DOCE
MIL INDÍGENAS, GUARDIAS DEL ESCUDO GUAYANÉS
Por:
Gerney Ríos González
www.gerneyriosgonzalez.blogspot.com
No conocemos que gobierno
alguno colombiano en cualquier época se preocupara por la conservación y
vigilancia de los dos millones de hectáreas de su propiedad en el Escudo
Guayanés, una gigantesca biomasa, reguladora del clima del planeta tierra,
habitada por varias etnias indígenas,
otro pulmón de iguales características a la Amazonia, sobre el cual se centra
la atención de los países del mundo.
Esta macro selva pertenece a
Colombia, Venezuela, Brasil, Guayana, Surinam y Guayana Francesa, con una
interconexión de caudalosos ríos, cuyas aguas surten al gran Orinoco que mueve
el 15% del líquido de las aguas dulces del mundo. El Escudo Guayanés tiene el
25% de los bosques tropicales de la tierra y los científicos que se ocupan de
su biodiversidad, lo comparan con la Amazonia en su riqueza natural, ahora amenazada, flora y fauna, por
la minería ilegal, la tala inmisericorde del bosque y la explotación
clandestina de coltán, tungsteno, oro e hidrocarburos. Son 270 millones de
hectáreas y se calcula que es diez veces
los territorios de parques naturales que tiene la geografía colombiana.
La tala de sus bosques,
según los expertos ambientalistas,
libera a la atmósfera entre 20 y 25 por ciento de las emisiones de gas
dióxido de carbono por la quema de los
árboles. Es la mayor y más grave contaminación del aire que sustenta la vida de
los seres habitantes de los continentes, incluido el hombre.
En la parte de selva
tropical colombiana habitan indígenas de las etnias piaroa, curripacos, puinave,
sikuani o guajivos y cubeos, unos 12 mil sobrevivientes del gran exterminio de
la raza, 40 millones de raizales, sacrificados por la ambición europea en
tiempos del Descubrimiento y la Conquista de América. Esos grupos humanos viven
de la selva. Sobre las cenizas de la deforestación y grandes incendios siembran
frutales, yuca y piña, productos de su dieta alimenticia y pescado del cual se
han contabilizado en los ríos 191 especies, por lo menos 8 de ellas endémicas y
ornamentales que sacan furtivamente los invasores a los mercados externos para
acuarios, entre los cuales, Estados Unidos, Birmania, República Checa y Japón.
La extensa zona es rica en aves, unas 450 especies.
La biodiversidad también
alberga mamíferos de los llanos orientales, amazónicos, aves acuáticas y
anfibios, según datos de los especialistas en este gran escenario natural de
bosque tropical.
Tal riqueza había sido
descrita en mi libro “Ambiente, Decisión
para Salvar la Tierra”, editorial Macondo 1994. En el capítulo 8,
crecimiento del Grupo Andino en su entorno, dije que a través de Colombia y
Venezuela se destacan la Amazonia, Orinoquia y el Escudo Guayanés, integrados por un canal
natural situado en el país hermano, unido a su vez con el río Casiquiare, zona
limítrofe con Colombia.
Además el brazo del
Casiquiare en Venezuela une al Orinoco con el río Negro en un punto limítrofe.
Según cronistas de la Colonia, este conector natural fue utilizado por
autoridades españolas y viajeros de la época en su tránsito por la Orinoquia y
Venezuela y áreas occidentales de la actual Amazonia. En los últimos años, una
expedición de Venezuela utilizó el río Casiquiare para demostrar la existencia
y viabilidad de la interconexión Amazonia-Orinoquia- Escudo Guayanés.
Los servicios que producen
estos ecosistemas no tienen incentivos oficiales ni compensaciones de los
países dueños. Existe una iniciativa sobre el Escudo Guayanés en el Programa de
las Naciones Unidas para el Desarrollo,
apoyado por el Instituto Alejandro Von Humboldt y que avanza en la manigua de
Matavén, Vichada y Guainía en la frontera sur con Venezuela, donde habitan los indígenas ya descritos en la comunidad Sarrapia. De Puerto Inirida a ese
lugar se gastan dos horas en lanchas rápidas.
Los indígenas vigilan la
selva, pero la irrupción de la minería ilegal constituye una amenaza. Existe la
declaratoria de la Estrella Fluvial del Inírida cuyas tierras son parte del
Escudo Guayanés, Humedal Ramsar y coloca esta zona como ecosistema mundial.
Todo el proceso es motivo de estudio por el Ministerio de Ambiente, aun cuando
se opone el Ministerio de Minas por cuanto perjudicaría proyectos de extracción
de minerales, ya concertados. Las tierras son arenosas y poco fértiles pero se
estudian planes de productividad que favorecerían a las comunidades indígenas.
Los ríos ofrecen paisajes de grandes rocas y sus playas son de arena blanca.
Tepuyes o montañas ofrecen cumbres planas y árboles de poca altura, con
inundaciones anuales.
Las Naciones Unidas están
interesadas en el estudio y conocimiento de esta zona biodiversa reguladora de la
temperatura y el clima del mundo. Pero la atención científica siempre ha estado
concentrada en la Amazonia, “Pulmón de Selva”; el Escudo Guayanés es rico,
valioso por su sistema hídrico, sus paisajes, sus minerales e hidrocarburos,
fauna y flora endémicas y sobre lo cual existe poca información. La selva entre
Brasil, Surinam y Guyana no sufren el impacto de la invasión del hombre
colonizador.
Hay pobreza pero abundante
biocapacidad y los indígenas responden a su organización como comunidad, respetando
el ambiente. Se busca que los países dueños del Escudo Guayanés se pronuncien
por una economía verde y sostenible en la región. La zona es clave para Colombia,
en su aporte salvador del cambio
climático.
Falta reglamentación al
respecto, sobre todo en el control a la deforestación que aporta altos índices
de contaminación con bióxido de carbono. Se habla de conservación y explotación
de recursos. También en el programa de
Pnud colabora la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA),
que busca hacer visible al mundo el Escudo Guayanés, el otro pulmón del planeta
conjuntamente con la Amazonia, cuya biodiversidad asombra, como en el primer día de la Creación. Allí está presente
Colombia, aportando vida a la Humanidad. Con el consabido concepto: Como lo
tenemos todo, no hacemos nada.