escudo Guayanés, Humedal Ramsar y coloca esta zona como
ecosistema mundial. Todo el proceso será motivo de estudio por el Ministerio de
Ambiente, aún con la oposición del Ministerio de Minas por cuanto perjudicaría
proyectos de extracción de minerales, ya visualizados. Las tierras son arenosas
y poco fértiles pero se estudian planes de productividad que favorecerían a las
comunidades indígenas. Los ríos ofrecen paisajes de grandes rocas y sus playas
son de arena blanca. Tepuyes o montañas, ofrecen cumbres planas y árboles de
poca altura, con inundaciones anuales.
Las
Naciones Unidas están interesadas en el estudio y conocimiento de esta zona
biodiversa reguladora de la temperatura y el clima del mundo. Pero la atención
científica siempre ha estado concentrada en la Amazonia, “Pulmón de Selva”; el
Escudo Guayanés es rico, valioso por su sistema hídrico, sus paisajes, sus
minerales e hidrocarburos, fauna y flora endémicas y sobre los cuales existe
poca información. La selva entre Brasil, Surinam y Guyana no sufre el impacto
de la invasión del hombre colonizador y predador.
Hay
pobreza pero abundante biocapacidad y los indígenas responden a su organización
como comunidad, respetando el ambiente. Se busca que los países dueños del
Escudo Guayanés se pronuncien por una economía verde y sostenible en la región.
La zona es clave para Colombia en su aporte salvador del ambiente climático.
Falta
reglamentación al respecto, sobre todo en el control a la deforestación, que
aporta altos índices de contaminación con bióxido de carbono. Se habla de
conservación y explotación de recursos.
También en el programa de Pnud colabora
la Organización del Tratado de
Cooperación Amazónica (OTCA), que busca hacer visible al mundo el Escudo
Guayanés, el otro pulmón del planeta con la Amazonia, cuya biodiversidad
asombra, como en el primer día de la
Creación. Allí está presente Colombia, aportando vida a la Humanidad. Con el
consabido y desalentador concepto: Como lo tenemos todo, no hacemos nada.
-
Caribe – Pacifico
Colombia posee la clave de integración
futura en la vocación del Grupo Andino en el Caribe y el Pacífico: el canal
interoceánico colombiano. Recordemos en este punto las siguientes realidades y
prospecciones:
-
El
canal de Panamá -inicialmente colombiano-, es una vía interoceánica obsoleta.
-
El
eje económico comercial planetario se ubica cada vez más en el pacífico.
-
Se
proyecta un nuevo canal en el estrecho de KRA que sería la futura vía-eje
intercontinental que haría más subsirvientes los canales de Panamá y Suez.
Consecuentemente, al construir
Colombia su canal, moderno y proyectado a las necesidades del Siglo XXI, podrá
no sólo estar a tono con las nuevas realidades geopolíticas del pacífico, sino
que será una vez más el eje interoceánico central de esta parte del planeta,
coadyuvando a la integración de intereses tanto del país en el Caribe y el
Pacífico, como de todos los integrantes de la fusión económica comercial de la
subregión.
El canal interoceánico de Colombia no
sólo sería cooperante para la realización de las vocaciones Caribe y Pacífico
del Grupo Andino, sino que incrementaría en forma ostensible la participación e
importancia de los países firmantes del Acuerdo de Cartagena, tanto en las transacciones
comerciales de la Cuenca del Pacífico como en las desarrolladas entre Europa y
éste océano, que tendrían que pasar por el Caribe y el mencionado canal
colombiano.
Unión
Geoeconómica, Andina - Europea
De Simón Bolívar a Francisco Morazán,
de las naciones andinas a Europa, nos indican que los bloques económicos juegan
papel esencial en la unión estratégica y su misión en el siglo XXI, será
trabajar en la búsqueda de nuevas formas de cooperación para el progreso y
adquisición de tecnologías sin arandelas, de los países ricos, para las
naciones en desarrollo.
A partir del Mercado Común en América
Central –MCCE– se habla de un proceso más ambicioso, la comunidad económica y
social centroamericana –Cesca-, basada en la búsqueda de una mayor integración
con la economía mundial, regional y bloques subregionales.
Por donde se visualice esta unión, a
través del Caribe, Colombia y Venezuela se compenetran con Guatemala, El
Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica. De igual manera por el pacífico,
Perú y Ecuador sustentan su vocación con América Central, conectadas a través
de Panamá.
Entre los años 1982 y 1986, los países
centroamericanos firmaron acuerdos de alcance parcial con Colombia y Venezuela
en forma bilateral, lo que significó el inicio de un acercamiento comercial de
dos grupos integracionistas.
Debe señalarse que en la reunión
sostenida en enero de 1993 en Guatemala, sede de la Secretaría de Integración
Económica Centroamericana –Sieca- y luego de amplias deliberaciones de las
partes, se negoció y aprobó un texto de acuerdo sobre comercio e inversión
entre Colombia, Venezuela, El Salvador, Guatemala, Honduras, Costa Rica y
Nicaragua, refrendado en la cita presidencial celebrada en Caracas, el 12 de
febrero 1993.
Finalidades del Acuerdo sobre Comercio e Inversión
Los objetivos del convenio entre
andinos y centroamericanos son:
-
Intensificar
las relaciones económicas y comerciales de los países centroamericanos, con
Colombia y Venezuela e impulsar su complementación económica, tomando en cuenta
los diferentes niveles del desarrollo relativo.
-
La
creación de una zona de libre comercio mediante la eliminación de las barreras
arancelarias y no arancelarias y de cualquier otro obstáculo que restrinja el
intercambio de los productos originarios de sus respectivos territorios de
conformidad con el Programa de Liberación Comercial.
-
La
instauración de un mecanismo para facilitar el comercio mutuo de bienes y
servicios, y solucionar los problemas que obstaculicen dicho comercio.
-
El
establecimiento de mecanismos de promoción y protección de inversiones entre
los países signatarios.
Para activar este proceso se
establecieron cuatro grupos de trabajo estructurados así:
-
Desgravación arancelaria. Comprende el sector agrícola e
industrial.
-
Normas de origen. Las partes contratantes establecen
los principios generales para determinar la procedencia de los productos a
beneficiarse con las disposiciones del mismo y el fundamento acumulativo para
favorecer el encadenamiento productivo entre las partes.
-
Aspectos normativos. Comprende los temas de cláusulas de
salvaguardia y solución de controversias.
-
Normas técnicas y fitozoosanitarias. Se aprobó el convenio en materia
salud animal y sanidad vegetal.
En relación con los temas del
transporte, promoción comercial, compras del sector público, facilitación
aduanera e inversiones, se convino avanzar mediante un intercambio de
información y análisis.
