INTEGRACIÓN Y AMBIENTE, ALTERNATIVA DEL TERCER MUNDO. (Libro publicado en 1994)



































INTRODUCCIÓN

El 26 de mayo de 1969 se firmó en Bogotá el Acuerdo de Cartagena con el objetivo básico de todo proceso de integración: el desarrollo económico. En el texto del Tratado, se explicaron en detalle, los diversos instrumentos para alcanzar esa meta, pero transcurridos cinco lustros el Pacto Subregional penetró en una fase crítica.
La crisis bolivariana se sintetiza en las dificultades encontradas en sus mecanismos- liberación, aranceles, programación-, para el cumplimiento de sus propósitos. Las opiniones siguen divididas y hasta los grupos económicos piden cambios en el proceso comunitario.
Ha sido aceptado por la mayoría de los analistas que el Grupo Andino vió la luz en una etapa productiva diferente a los años 90. En ese entonces se presagiaban logros optimistas y ponderaba la alianza para el progreso por sus innovaciones técnicas y la filosofía de sus préstamos. Además, durante los primeros años se registró un interesante crecimiento del comercio intrasubregional bajo la égida del programa de liberación y en concordancia con los mecanismos propios del Pacto de Cartagena, GRAN. La adhesión  de Venezuela, el retiro de Chile, la Decisión 24, fueron candentes puntos de discusión que abarcaron, por su naturaleza, toda la subregión y generaron serios debates con la puesta en marcha de las resoluciones andinas en los cinco países. Pero, simultáneamente, la integración desempeñó un papel trascendental en los planes de desarrollo nacionales.
Surgieron defensores y críticos motivados por la situación que se vivía en cada nación y los resultados prácticos que el proceso mostró. La crisis política de la subregión y los riesgos económicos que implicaba aplazaron la puesta en marcha de la integración. Como si fuera poco, el Grupo Andino no fue una isla ajena a las repercusiones de la depresión económica del mundo industrializado, así que sus países miembros unificaron  posiciones en un coro trágico que demandó la abolición del GRAN o su reemplazo por otro tipo de organismo subregional.
Por fortuna, la desaparición del Pacto Andino no cautivó el interés general, pero se optó por proponer la suscripción de simples acuerdos bilaterales para vivir una integración realista y de paso dejar indefinidamente aplazados sus proyectos. Los partidarios de tal solución concluyen que el GRAN fracasó, que fue sólo una utopía y que no existía causa mejor que la ALADI, que tampoco se implementó de manera eficiente. En cambio se abrió paso la estrategia del bilateralismo que por su desarrollo genera entre otros los siguientes interrogantes:
¿Es una ilusión pensar en programas sectoriales que coadyuven al desarrollo industrial del área, mediante procesos de especialización, incremento de productividad y aprovechamiento de recursos?
¿Es utópico creer que el plan de liberación proporcione a los diversos países mayores posibilidades de comercio, más aún en situaciones, cuando las restricciones aumentan cada día, a pesar del GATT y la UNCTAD?
¿Es incoherente un arancel externo común como instrumento de salvaguardia a la industria de la subregión, en una coyuntura con fuerte tendencia hacia el proteccionismo de los países con los que más intensamente comercializamos?
¿Presentar un frente común en el terreno internacional es estéril, aún cuando tal acción implique obtener  un verdadero poder de negociación?
Si las respuestas a estos interrogantes son positivas, es decir, si la programación sectorial es ilusoria, la liberación comercial utópica y la negociación conjunta internacional del todo inútil, entonces no hay otro más remedio que olvidarnos de la multilateralidad y dedicarnos  a los  "acuerdos bilaterales".
Si las respuestas son  negativas o de duda, la integración sigue al orden del día porque no hay procesos estáticos y el Grupo Andino debe adaptarse en forma rápida a los condicionamientos de las relaciones económicas universales. De la ortodoxia planificadora y antiimperialista, se entra en la onda de un modelo abierto, pragmático, basado en la lógica del mercado. La flexibilidad del acuerdo subregional permite a sus miembros negociar autónomamente su inserción en esquema de unión con terceros países o bloques como es el caso de Venezuela y Colombia con México, y Bolivia en el Mercosur. Por tanto, el GRAN es competitivo y no defensivo.
No es que el pacto subregional haya fracasado, ni que sus mecanismos perdieran validez; existen tropiezos por los vaivenes de las economías en vía de desarrollo, pero el  Acuerdo de Cartagena sigue incólume, como sí cinco lustros (1969-1994) no hubiesen debilitado su cimentación.
Por el futuro la integración es preciso que los gobiernos y sus representantes, y con mayor compromiso los funcionarios dedicados a trabajar por el Grupo Andino en cada país y en la propia JUNAC, tomen conciencia la necesidad recuperar el Acuerdo de Cartagena, para adaptarlo a  una nueva realidad de solidaria regional.
Tanto los objetivos del GRAN, cómo sus mecanismos siguen siendo válidos y ello implica que necesitan ser reacondicionados en su funcionamiento práctico, para que el Pacto Andino beneficie directamente a cada país miembro. Este planteamiento parte de una premisa ineludible: la renegociación del Acuerdo de Cartagena es una visión que traspasa fronteras y exalta las vocaciones  geopolíticas naturales en América latina.









PRIMERA PARTE



PASADO

CAPITULO 1



ANTECEDENTES HISTÓRICOS DEL PACTO


Desde tiempos remotos ha existido el antagonismo entre poderosos y débiles. El problema nunca ha terminado y cada día toma perfiles nuevos. La hegemonía de unos sobre otros ha sido constante de la Humanidad, y América Latina no escapa a este axioma.
El teórico del capitalismo económico, Adam Smith, constataba que el descubrimiento de América significó demasiado para la estructura imperante: “Elevó el sistema mercantil a un grado de esplendor y gloria que de otro modo no se hubiera alcanzado jamás”. Lo que Sergio Bagú confirma en su obra “Economía de la sociedad colonial. Ensayo de historia comparada de América Latina”, que expresa:

…el más formidable motor de  acumulación mercantil europeo fue la esclavitud americana; a su vez ese capital resultó “ la primera piedra fundamental sobre la cual se construyó el gigantesco capital industrial de los tiempos contemporáneos. La resurrección de la esclavitud grecorromana en el nuevo mundo tuvo propiedades milagrosas: multiplicó las naves, fábricas y  bancos, que hicieron que Europa construyera el capitalismo comercial a través de la plata de potosí en Bolivia, la de México en Guadalajara y Zacatecas, de la producción de oro que desde Colombia y México llegaba  a la metrópoli por Cádiz, metrópoli intermedia del tráfico, cuyo fin y pagar las deudas de lujosos imperios (España y Portugal) y de guerras sin cuento, el entregar a Holanda e Inglaterra la dignidad del comercio de carne humana, las que atizando y presionando a España y Portugal como necesarios instrumentos de “comercio libre”, cuando estas colonias se independizaron del “comercio ilegal de contrabando y piratería”, cuando todavía no habían firmado los respectivos tratados con el imperio portugués, o el caso de Francia con su rey Sol Luis XIV, no había comprometido al rey de España en la mitad de las ganancias de la compañía de Guinea, formada en 1701 para el tráfico esclavo hacia América, teniendo Colbert, su ministro, sobrada razón como artífice de la industrialización francesa al postular que la trata de negros era “recomendable para el progreso de la marina mercante nacional” (1).