Conectividad Andina y países insulares
Colombia y los trece países miembros
de la Comunidad del Caribe llegaron a un acuerdo comercial y de cooperación
económica y técnica en julio de 1994. El Pacto es el cumplimiento de un
programa de integración concreto con la Cuenca del Caribe, México, Venezuela y
las Naciones centroamericanas, que involucra aspectos socioeconómicos y
políticos.
La importancia para Colombia de este
convenio es significativo por cuanto Bahamas, Barbados, Guyana, Jamaica,
Trinidad y Tobago (consideradas las economías más desarrolladas), Antigua y
Barbuda, Belice, Dominica, Granada, Montserrat, Santa Lucía, San Cristóbal y
Nieves, San Vicente y las Granadinas, suman seis millones de habitantes, tienen
un producto interno bruto de 13 millones de dólares e ingreso per cápita de
2.286 dólares.
Establecimiento
del CARICOM
En junio de 1965 tres Naciones del
Caribe (Antigua, Barbados y Guyana) suscribieron el tratado de Dickenson Bay,
por medio del cual se estableció la Asociación de Libre Comercio del Caribe
(CARIFTA, sigla correspondiente a su título en inglés “Caribbean Free Trade
Association”). En 1968 se firmó un segundo compromiso en St. John’s, con el
cual CARIFTA se amplió para incluir a ocho nuevos miembros: Trinidad y Tobago,
Dominica, Granada, San Cristóbal-Nieves-Anguila, Santa Lucía, San Vicente,
Jamaica y Montserrat. Posteriormente, en 1971 Belice se unió al Tratado.
Previamente, en 1968 cuatro pequeños territorios de la región del Caribe
Oriental (Dominica, Granada, Montserrat y Santa Lucía), habían constituido el
Mercado Común del Caribe Oriental (MCCO o ECCM, correspondiente a su nombre en
inglés, East Caribbean Common Market), mecanismo donde se incorporaron San Vicente en 1979,
San Cristóbal-Nieves en 1980 y Antigua
en 1981. Evidentemente, la estructura y organización de los múltiples acuerdos
logrados por las distintas naciones del Caribe es compleja. Por ello es
importante señalar que solamente los cuatro países de mayor desarrollo relativo
de la CARICOM (Barbados, Guyana, Jamaica y Trinidad y Tobago), están sujetos al
Arancel Externo Común de la Comunidad, hecho que impulsó la creación del MCCO y
agregó los demás países de menor progreso.
En 1973, los 12 países de CARIFTA
firmaron el Tratado de Chaguaramas, que reemplazó la antigua organización, por
la Comunidad del Caribe y el Mercado Común del Caribe (CARICOM), colectivo
orientado a un esfuerzo más amplio que comprende la integración económica a
través de un mercado común regional, la cooperación funcional en educación, cultura,
salud, transporte, relaciones laborales y coordinación de políticas exteriores.
Libre
comercio con el Caribe
La alianza colombo-caribeña, se
constituye en un paso fundamental en los procesos de integración entre América
Latina y los países insulares. Con ella se acrecientan los flujos comerciales y
los negocios. Para el CARICOM representa romper con la costumbre de realizar
transacciones tan sólo con las grandes metrópolis ancestrales, originadas en
los convenios de Lome y Commonwealth.
El comercio de Colombia con los países
del CARICOM ha sido pequeño. El mayor elemento de exportación es el petróleo y
el de importación es la gasolina refinada en Trinidad y Tobago. Existen otros
productos exportables a pesar de tener aranceles, en el caso de las cerámicas,
cemento, yeso y algunas manufacturas de cuero.
Los empresarios colombianos logran un
mercado importante y se benefician de la posibilidad de tener otro tipo de
relaciones en el campo de las inversiones. Su presencia en el contexto
internacional se convierte en realidad.
Los países miembros de la Mancomunidad de Naciones pertenecen a los cinco continentes, en total
53 países, distribuidos de la manera siguiente:
Dieciséis de los Estados miembros son reinos de la
Commonwealth, regentados por la la reina Isabel II del Reino Unido, en su condición de Jefe de Estado; otros cinco
países son monarquías con sus propios monarcas independientes (Brunei , Lesoto , Malasia, Swazilandia y Tonga ) y el resto son repúblicas .
Miembros Commonwealth
No.
|
País
|
Año de
Ingreso
|
Superficie
(km²) |
Capital
|
1
|
1981
|
442
|
||
2
|
1931
|
7.692.030
|
||
3
|
1973
|
13.939
|
||
4
|
1972
|
147.570
|
||
5
|
1966
|
430
|
||
6
|
1981
|
22.965
|
||
7
|
1966
|
581.730
|
||
8
|
1984
|
5.765
|
||
9
|
1995
|
475.442
|
||
10
|
1931
|
9.984.670
|
||
11
|
1961
|
9.251
|
||
12
|
1978
|
751
|
||
13
|
1970 (Suspendido desde 2006)
|
18.376
|
||
14
|
1957
|
238.537
|
||
16
|
1966
|
214.969
|
||
17
|
1947
|
3.166.414
|
||
18
|
1962
|
10.991
|
||
19
|
1963
|
580.367
|
||
20
|
1979
|
811
|
||
21
|
1966
|
30.355
|
||
22
|
1964
|
118.484
|
||
23
|
1957
|
329.847
|
||
24
|
1982
|
298
|
||
25
|
1964
|
316
|
||
26
|
1968
|
2.040
|
||
27
|
1995
|
799.380
|
||
28
|
1990
|
824.292
|
||
29
|
1968
|
21
|
||
30
|
1960
|
923.768
|
||
31
|
1931
|
270.534
|
||
32
|
1947
|
796.095
|
||
33
|
1975
|
462.840
|
||
34
|
1931
|
242.910
|
||
35
|
2009
|
26.338
|
||
36
|
1978
|
27.556
|
||
37
|
1970
|
2.831
|
||
38
|
1983
|
269
|
||
39
|
1979
|
389
|
||
40
|
1979
|
616
|
||
41
|
1976
|
455
|
||
42
|
1961
|
71.740
|
||
43
|
1965
|
660
|
||
44
|
1948
|
65.525
|
||
45
|
1968
|
17.363
|
||
46
|
1931
|
1.219.090
|
||
47
|
1964
|
945.087
|
||
48
|
1970
|
748
|
||
49
|
1962
|
5.128
|
||
50
|
1978
|
26
|
||
51
|
1962
|
241.139
|
||
52
|
1980
|
12.190
|
||
53
|
1964
|
752.614
|
Capítulo 8
CRECIMIENTO
ANDINO EN LA AMAZONIA
Factores vitales
Esta tendencia se define
por varios elementos entre los que cabe destacar lo geográfico, político e
histórico. Vocación confirmada por la proyección futurista que emerge de los
intereses espaciales de la subregión en el Siglo XXI.