Contra esta tradición irrumpe Bolívar, el antiesclavista por antonomasia, el antiliberal económico que busca la protección de la industria artesanal naciente para hacerle frente al libertinaje del comercio inglés, francés y holandés.
La idea Bolivariana de preservar la producción artesanal autóctona desbarata a sus lugartenientes, pero se adopta la pauta del librecambismo, inicialmente inglés y después norteamericano, fundamentado en la esclavitud, que posteriormente seria la causa esencial de la Guerra de Secesión en Estados Unidos de América.
Si se realiza un parangón entre Jefferson y Bolívar se corresponden en el pensamiento de la democracia revolucionaria rousseauniana popular. Ambos buscan y actúan sobre la base de la igualdad social y la defensa de los derechos del hombre; es la reivindicación de la soberanía americana frente al sombrío panorama del coloniaje hispano-portugués.

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(1)  BAGU, Sergio Economía de la sociedad colonial. Ensayo de historia comparada de América Latina. 1949.

Oro, plata y nitrato de las salitreras chilenas para abonar las estériles y agotadas tierras europeas; guano peruano, cacao venezolano, frutas del antiguo Virreinato de la Nueva  Granada; café, sal, quina, caucho, azúcar: productos del nuevo continente para ostentar en Europa. Riquezas de América convertidas en caprichosas y arribistas elegancias de la nobleza, negocio redondo de los comerciantes de mercaderías de lujo. Todo tipo de palacetes en los puertos de Europa, plural demostración de imperios de poder de secreto aborigen.
Después se una pugna fratricida en América para resolver el conflicto de la soberanía de las colonias, lucha tan actual como lacerante, se ha venido consolidando un estado de cosas insatisfactorias. Hoy confrontamos realidades políticas alternas y cada nación consolida su patrimonio heroico, pero predomina el subdesarrollo. Por ello tiene un efecto moralizador y ejemplarizante el empeño por construir un mañana más solidario en esta Indoamérica en ebullición.
El Pacto Andino es una muestra del esfuerzo de lo que hemos creído y confiado en superar el subdesarrollo económico, cultural y social de América latina, no como tarea solitaria o aislada, sino como una unión de fuerzas, resultado lógico de realizaciones comunes.
Ideales que no son nuevos, pues nacieron en el fragor de la epopeya libertadora y en cada batalla por la soberanía: la Campaña Admirable primero, luego Boyacá, Carabobo, Junín, Ayacucho… ¿Cómo desconocer el sueño bolivariano?. Es el advenimiento de la libertad americana, principio y fin de una tarea jamás cumplida, siempre interferida por los enemigos del modelo comunitario e integracionista, que pone en peligro sus intereses y recela de un futuro a construir con la solidaridad del presente.
Egoísmos legendarios que nacieron a la par con el juicio libertador, afincándose en la región a lo largo de los años, a costa de la sangre, el atraso y el estancamiento de los países que otrora fueron motor de desarrollo de las potencias extranjeras.


La concepción Bolivariana, sin embargo, no fue producto de intempestivas o locas elucubraciones; Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios Ponte y Blanco de las Américas, escribió su profética carta de Jamaica en 1815 en medio de esenciales preocupaciones por la patria que acaba de perder. Es el fracaso ahondado por el abandono moral y el apuro pecuniario; tristes circunstancias que no le impiden pronunciarse proféticamente sobre su América esclavizada. No en vano recorrió sus campos y llanuras, ni fueron estériles su lucha y sacrificio: había visto el presente de América y soñaba con su futuro. Bolívar era América: América era bolívar. No pensaba en las batallas que libraría, pensaba en la América que legaría a las nuevas generaciones. Patético análisis de los estados del genio visionario de Bolívar, quien ya presentía que la empresa sería difícil y esquiva. No obstante, el Nuevo Mundo lo anuncia unido “entre sí y con el todo”, y concibe a Panamá como punto de partida hacia la superación de los intereses opuestos y caracteres desemejantes.
El congreso Anfictiónico de Panamá emerge conciliador y aglutinante en el escenario grandioso del Caribe, acunado en el corazón de un nombre que desde allí Presiente libre a su América, emancipada y madura en el concierto internacional.
Largas horas, intensas cavilaciones se concretan en su carta, que no es producto de un delirio febril y sin sentido, sino el fruto de la experiencia vivida, del intenso deseo de ver una sola América, unida y grande en  la paz y en la guerra.