Referentes geográficos
Dentro del factor
geográfico cabe mencionar los elementos siguientes:
-
Los ríos andinos alimentan significativamente el flujo hídrico del
Amazonas.
-
El porcentaje de territorio soberano de los países bolivarianos
dentro de la cuenca amazónica es dominante y representativo.
-
Amazonia y Orinoquia están integradas a través de un canal natural
situado en Venezuela, unido a su vez con el río Guaina en zona limítrofe con
Colombia.
Ríos andinos tributarios del Amazonas
Si observamos desde la
zona de límite común de Paraguay, Bolivia y Brasil, hasta el sitio de confín de
Venezuela, Guyana y Brasil, encontramos que el inmenso arco de la frontera occidental
de Brasil con el Pacto Andino está cruzado por un sinnúmero de ríos que tienen
su origen en el Macizo de los Andes de la subregión y que van inequívocamente a
alimentar el caudal del Amazonas.
Es decir, las aguas son
originarias de los Andes, pero el río Amazonas y buena parte de la cuenca
amazónica, formada por el caudal de muchos ríos y los avatares de la historia,
es brasilera. De Bolivia surgen los ríos Mamor, Beni y Guapore, que alimentan
el río Madeira, gran tributario del Amazonas; del Perú fluyen el Purús, Jurúa,
Javari, Ucayali y Huallaga, aparte del propio Amazonas que nace en la serranía
peruana con el nombre de río Marañón; de Colombia, el Vaupés que alimenta el
río Negro, así como los ríos Caquetá y Putumayo que tributan al Amazonas: y del
Ecuador brotan el Napo, el Tigre, el Pastaza y el Morona.
Representatividad bolivariana en la hoya amazónica
La hoya amazónica no es en
su totalidad brasilera, porque una parte significativa de la cuenca figura en
el territorio soberano de los países bolivarianos, como es el caso de Bolivia
con sus regiones de los Llanos de Chiquitos, Guaraya, Mojos, Beni y Madre de
Dios. En el Perú con los valles del río Ucayali y la región de Loreto. En
Colombia los espacios de los ríos Guaviare, Apaporis, Caquetá y Putumayo. Y en
Venezuela con el Cerro Marahuaca, donde se aprecia una evidente participación
amazónica, ya que en dicha área se encuentra el esencial brazo del Casiquiare.
Casiquiare: unión
Amazonia-Orinoquia
El brazo del Casiquiare en
Venezuela, une el río Orinoco con el río Negro en su punto limítrofe con
territorio colombiano. Según cronistas de la Colonia, este brazo fue utilizado
por autoridades españolas de la época y viajeros, para transitar entre la
Orinoquia y las áreas occidentales de la actual Amazonia. Contemporáneamente
una expedición venezolana usó el Casiquiare para demostrar la existencia y
viabilidad de la interconexión Amazonia-Orinoquia.
Elementos históricos
A través de los anales
históricos, son muchos los hechos que respaldan el interés de los países
bolivarianos en la interconexión Amazonia-Orinoquia.
-
La mayoría de la hoya amazónica fue desde un comienzo – Tratado de
Tordecillas en 1494-, territorio de la Corona española, área que perdió sus
límites a raíz de la momentánea unión de Portugal y España – 1580 – 1640 y por los posteriores
tratados de Madrid 1750, Pardo 1761 e
lldefonso 1777. Consecutivamente en la vida republicana, durante los siglos XIX
y XX, a causa de los problemas internos de las nuevas repúblicas, extensas
porciones de la Amazonía, constitutivas de las hoyas de los ríos que nacen en
los Andes, se perdieron ante la ordenada y persistente diplomacia brasilera.
-
Las comunidades hispanas, en la actualidad andinas, estuvieron
presentes desde temprano en nuestra historia en la cuenca amazónica –Siglo
XVI-. Ejemplo de lo anterior es el primer descenso de los Andes al Amazonas,
desde Quito vía río Napo, ejecutado por Francisco de Orellana en 1541.
Precisamente en las refriegas con los Tapuyán, Orellana observó a indias
peleando al estilo de las amazonas míticas. De allí el nombre del río de las
Amazonas.
Proceso de expansión lusitana
Para nadie es secreto que
España y Portugal disputaron la primacía de los descubrimientos geográficos; y
luego confrontaron en tiempos de conquista y colonización, en una pugnacidad
trasladada al territorio de América para evitar una guerra en Europa. El 7 de
junio de 1494 a instancias del Papado, los embajadores Fernando e Isabel, reyes
católicos de España, y el Monarca Juan II de Portugal, se entrevistaron en
Tordesillas a orillas del Río Duero en la franja de cereales del noroeste de
España y sutilmente acordaron dividir el planeta Tierra en partes iguales,
para España y Portugal.
El Tratado de Tordesillas
autorizaba a los españoles a reclamar para sí cualesquiera tierras no
cristianas que estuvieran al oeste de una línea de polo a polo que pasara a 370
leguas al occidente de las Islas de Cabo Verde. Los portugueses gozaban del
mismo privilegio pero hacia el oriente.
El extremo este de Brasil
apenas cruzado por la línea imaginaria, dio oportunidad a Portugal para ubicar
una controvertida cabecera de playa en la América del Sur. El mandato de la
firma del Tratado aún se siente en la vida de millones de personas que desde
Argentina a Angola y Macao, se vieron asignados a dos distintas esferas
socioculturales –hispana y lusitana-, que perduran hasta hoy. En el caso
lusitano, Brasil, con su ancestro expansionista, busca su salida al Pacífico,
siendo catalizador de guerras fratricidas entre hermanos como lo sucedido con
Ecuador y Perú.
Distribución de avaricias
La línea imaginaria -trazada
por el Tratado de Tordesillas-, que en principio debía unir Laguna, en el
Estado de Santa Catarina, la frontera del infierno de abismos insondables
poblada por monstruos apocalípticos para los antiguos, pero que los modernos a
finales del Siglo XV empezaban a ver como puerta tendida al futuro.
De acuerdo con esa
partición, Portugal tenía derecho a 2 millones 800 mil kilómetros cuadrados de
territorio suramericano. El resto de lo que hoy constituye la superficie de
Brasil fue logrado por la corona portuguesa al cabo de una larga serie de
negociaciones, amenazas y todo tipo de trampas.
Al margen de esas
operaciones, que terminarían de dar su actual fisonomía al Brasil, el Tratado
de Tordesillas tuvo más de un siglo y medio de vigencia. Dentro de lo
fraudulento y atrevido el avance brasilero desmembró los territorios de Bolivia
y Paraguay y aún mira hacia el océano del futuro: el Pacífico.