Congreso Anfictiónico de Panamá

“Luego que el triunfo de las armas de Venezuela complete la obra de su independencia, o qué circunstancias más favorables nos permitan comunicaciones más frecuentes y relaciones más estrechas, nosotros nos  apresuraremos con el más vivo interés a entablar por nuestra parte el Pacto Americano, que formando de todas nuestras repúblicas un cuerpo político, presente la América al mundo con un aspecto de majestad y grandeza sin ejemplo en las naciones antiguas. La América así unida si el cielo nos concede este deseado voto, podrá llamarse la reina de las naciones, la Madre de las repúblicas. Yo espero que el Río de La Plata con su poderoso influjo cooperará eficazmente a la perfección del edificio político a que hemos dado principio desde el primer día de nuestra regeneración” (2).
Insistía bolívar en su idea salvadora. No había soñado la hora de las grandes victorias y continuaba alimentando su proyecto de reunir en un sólo cuerpo político a la América hispana, idea que parcialmente se concretaría una vez consolidada la epopeya libertadora.
En 1821, constituida La Gran Colombia, Bolívar designó a don Joaquín Mosquera, ministro plenipotenciario y encargado de negocios acreditado ante los gobiernos del sur; y a través del vicepresidente Francisco de Paula Santander, nombró a don Pedro Gual, ministro de relaciones exteriores de La Gran Colombia, con el propósito de adelantar los proyectos de convenio e ingresar en un pacto de unión, liga y confederación perpetua, y obtener tratados bilaterales con las principales repúblicas hispanoamericanas.
Don Joaquín Mosquera partió a realizar los contactos con Chile, Lima y Buenos Aires;  con la misma misión y rango, sale para México, don Miguel Santamaría.
De tales gestiones se obtuvo la firma de los proyectos de confederación con los gobiernos de Perú, Chile y México; no así con Buenos Aires, que se mostró en desacuerdo con la idea de la confederación perpetua.
Concluida la liberación hispana el 7 de diciembre de 1824, El Libertador dirige una circular a los gobiernos de las repúblicas de América, invitándolas a enviar sus representantes a Panamá para conformar la Asamblea de los Confederados; no responden con entusiasmo los gobiernos opuestos a  la idea de conciliación latinoamericana; Chile y Buenos Aires no aceptan participar en la reunión de plenipotenciarios en Panamá; Brasil es convocado, pero sus delegados no alcanzaron a llegar; Estados Unidos, invitado por el General Francisco de Paula Santander, se opone al deseo de confederación, pero envía sus agentes, quienes tampoco se presentan en la magna junta. Inglaterra adopta una posición neutral por instrucciones previas impartidas a sus comisionados.


(2)   Fragmento de la carta dirigida por Simón Bolívar a Juan Martin Pueyredon del Gobierno de buenos Aires en 1818.

Precisamente, frente a la participación de la Gran Bretaña en la asamblea, El Libertador fue en principio partidario de obtener su protección, pero en carta dirigida al ministro Revenga el 17 de febrero de 1826, deja notar su preocupación por “mezclar a una nación tan fuerte con otras tan débiles”.