Una delimitación
territorial que se mantuvo hasta el año 1580, fecha en que la Península Ibérica
fue integrada por la fusión de los dos reinos. Infortunadamente durante el
tiempo de la unión no se controló la frontera en el nuevo mundo, se creó la
visión de un espacio abierto al movimiento de portugueses y españoles; y al
separarse los dos reinos, España no disponía de una política de redefinición
territorial concreta, por lo cual se abrió paso a la ocupación de hecho de
paulistas o bandeirantes brasileros hacia la desguarnecida área amazónica,
otrora región de influencia hispánica.
Los bandeirantes en la
búsqueda de oro, tierras e indios esclavos, penetraron sin oposición a través
de las redes hídricas amazónicas y empujaron la frontera brasilera, lo que no
fue percibido en toda su gravedad por los gobernantes andinos de la época,
entre otras razones por las guerras civiles y problemas que azotaron a América
Latina durante los Siglos XIX y XX, y la ignorancia geográfica acerca de los
territorios, que poco a poco se perdieron.
Bolivia por ejemplo, fue
mutilada de zonas importantes como El Acre; y en el caso colombiano es clásica
nuestra perdida territorial de extensiones de los ríos Putumayo, Caquetá y
Vaupés.
Presencia
hispana en los inicios de la historia
La corona Española sin
embargo, fue consciente de la necesidad de avanzar hacia las tierras más allá
de los Andes y utilizó las comunidades religiosas con expediciones de
misioneros con alma de colonizadores. Es conocida la labor de los jesuitas,
quienes llevaron catequesis y obra civilizadora, así como la presencia de la
autoridad española en defensa de su territorio en áreas profundas de la selva.
En este contexto se enmarca la aventura de Orellana que partió de Quito.
Elementos políticos
La vocación amazónica de
los Andes está caracterizada por los puntos siguientes:
-
Falta de integración y desarrollo de sus áreas y la ausencia de
obras para consolidar la unidad geopolítica en la región actualmente dividida
en condominios territoriales vecinos.
-
Necesidad de conformar la viabilidad hídrica de sus territorios
con el río Amazonas, a fin de integrar sus economías y afianzar los viejos
vectores de comercio del Atlántico y las cambiantes situaciones de África
Occidental, incentivando así la factibilidad de la promocionada alianza del
Atlántico Sur, consolidando de paso las relaciones con el mundo árabe a través
del Reino de Marruecos.
-
Obligación de modificar el sentido centrípeto del desarrollo
amazónico- brasilero hacia un concepto bifocal, teniendo como eje común al
Amazonas.
Conceptos perfilados
Desarrollo integrado. El territorio amazónico de los países bolivarianos pertenece a la
misma entidad geográfica, por tanto su desarrollo obedece a un criterio
regional unitario y no a la particularidad político-administrativa.
De allí la importancia de
la carretera marginal de la selva o los canales interiores para la comunicación
directa entre las hoyas de los ríos amazónico-andino que abrirían paso a una
colonización controlada, dentro de la tipológica colonización de ribera.
Conectividad fronteriza. Las áreas limítrofes de la amazonia andina, deberían extenderse
en su prospectación a toda la región, a fin de producir no solo la unión
física-económica de nuestros territorios, sino la disminución de costos;
composición y ensamble de las obras que desarrollarían una economía de escala.
Vector amazónico-andino-atlántico. Los vectores de
movilización y utilización de las vías hídricas amazónica-andinas se dirigen y
confluyen en el gran rio. En consecuencia, dichos vectores deben continuar a
través del rio y finalizar en el punto de desembocadura natural en el Océano
Atlántico. Esta constante indica que la geografía ha determinado que el
territorio de los Andes utilice el Amazonas como ruta para conectarse con la
fenomenología económica, emergente en el Atlántico, océano históricamente eje
del acontecer económico mundial; y es a partir de las bocas del Amazonas donde
surgen flujos naturales de conexión e intercambio con el Atlántico Norte,
Mediterráneo, costa occidental africana y la vía oceánica del Cabo de Hornos,
considerada de vital importancia geoestratégica. En la parte sur del Atlántico
aparecen por separado de las costas del Uruguay y Argentina (con la
desembocadura del Río de La Plata), las cadenas insulares subantárticas –
mencionadas anteriormente-, base y puerta de entrada hacia el dominio del
continente antártico.
Las vicisitudes
político-históricas contemporáneas presionan hacia la necesidad de formar una
alianza del Atlántico Sur, con el fin de defender la mencionada área
geopolítica vital de la intromisión y manejo de intereses hostiles en nuestro
Continente. Al afianzarse la presencia de Colombia, Perú, Ecuador, Venezuela y
Bolivia en el Atlántico, por intermedio del Amazonas, su voz tendrá que ser
escuchada en el concierto internacional.
Juicio trifocal Andino-Amazónico-Atlántico
Cuando los países
bolivarianos realizaron un esfuerzo para superar el aislamiento de la economía
mundial al adoptar en la década 1990-2000, esquemas de liberación comercial y
reformas económicas, la competencia de elementos extranjeros en el mercado
interno fue más intensa y la productividad se transformó en variante
estratégica como vía de sostenimiento del Pacto Andino y factor de éxito en el
mundo.
Bogotá, Caracas, Quito,
Lima y La Paz, tienen el desafío de convertirse en los centros de la
internacionalización, superando sus falencias en lo social, económico, político
y estructural.
Es el caso de Bogotá, la ciudad más industrializada de Colombia, aislada en un alto porcentaje del comercio mundial por causa de su precaria y distante conexión con los puertos. El 60% del valor de sus exportaciones –que sale por vía aérea-, lo hace por un aeropuerto que es insuficiente para atender la demanda del Siglo XXI.
Es el caso de Bogotá, la ciudad más industrializada de Colombia, aislada en un alto porcentaje del comercio mundial por causa de su precaria y distante conexión con los puertos. El 60% del valor de sus exportaciones –que sale por vía aérea-, lo hace por un aeropuerto que es insuficiente para atender la demanda del Siglo XXI.
Por ello, se explora la
alternativa de un operador logístico aéreo en Flandes, Departamento del Tolima,
territorio que es un enlace natural, puesto que allí se conectan los andes, con
el Caribe-Atlántico, Pacífico y Orinoquia-Amazonia, lo cual optimizaría la
comunicación con el mundo.
Esta iniciativa requerirá
la construcción de una moderna vía entre Bogotá- Melgar-Girardot y Flandes, que
reduzca de manera considerable los 122 kilómetros que los separan. Con ella se
solucionaría el problema del transporte aéreo desde Bogotá; abriría el inmenso
potencial del sector primario de la economía de dicha zona, crearía un polo de
atracción y crecimiento que impediría que Bogotá se convierta en una metrópoli
de complicaciones inmanejables; de paso el Tolima seria el epicentro del
desarrollo de la integración de cuatro vocaciones geoestratégicas vitales para
el porvenir.
En igual sentido se debe
desarrollar e implementar la ruta Bogotá-Facatativá, Alban, San Juan de
Rioseco, Cambao, Armero y Mariquita, esta última con aeropuerto, que cumpliría
con las mismas características y aplicaciones de Flandes.