Realización y protocolos

Se lleva a cabo del 22 de junio al 15 de julio de 1826, con la asistencia de los delegados de cuatro Estados: Colombia integrada por Venezuela, Nueva Granada y Ecuador; Centroamérica, Perú y México.
Se celebraron 10 sesiones, quedando como testimonio las actas denominadas “Protocolos”. Un siglo después la Sociedad de Naciones, en su Undécima sesión del 2 de octubre de 1930, aceptó que el precursor del Panamericanismo fue Bolívar, a quien calificó de ferviente Monroista. Si analizamos sus primeros escritos, la ideología de El Libertador va más allá de esta denominación. En un ensayo periodístico, fechado el 5 de septiembre de 1810, invita a sus coterráneos a sacudir el yugo con un modelo de concertación: “Tampoco descuidarán la idea de invitar a todos los pueblos de América a que se unan en una misma Confederación”.
Antes de la carta de Jamaica, en el Manifiesto de Cartagena en 1812 es suya la aseveración siguiente: “Yo soy del sentir que mientras no centralicemos nuestros gobiernos americanos, los enemigos obtendrán las más completas ventajas”.
En vísperas de la Batalla de Ayacucho se realizó el congreso del Istmo y se escribió el primer código de derecho internacional del continente. En todos los protocolos está impresa una corriente de principios Bolivarianos que en las guerras de conquista de siglos anteriores la Europa no logró plasmar. Es el fundamento de la autodeterminación de los pueblos y el origen de la “no intervención” irrigadas a las conferencias hispanoamericanas posteriores, hasta la primera de naturaleza panamericana en Washington en 1899. Dos pilares que en el siglo XX recogieron varios jurisconsultos, constituyéndose en sabia vital para la formación de la sociedad de naciones y la ONU.
En los protocolos no aprobados se estableció un arancel externo común para los países miembros y alianzas por fuera de la confederación con abolición de gravámenes para los asociados. También expresó la necesidad de proteger las nacientes industrias artesanales frente al libérrimo comercio de las potencias; y algo más, la urgencia de unir a los pueblos a través de una sola identificación: una cédula general para los ciudadanos de la asociación, resaltando únicamente la autonomía e idiosincrasia de los Estados confederados, de acuerdo con las tradiciones de cada nación en particular.
Los protocolos fueron el principio esencial del derecho de integración y esta aseveración lo confirma: “Antes los pueblos no se reconocieron en el orden jurídico en pie de igualdad, ni rescataron la plenitud de su soberanía interna para una supranacionalidad confederada, para la paz y la guerra, para la economía y la política”.
Por lo precedente escribió Bolívar:
Cuando después de 100 siglos la posteridad busque el origen de nuestro derecho público, registrará con respeto los protocolos del Istmo. En ellos se encontrarán las primeras alianzas, que trazarán la marcha de nuestras relaciones con el universo.
Los puntos sobre las cuales se llegó a un acuerdo fueron los siguientes:


·     Tratado de Unión, Liga y Confederación Perpetua.

     Entre los cuatro Estados representados en el Congreso, las ratificaciones debían canjearse en la Villa de Tacubaya después de ocho meses, contados a partir del 15 de julio. El tratado estaba inspirado en la idea de la paz y la confraternidad: pactaba la solidaridad y amistad entre los países en tiempos de armonía y guerra; y en la promesa de defensa común de la soberanía y la independencia. Para lograrlo se contaría con el segundo acuerdo.

·         Convención de Contingentes. Tenía por objeto la creación de un ejército de 60 mil hombres con participación de todos los países en proporción a su población. Se le asignó al Perú la defensa de las costas del Pacífico y la obligación de cada Estado de contribuir con dinero al aliado cuyo territorio fuera invadido.


·         Convención Militar. Con el objeto de fijar las pautas para la organización, dirección de las tropas y empleo en casos de invasión.

·         Renovación de la Asamblea. Se convino que a fin de fortalecer los vínculos de unión, el congreso se reuniría cada dos años en tiempos de paz y cada año en caso de guerra.


Éxitos y fracasos en el Istmo.

Bolívar vió realizada su máxima aspiración al ponerse en marcha la Confederación Hispanoamericana para la Paz y la Guerra. Su idea llegó a la concreción en el Istmo de Panamá, pero desde la etapa preparatoria del Congreso y ante la renuencia de algunos gobiernos a participar en la asamblea, las discrepancias aparecieron, y el propio Bolívar lamentó la falta de solidaridad demostrada en un evento que despertó inquietudes y expectativas en Europa y Estados Unidos.
Si bien sus logros se resumieron en la firma del Tratado de Unión, Liga y Confederación Perpetuas con los países participantes y la Convención de Contingentes, estos no dejaron satisfechos  el ideal integracionista de Bolívar y simbolizaron más bien un punto de partida hacia su realización futura.
La ausencia de los representantes de los Estados remisos fue uno de los factores que contribuyeron a restarle eficacia al acuerdo, por los oscuros intereses que se interpusieron a la consolidación de la unión, que el historiador Indalecio Liévano Aguirre calificó acertadamente como la “balcanización hispanoamericana”, fomentada por quienes desde esa época veían en la división de las tierras del Nuevo Mundo un espacio propicio para sus ambiciones.
Otros Estados sólo aspiraban a su expansión, como fue la pretensión del Perú, menos comprometido en la lucha por la libertad y más preocupado por extender sus fronteras. Los peruanos ya habían planteado en el congreso su ambición de reclamar la Provincia de Guayaquil, perteneciente a La Gran Colombia, desconociendo el principio del Utis Possidetis jure de 1809, que establecía la demarcación territorial vigente para la América española. Pero no solamente anhelaban la Provincia de Guayaquil, además, la línea del Amazonas con Colombia, objeto de posteriores conversaciones para un acuerdo que sería la primera causa para ignorar los compromisos adquiridos.
Su ejemplo no tardó en imitarse: México deja conocer su afán expansionista frente a una provincia de Guatemala y propone una nueva delimitación con la isla de Cuba, pasando por alto el sueño de bolívar: Liberar a Cuba de los esclavistas de todo pelambre, aún de Norteamérica.
Otros aspectos que no pueden ignorarse  y que condujeron al fracaso de la unión americana lo constituyen la precaria disposición económica los estados y el sinnúmero de problemas de orden interno que aún aquejaban a las nacientes repúblicas y que les impidieron un compromiso a fondo con la tarea de solidaridad en la paz y en la guerra.


Intentos Integracionistas.

Terminada la época de La Gran Colombia deja de tener efecto el tratado rubricado en Panamá. Se quiso enterrar un gran proyecto y el esfuerzo de El Libertador por dotar a los nuevos países de instrumentos para su cabal desarrollo, sin embargó la idea no pereció, sobrevivió con nuevos intentos por poner en práctica la filosofía integracionista del Congreso de Panamá.
Perú renueva la tentativa al convocar en 1847 la conferencia continental, a la cual asistieron Bolivia, Chile, Ecuador, Nueva Granada y el país anfitrión. Se suscribe un tratado e institucionaliza una asamblea de Plenipotenciarios y los Estados signatarios comienzan a impulsar una nueva figura: la Conferencia de las Repúblicas Hispanoamericanas.
El Pacto tiene importancia porque prevé la no modificación territorial sin el consentimiento de los países firmantes y porque además se suscribió un convenio de comercio y navegación que se apartó de la tradicional concepción de la defensa y solidaridad en casos de guerra que había sido nota característica hasta entonces.
En 1856 se realizó el congreso de Santiago; en 1865 la segunda reunión de lima sobre comercio y navegación; y en 1866 se intenta renovar la organización continental entre Perú, Chile y Ecuador, con una representación que aglutina aspectos tan heterogéneos como el comercio, las exportaciones, importaciones y navegación.
Desafortunadamente, ninguno de estos acuerdos se cumplió en la práctica y se demostró una vez más la carencia de verdaderos propósitos de unión, la subsistencia de problemas interregionales y la falta de respeto a los compromisos suscritos con naciones Hermanas. Así terminan los esfuerzos latinoamericanos por lograr una agrupación regional que enfrente los múltiples problemas derivados del crecimiento y la dependencia congénita de las nacientes repúblicas.
Y no le cupo el honor a la América hispana de emprender un liderazgo de esa naturaleza; ésta tarea la concretó en 1889-1890 Estados Unidos, al convocar la Primera Conferencia Internacional Americana, que dió inicio a una época conocida bajo el nombre de Panamericanismo, con la tutela permanente de Washington. 