Concepto bifocal Andino - Brasil
No es secreto el espíritu
expansionista que anima al Brasil, ni a política de consolidación brasilera en
la Amazonia, lo cual ha traído como resultado un estrategia de desarrollo en la
zona, que obedece a una concepción geopolítica, geocentrista y egocentrista,
con un punto focal: Brasilia.
Los intereses de los
países bolivarianos demandan que esta visión sea cambiada y en consecuencia:
-
Promover la concepción que el desarrollo de la Amazonia se fundamenta
en dos polos y un eje. Los polos son los Andes con sus centros de producción y
Brasil con los suyos. El eje común, río Amazonas.
-
Así como Brasil aspira a lograr su salida al Pacífico cruzando los
Andes, también las comunidades bolivarianas pueden conectarse con el Atlántico
atravesando el Amazonas.
Tratado de Cooperación amazónica
Para auscultar el
Amazonas, es preciso analizar el Tratado de Cooperación Amazónica y el Grupo
Andino. A finales de 1989 se buscó afanosamente, por la presión internacional,
que se dilucidara el alcance del Acuerdo Amazónico firmado por Brasil,
Colombia, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Perú, Surinam y Guyana, el 3 de julio de
1978.
Se estableció para
trabajar en forma conjunta por la protección de la mayor reserva mundial de bosques
naturales del orbe. Así, el Pacto
Amazónico despertó de sus 10 años de profundo sueño y adoptó funciones
precisas: Brasil financiará estudios de inventario sobre flora y fauna;
Venezuela realizará análisis referente a la biodiversidad de la zona y su
dinámica poblacional; Perú estará encargado de los recursos hidrobiológicos;
Bolivia armonizará las legislaciones nacionales en torno del área y Colombia,
de la gestión de las regiones ecológicas protegidas.
En Colombia durante un
seminario se planteó el tema “Futuro de
la Amazonia… a 10 años del nuevo milenio” y otro con el título del “Mundo Andino al Bosque Húmedo”. Se
abordó el complejo problema de la colonización campesina y se concluyó con el
lamentable espectáculo de la desincronización en el país para articular el
trabajo de los diferentes sectores académicos, dedicados al estudio de esta
problemática con el sector gubernamental y las comunidades regionales. Se
analizó el espacio andino y su campesinado, actores centrales del desarrollo
latinoamericano y cómo el proceso de colonización de la Amazonia se realiza de
manera indiscriminada, destruyendo bosques para sustituirlos por parcelas que
no logran un rendimiento aceptable después de la primera cosecha y terminan
abandonadas o en pastizales – rastrojos, para venta a la inversión
latifundista.
La colonización amazónica
no resuelve por si los problemas del campo colombiano, ni disminuye en el
mediano plazo, la tendencia a la concentración poblacional en las ciudades. Los
costos sociales son llevados por colonos y nativos indígenas, ancestrales
pobladores que ven devastadas sus tierras. La colonización está fundamentada en
la coca, arroz, palma africana y oro, lo que en tiempo pasado fue la quina y el
caucho; simultáneamente se explota la ganadería y el petróleo, paralelo al
tráfico de maderas y pieles. El gobierno colombiano carece de cifras
definitivas sobre la destrucción de bosques, pero los datos parciales arrojan
más de un millón de hectáreas anuales.
La particularidad de la
Amazonia colombiana es poseer buena parte de las especies del planeta. Entre
tanto, las naciones industrializadas que exterminaron sus bosques en pro de su
tecno-economía consignan datos sobre la importancia del ecosistema amazónico y
persiguen con ansiedad sus recursos de petróleo o flora. Varias ciencias
intervienen en el estudio del amazonas: ecología, genética, biología molecular,
bioquímica y todas ellas tendrían un inmejorable campo de acción en el banco
genético más importante de la Tierra, por la profusión de toda suerte de
productos que la industria y el comercio de las grandes potencias buscan
afanosamente.
El Tratado de Cooperación Amazónica se presenta como un esfuerzo
autónomo de los Estados que lo constituyen; y a nivel oficial, respuesta a las
pretensiones internacionales de entrometerse en lo que nos es propio: la
autodeterminación y soberanía territorial en la región y la cuenca del
Amazonas, Pacto que en esencia se aleja del modelo de desarrollo impuesto:
Internacionalización de la economía.
¿Y cuál fue la chispa que suscitó la
importancia amazónica a nivel universal? Simplemente el temor mundial en torno
a la destrucción del bosque tropical amazónico, con graves consecuencias para
el ecosistema del planeta, lo cual provocó diversos pronunciamientos en los
países industrializados para proteger la única riqueza natural de la tierra.
Este problema ha sido calificado, “una de
las más grandes tragedias de la historia” y la revista Time incluyó en su
edición del 18 de septiembre de 1989, un artículo bajo el título “Torching the Amazon”.
El Tratado lo suscribieron los países
andinos junto a Brasil, Surinam y Guyana, con la convicción que la deuda
externa es la que obstruye no sólo el porvenir de la Amazonia sino la
integración de América Latina, con una precisión geográfica: La región
amazónica es ligeramente mayor que la cuenca del río Amazonas, con una
superficie total de 7’186.750 kilómetros cuadrados de los cuales 6.3 millones
son área forestal.
La selva amazónica representa el 56% del
total mundial de bosques latifoliados; aproximadamente el 3% del área,
equivalente a 22 millones de hectáreas, declarada zona protegida, a la cual
deben sumarse las reservas nativas o indígenas.
La deforestación hasta 1985, con la tesis económica demo-liberal
manchesteriana del “dejar hacer”, fielmente practicada por gobiernos
neoliberales y dictaduras militares- era estimada en 79.6 millones de hectáreas
(12,6% del área forestal). Durante la década de los años 80 se perdieron en la
región unos 5.7 millones de hectáreas anuales. De los territorios deforestados,
sobre todo por los flujos de colonización descontrolada, el 1.5 por ciento
sufrió la desertización de los suelos, principalmente el pie de monte y las
sabanas, caracterizadas por las llanuras secas y la vegetación baja. Culpables:
Economía subterránea, ganadería, siembras extensivas de arroz y palma africana.
La minería legal o no, la explotación
petrolera ávida de ganancias en aras del progreso y la civilización de la aldea
global, serán responsables directos de la emergencia que vivirá Colombia en el
siglo XXI.
El uso del agua, la manipulación de
las fuentes hídricas que nacen en el pie de monte llanero, llevarán al desastre
gigantesco, asunto que parece no interesar ni a los gobiernos, menos a las
transnacionales extractoras de oro y petróleo en importantes regiones, con la
protección oficial.
Se cuestiona en la academia la
extracción de minerales preciosos, necesarios a la industria y la tecnología de
punta. En el siglo XXI se hablará del agotamiento de las fuentes de agua.
Colombia colocada en los primeros cinco lugares en recursos acuíferos en el
mundo, descenderá rápidamente y no habrá tiempo de llorar. La mano del hombre
destruirá el ecosistema y la biodiversidad como lo afirmara el gran jefe indio
Seathl en carta enviada al presidente de EE.UU. Franklin K. Pierce. Triste
futuro aguarda a las generaciones colombianas en la génesis del tercer milenio.
Mientras, expertos oficiales culpan al
“cambio climático” por el grave acontecimiento, la minería y la exploración –
explotación petrolera, seguirán su marcha destructora.
Casanare y Arauca serán escenarios de
la riqueza petrolera con sus pozos. Entonces no tendrá explicación sobre el
desastre ambiental que padecerán extensas regiones afectadas por sequías
apocalípticas que harán historia en Colombia. ¿Quiénes serán los responsables
de lo que ocurra aquí?
En
julio de 1993, la deforestación amenazaba el futuro de la economía de Bolivia,
Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela, según un estudio
del Instituto de Ciencias Agrícolas (IICA)
El director general del IICA, Martín Piñeiro proclamó que en el
período comprendido entre 1988 a 1993, fueron deforestados 250 mil kilómetros
cuadrados en la zona de influencia del Amazonas. Ese territorio, en vías de
destrucción por la agricultura, equivale a un tercio de Colombia, Perú o
Bolivia, más de la mitad de Paraguay y superior a Surinam y Guyana.
Las ocho naciones de mayor influencia del Amazonas se comprometieron a
llevar a la práctica un plan de desarrollo sostenible. En este sentido, con el
apoyo del IICA, crearon el Programa Cooperativo de Investigación y
Transferencia Tecnológica para los Trópicos Suramericanos (Procitrópicos)
“Todo el territorio de los
bosques tropicales, sabanas y Pié de monte puede ser salvado”, diagnosticó
el director general del IICA al referirse a la capacidad de las ocho naciones
de aprovechar los recursos de la tecnología, los avances de la biología, las
telecomunicaciones, la física y la informática para fomentar métodos de uso
productivo de la tierra y la preservación de la naturaleza y sus especies.
Existen conocimientos para conjugar el desarrollo económico en función de
agricultura y agroindustria con la defensa de lo nativo. De la preservación de
la zona, calculada en mil millones de hectáreas, depende el futuro de la
economía de las ocho naciones, pues la pérdida de suelos o la desertificación
supondrían un grave riesgo para su supervivencia. El 33 por ciento del
territorio boliviano pertenece a la región, lo mismo el 84.5 del brasileño, el 56
por ciento del colombiano, el 38.2 del ecuatoriano, el 91.3 del guyanés, el 58
del peruano, el 78 del surinamés y el 70 del venezolano.
Estadísticas del Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas
indican que 80 millones de hectáreas, sector tan grande como Bolivia o
Colombia, se perdieron para la agricultura o están en proceso de
desperdiciarse.
La gravedad de la pérdida de tierras cultivables en los ocho Estados
aumenta en la medida que crece su población; en el 2000 se estimó en 280
millones de habitantes.
A la descontrolada colonización y uso indiscriminado de los suelos deforestados se suman desaprovechamiento de variedades de productos carbohidratados que ofrece la región, preferencia de la industrialización en lugar de la agricultura y la política de proteccionismo de las naciones industriales, en especial de la Comunidad Europea.
A la descontrolada colonización y uso indiscriminado de los suelos deforestados se suman desaprovechamiento de variedades de productos carbohidratados que ofrece la región, preferencia de la industrialización en lugar de la agricultura y la política de proteccionismo de las naciones industriales, en especial de la Comunidad Europea.
Otro grave rompecabezas derivado de la destrucción de las selvas
suramericanas es el riesgo en los próximos 40 años, de la desaparición entre
100.000 y 350.000 especies vegetales. La pérdida de la protección natural de
bosques se traduce en problemas concretos, como la amenaza de la palma africana
aceitera, pestes y enfermedades de la fruta, el peligro para la producción de
cacao, café (roya del cafeto) y el caucho.
No podemos sino reseñar lo que el Tratado mismo informa: “La colonización espontánea o mal
planificada, con el fin de producir cultivos de ciclo corto y desarrollar
ganadería extensiva, está conduciendo al acelerado deterioro de algunas áreas
de la región, especialmente La Ceja de la Selva de Perú; Rondonia y Acre en
Brasil, el nordeste ecuatoriano y el Ariari, Caquetá, Casanare y Putumayo en
Colombia”.
Esencia ambiental
Sin dramatizar, la Hylea
amazónica, con su enorme superficie y complejidad, es la más importante reserva
biológica del mundo, hecho que obliga a insistir en su desarrollo definitivo, a
realizarse con modelos ajustados a su ecosistema, de acuerdo con un sólido
conocimiento de su oferta de productos y disponibilidad de tecnologías, con el
fin de impedir procesos de degradación irreversibles y pérdida de
productividad, con enormes costos sociales, ecológicos y económicos. Por eso
antes de cualquier esfuerzo, obliga conocer la Hylea amazónica científicamente
para no ceder a improvisaciones, publicismos o anuncios oficiales de ocasión.
El Tratado se congeló un decenio para sustentar su no violación, nadie
lo ejecutaba, pero la presión internacional demandó su aplicación por aquello
de ratificar la importancia de la conservación genética y biótica, mantenimiento
de los ecosistemas y su biodiversidad, uso racional y sostenible de los
recursos naturales, promoción y desarrollo de la organización socioeconómica de
las poblaciones amazónicas, respetando su identidad cultural, todo de acuerdo
con las políticas establecidas por cada país.
Por lo anterior, se creó la Comisión Especial del Medio Ambiente
destinada a obtener un inventario de los recursos naturales y el análisis de la
estructura, función y dinámica de los ecosistemas y así asegurar el desarrollo
sostenido de la Cuenca Amazónica, en consonancia con disposiciones derivadas de
la Tercera Reunión de Ministros de Relaciones Exteriores, que retoma la
Declaración de Belén (Brasil, 1980).
Presión demográfica, uso irracional y no planificado de los suelos fueron
la constante histórica de gobiernos demo-liberales y dictatoriales en la región
amazónica. Degradación del suelo y la vegetación, pérdida sustancial de la
fertilidad, menor productividad, disminución por área de la oferta de alimentos
y materias primas, emigración continua dentro del área hacia los centros
urbanos y concentración (latifundios, semifeudos) de tierras, son las iníciales
de otra hecatombe mundial prevista para el futuro de las nuevas generaciones de
conciudadanos amazónicos, de no existir conciencia colectiva sobre la riqueza
ambiental de la región.