CAPÍTULO 2

PERMANENCIA DEL IDEAL COMUNITARIO

El siglo XX comenzó con perspectivas de independencia y desarrollo para las naciones integrantes del denominado Tercer Mundo. Para los pueblos a los cuales se les negó el derecho a su progreso, la historia indica que han vivido en un torbellino de crisis y conflictos entre Hermanos; sus esfuerzos y sacrificios han resultado casi estériles, y debemos vislumbrar un siglo de esperanza y un tercer milenio de lucha por la vida y el progreso basado en el respeto a los derechos humanos y la biodiversidad.
Es un nuevo milenio donde se estructura la comunidad internacional como manifestación del deseo y voluntad de los pueblos que conocen los nexos de interdependencia universal y buscan consolidar una filosofía de armonía orbital, a la que contribuirá eficientemente América.
Un aporte reconocido por el analista panamericano Silvio Zavala afirma: “La historia ideológica de América se enlaza con las más universales inquietudes acerca de los derechos humanos, el orden en la comunidad jurídica y la convivencia de las naciones”.
Es el siglo XX el que trae la lucha de los pueblos para los cuales el desarrollo ha resultado esquivo, pese a sus inmensas riquezas naturales y su potencial humano. Una tarea incesante porque ya no es la batalla de una comunidad contra los rezagos del colonialismo, sino el esfuerzo de naciones hermanas por afianzar lazos de fraternidad y necesidades comunes. Un ambicionado  proyecto de unión libre de cargas impositivas que en los umbrales de una nueva centuria aún está por concretarse.