Sin embargo, el Pacto se configuró por la tradición que sostenía que
la planicie amazónica constituía una gigantesca opción para el desarrollo
agropecuario, mediante la transformación de la cobertura forestal en dehesas y
cultivos, siguiendo para ello técnicas utilizadas con éxito en otras regiones.
Discursos biodiversos
Los presidentes José Sarney del Brasil y Virgilio
Barco Vargas de Colombia revivieron el Tratado y sentaron una posición, que no
obstante sus grandes lagunas en otras áreas, justificaron sus mandatos.
En su discurso en Manaos, el presidente Sarney
señalaba:
“La Amazonia
constituye un objeto de fascinación universal. Su misterio, grandeza y
dimensiones míticas han exaltado imaginaciones en todo el mundo; y además
codicia”.
Desde el inicio de la conformación política de
América del Sur, la Amazonia ha sido el blanco de la ambición mundial. La tesis
de su internacionalización no es novedosa, ni va a desaparecer (ojalá el modelo
de desarrollo no lo contradiga). Ella surge y resurge, y adquiere mayores o
menores contornos según nuestra capacidad de reaccionar. Si vacilamos o no
tenemos la determinación de mantenerla conservada y soberana; ella será
destruida como lo han sido todas las tierras ocupadas por la acción imperial.
Otro de los documentos expuestos de principios del
siglo XX, fue promulgado por el Secretario de Estado norteamericano John Hay,
quien decía: “no veo peligro para la
soberanía de las naciones americanas, en el hecho de que compañías industriales
se instalen para el desarrollo de las tierras que yacen incultas”. Más
adelante trae la advertencia: “Documento
que ha partido de un poderoso grupo con extensas ramificaciones
internacionales, afirma que la Amazonia total, cuya mayor área queda en Brasil
y abarcando también territorios venezolano, colombiano y peruano, es
considerada por nosotros como un Patrimonio de la Humanidad. La posesión de esa
inmensa área por los países citados es meramente circunstancial”. Y prosigue:
“es nuestro deber garantizar la
preservación de la Amazonia y de sus habitantes aborígenes, para su disfrute
por las grandes civilizaciones europeas cuyas áreas naturales están reducidas a
un límite crítico”.¡Cinismo imperial!.
En la misma reunión de Manaos, el Presidente
Virgilio Barco Vargas expresó su perspectiva para la condonación de la deuda
externa de los países amazónicos: “Los
países industrializados tienen una deuda ecológica con la Humanidad que
pretenden evadir imponiendo restricciones al desarrollo social y los recursos
naturales que están ubicados en las naciones del Tercer Mundo. En menos de dos
siglos, el modelo agresivo y devastador de explotación de los recursos
naturales en las naciones industrializadas, no sólo arrasó con la fauna y los
bosques de Europa y Norteamérica, sino que prácticamente llevó a la extinción a
la población indígena y las razas autóctonas”
Y continúa: “En
aras de la ganancia y el crecimiento, estos países (industriales) destruyeron
el grueso de sus recursos naturales renovables, sin reparar para nada en las
inmensas consecuencias y costos que traería para toda la Humanidad su falta de
conciencia ecológica. Es cierto que ellos construyeron un alto nivel de vida
para sus sociedades, pero a costa del deterioro del medio ambiente para todas
las demás gentes del mundo. La
destrucción de la capa de ozono, la contaminación de los mares, la lluvia
ácida, las modificaciones climáticas, las pruebas y los desastres nucleares,
son sólo los más evidentes efectos de un desarrollo sin control en las naciones
industrializadas. Ellas están en deuda con nosotros, con toda la Humanidad. No
pueden aspirar a que nosotros paguemos esa deuda inmensa e incuantificada,
sacrificando las posibilidades de progreso de nuestros pueblos”.
Para apuntar tan solo un aspecto de la interesante
exposición del presidente Barco en 1989, preguntémonos como caería a los
promotores de la internacionalización y desnacionalización del Estado estas
palabras:
“Existen
experiencias alentadoras en Colombia y en otros países que nos permiten pensar
que la conjugación entre ecología y desarrollo es evidentemente posible.
Alcanzar este objetivo requiere de una activa y vigilante intervención del
Estado en las decisiones tecnológicas, en el uso del suelo y en la utilización
de los recursos naturales renovables y no renovables, de manera que garantice
el desarrollo del potencial productivo sin sacrificar la protección del medio
ambiente”
Ahora se pretende confiar en el libertinaje de la
empresa extranjera para que defienda nuestros derechos porque la industria
nacional tendrá que mixturarse o desaparecer.
Feliz capitalismo popular ¿O contra-popular?
El Tratado es urgente aplicarlo con los organismos
establecidos en su resurrección, para beneficio de nuestros pueblos y con la
conciencia de enfrentar lo acaecido en el decenio pasado: esto es, la tala de
bosques que alcanzó una dimensión universal en los ochenta. América Latina y el
Caribe, exclusivamente, perdieron anualmente -según la FAO-, 50 mil kilómetros
cuadrados de sus selvas. Y el más grande pulmón de la Tierra, la Amazonia,
tiene que soportar la ofensiva destructora de transnacionales,
narcotraficantes, colonos, mineros y maquinaria oficial, tumbando selva y
haciendo trocha para abrir carreteras.
CONCLUSIONES
PASADO ANDINO
PASADO ANDINO
·
Los
primeros pasos del proceso integracionista se dieron con las ideas visionarias
del Libertador, quien designó como ministro plenipotenciario de La Gran
Colombia a Don Joaquín Mosquera para que realizara contactos con Chile, Perú, Argentina
y México.
·
En
los protocolos del Congreso Anfictiónico de Panamá están impresos los
principios del derecho de integración en América Latina, con la inclusión del
arancel externo común, protección de industrias nacientes y aceptación de libre
movilidad de personas.
·
En
1847, se suscribió en Perú con la participación de Bolivia, Chile, Ecuador y
Nueva Granada, un tratado que definió los términos de la Conferencia de las
Repúblicas Hispanoamericanas e incluyó el Tratado de Comercio y Navegación
entre esos países.
·
Elemento
central de este primer acercamiento, fue incumplir los acuerdos por las partes
contratantes, en una demostración desdeñosa de la falta de decisión en el campo
de la integración que primaría en el futuro.
·
Con
el advenimiento del siglo XX, apareció la intención comunitaria de trabajar por
los derechos humanos, el orden de la comunidad jurídica y la convivencia
pacífica de las naciones. Resurgió la vocación unitaria de América que
evolucionó con enormes tropiezos y grandes sacrificios en el Nuevo Milenio.
·
Con
las conferencias panamericanas, apareció un tratado de derecho público, en el
cual quedó consignado la máxima aspiración de los americanistas: el principio de
no intervención en asuntos internos de terceros países; el reconocimiento de la
personalidad del Estado, libre de condicionamientos o cortapisas. Fue el
nacimiento jurídico de la coexistencia pacífica, el desarrollo integral y la
evidencia del progreso de las naciones.
·
Con
la creación de las Naciones Unidas y su preámbulo en la declaración de Moscú,
1943, se sentaron las bases para la formación de asociaciones subregionales y
se manifestó en forma expresa el principio de cooperación mundial, el logro de
la paz y seguridad internacional.
·
El establecimiento de las comisiones
económicas regionales, entre ellas la CEPAL, dio fuerza al estudio e
investigación de los problemas socioeconómicos de América Latina, que, con el
impulso que le imprimió Raúl Prebisch, permitió fundir los cimientos para el
desarrollo del movimiento de integración regional.
PRESENTE
INTEGRACIONISTA
·
A
partir de la Segunda Guerra Mundial, los países occidentales no desarrollados
vieron en la integración regional la defensa contra la hegemonía de poder,
estructurado en bloques opuestos, de esencia socialista y capitalista.
·
La
fortaleza de las nuevas economías, Alemania y Japón, impuso la necesidad de
concretar mercados ampliados en occidente, como la CEE, la conectividad entre
Estados Unidos, México y Canadá y la exigencia de formar bloques en torno a los
países de menor desarrollo al estilo Mercosur, Aladi, GRAN y MCCA.
·
El
siglo XXI aparece como una centuria de desafío para los países del Grupo
Andino; deben garantizar montos relevantes de producción, empleo, estabilidad e
ingreso real.
·
Las
repúblicas andinas no tienen camino diferente a la sorpresa del papel que
cumplen la ONU y la OEA, organismos que con sus manifestaciones deterioran las
organizaciones de tipo económico que abogan por los intereses de los pueblos
subdesarrollados.
·
Debe
alcanzarse la integración, resaltando los aspectos económicos, así como asuntos
que cohesionen y supriman las diferencias que obstruyen la unión del Tercer
Mundo o América Latina.
·
Los
países bolivarianos continúan pactando bilateralmente con los países desarrollados
a través de tratados de libre comercio y con ello entregan la riqueza minera y
natural a las trasnacionales.
·
Cada
vez se deterioran más los precios de los productos básicos de los países en
desarrollo y aumenta el valor de los bienes de las naciones llamadas poderosas.
·
La
integración regional debe encuadrarse en una perspectiva de largo plazo, que
reconozca la necesidad de superar la condición periférica de Indoamérica en la
economía mundial y promueva la industrialización como eje del proceso de
desarrollo económico.
·
En
los postulados de la política monetarista de América Latina el ajuste de
variables macroeconómicas no existe interés alguno en la defensa autóctona de
la riqueza nacional de los países, tildada de “cliché retardatario”. La integración
es su enemigo natural porque destruye el principio insolidario del
neoliberalismo a ultranza.
·
Para
rodear el proceso de integración bolivariano en un marco jurídico valedero y
respetuoso, se creó el Tribunal Andino de Justicia, que actúa en un campo de
acción delimitado por el ordenamiento jurídico del Acuerdo de Cartagena, sus
protocolos e instrumentos, las decisiones de la Comisión y las resoluciones de
la Junta.
·
Con
el Acta de Barahona, suscrito en Cartagena en diciembre 1991, se activó el
Pacto de Cartagena, al existir voluntad política de alto nivel, consecuencia de
la firma de los presidentes de Bolivia, Ecuador, Colombia, Perú y Venezuela,
acuerdo para acelerar la integración subregional, base para encaminarse hacia
una zona de libre comercio y establecimiento de un arancel externo común.
·
Al
incluirse en el Acuerdo de Barahona, además de los países andinos y Estados
latinoamericanos, se reconoce la importancia de ampliar el bloque y hacer
frente común en toda la región, para evitar el aplastamiento de sus economías.
·
Aprobado
el AEC entre los cinco países de la Subregión se dieron pasos firmes, al
constituirse por primera vez una zona aduanera en América Latina que los
enrumba hacia un mercado común.
Futuro
de la integración
La inclusión de Chile entre los países
del Pacto Andino permitió extender su área de influencia hasta la Antártida,
aplicando la teoría de la Defrontación, propiciada por la proyección geométrica
de las porciones extremas de un área de dominio definido sobre otro espacio o
territorio, factibles de expansión y ocupación. Por conectividad, Panamá debe
ser puente con el Mercado Común Centroamericano y Paraguay de análoga manera
con el Mercosur. Los dos países están hermanados con Colombia por antonomasia e
historia.
La proyección hacia este continente
tiene especial relevancia para los países andinos, si se considera el factor de
unión y acción política a nivel internacional, manejo y control de inmensos y
variados recursos naturales, incremento en la capacidad de negociación de los
Estados actuantes frente a las potencias dominantes en el Pacífico y
participación conjunta en el proceso de internacionalización de la Antártida.
La misión del Pacto Andino en el siglo
XXI, será reagruparse y ampliarse con Chile, Panamá y Paraguay, paso previo a
un mercado común, que permitirá atenuar los roces presentados en diferentes
negociaciones. El reto, trabajar en la búsqueda de nuevas formas de cooperación
para el progreso socioeconómico; la asimilación e innovación de tecnología hacia
la Subregión, la preservación de la biodiversidad y la conservación de sus
recursos naturales.
El Grupo Andino posee inmenso
potencial sobre el Caribe a través de Venezuela y Colombia, según los
referentes a continuación:
·
Necesidad
de los dos países de solidificar y preservar sus respectivas territorialidades
marinas.
·
Conveniencia
de integrar los intereses territoriales marinos de Colombia y Venezuela, para
acrecentar su defensa y conservación frente a terceros.
·
Motivación
de apoyar el reclamo de Venezuela sobre el Essequibo, a fin de asegurarle a
nuestro socio las aéreas hidrográficas a que tiene derecho. Con ello, se
asegura la unión a través del brazo del Casiquiare en Venezuela, de los ríos Orinoco
y Negro, para dar paso al colosal macrosistema de la Cuenca del Amazonas.
·
Concientizar
la existencia de un beneficio mayor y común entre los países andinos y en
particular entre Venezuela y Colombia, se minimizan los conflictos existentes y
se facilita el acceso a un punto de equilibrio en las pretensiones nacionales.
·
Superación
de los conflictos existentes permitirá allanar el camino para unir más
estrechamente los países. En el caso colombo-venezolano, se podría concretar en
el centro de Colombia con Puerto Ordaz y Ciudad Bolívar en Venezuela, a través
del ferrocarril y la utilización de los ríos Meta y Orinoco.
·
Posibilidad
de construir en Colombia un canal interoceánico que una al Caribe con el
Pacífico ante la obsolescencia que muestran los canales de Suez y Panamá y el
macro-interés de Nicaragua de construir el suyo, producto de la manipulación
económica por parte de los intereses de Rusia, China y Estados Unidos.