Panamericanismo

Tiene cabal realización a través de las conferencias Panamericanas desarrolladas en  Washington en 1889, México en 1902, Río de Janeiro en 1906, Buenos Aires en 1910 y Santiago de Chile 1923, cinco reuniones donde se trataron diversos asuntos sin efecto práctico alguno, por ser característico del panamericanismo la ausencia de convenios. El balance, sin embargo, no es negativo en su totalidad pues las asambleas significaron mucho para Latinoamérica, por cuanto constituyeron el esbozo de lo que será la entidad latina en el ámbito internacional, que tendrá oportunidad de dejar oír su voz y plasmar sus ideas en un foro de privilegios. Sus voceros podrán dar a conocer una posición vital para la convivencia regional y continental, demandando actuaciones que consoliden un ideario político.
Se va conformando un sistema institucional que propenderá por la coexistencia pacífica, el desarrollo integral y el reconocimiento, así sea tardío, de los derechos que asisten a naciones que propiciaron el fulgurante progreso de otras. Es un foro de primera importancia, porque los pueblos identificados en sus necesidades y apremios, sienten y expresan a través de la realización brillante de un puñado de juristas latinos que conformaron la llamada comisión de jurisconsultos, concretada en la codificación del derecho privado en el Código Bustamante, una realización ambiciosa, viva expresión del hondo sentir latino y el proyecto de Tratado de Derecho Público que consigna la máxima aspiración: el principio de la no intervención y el registro y conocimiento de la personalidad del Estado, libre de condicionamientos o cortapisas.
Fueron latinos los juristas que consagraron en el proyecto de tratado el derecho que asiste a la naciones a su autonomía para regir su destino, disponer de sus recursos naturales y asumir una tarea de compromiso con los pueblos constituyéndose en la esencia jurídica que más tarde será el fundamento  del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales que reconocerá el derecho de libre determinación, que “los pueblos puedan disponer libremente de sus riquezas y recursos naturales” y  la autorización de un principio vital: “en ningún caso podrá privarse a un pueblo de sus propios medios de subsistencia”.
Sería  la comisión de jurisconsultos la que concretó como expresión del derecho la concepción de León Duguit, que Nicolás Politis sistematizó. La junta de juristas supo interpretar a cabalidad cómo el derecho es el resultado de la solidaridad, la solución de las necesidades comunitarias a través de normas promotoras del desarrollo social. El pacto se firmaría años después.
En 1928 fue otra la situación: la simple presentación de tan explosivo proyecto motivó la crisis, porque se vivían momentos de posiciones irreconciliables en la política internacional. Por una parte, sentimientos de solidaridad con el pueblo de Nicaragua que vivía la epopeya de Sandino y simultáneamente, la polémica por la difusión de la tesis conocía con el nombre de interpoliación. Dos razones más que suficientes para provocar distanciamiento entre América Latina y Estados Unidos de América.
Los pueblos latinos habían tomado conciencia de sus deberes y derechos en la convivencia continental, y su voz comenzaba a escucharse más allá de las fronteras de su subdesarrollo. No resultó tarea fácil para los rezagos de colonialismo en la Subregión, pero superando los distanciamientos en la conferencia de La Habana en 1928, se adoptó la convención sobre Unión Panamericana, contentiva de los principios que regirán la integración en los organismos internacionales.
En torno a esta asamblea, el ex canciller Alfredo Vásquez Carrizosa afirmó con buenos fundamentos, que sirvió para proclamar la política de la buena vecindad que Franklin D. Roosevelt promulgó en 1933 y que se plasmó en la reunión de Montevideo, con la expedición y firma de los derechos y deberes de los Estados.
Lo rechazado en La Habana es aceptado en Montevideo y las tesis de los juristas latinos, intérpretes del sentimiento y vivencia de sus pueblos, fueron expresadas en el principio que “Ningún Estado puede intervenir ni directa ni indirectamente en los asuntos internos de otros Estados”.
En 1936 se convocó la Conferencia de Consolidación de la Paz en Buenos Aires, donde se encontró la solución a la Guerra del Chaco y se adoptaron diversas normas de integración.
La Octava Conferencia Internacional de Estados Americanos tuvo lugar en Lima en 1938. Resultado,  fue la Declaración de Principios Americanos, que además del acordado de la no intervención, consagró otros que regirían las relaciones recíprocas entre los países americanos.
El proceso culminó en la capital de Colombia hacia 1948, cuando se firmó la Carta de Bogotá y el Tratado de Soluciones Pacíficas o Pacto de Bogotá, expresión de la institución americana, el cual fue calificado de perjudicial para los intereses soberanos de Colombia en materia de áreas marinas y submarinas.
Referente a la Organización de los Estados Americanos (OEA), ésta no ha sabido plasmar los principios de la Confederación de América Meridional al decir de Bolívar o latinoamericano en el contexto actual, convirtiéndose  con sus omisiones y aprobaciones a las intervenciones norteamericanas en el área, en un simple instrumento de los intereses imperiales de demócratas y republicanos. En cuanto a la ONU, pese a las permanentes sanciones económicas de Estados Unidos por el no pago de la deuda externa o la tímida condena de la invasión de USA a Panamá, constituye por sí sola el foro internacional de los pueblos, exaltando la voluntad de unión de las naciones y el espíritu de cooperación para el logro de los más altos fines: la anhelada paz y el afianzamiento de dicha concordia como fundamento y garantía para las soluciones de carácter universal.
A nadie escapa la  importancia de la Sociedad de Naciones, parte integral del Tratado de Paz de Versalles (abril 28 de 1919) y las Naciones Unidas, gestadas con la declaración de Moscú (1943), Dumbarton Oaks (1944) y San Francisco (1945), fechas significativas por cuanto identifican ambas instituciones en sus propósitos: Promover la cooperación mundial,  el logro de la paz y la seguridad internacionales. Sin esa base, garantía de vida y respeto a los derechos, resultaría inútil intentar asociaciones o bloques subregionales.
Son las Naciones Unidas, las aportantes de un contingente humano estudioso de nuestras realidades, recursos y necesidades. También de manera oportuna han prestado su concurso para desarrollar una asistencia en múltiples campos a los países con mayores requerimientos, lo cual ha facilitado los caminos de progreso regional y subregional.
La ONU, la corporación por excelencia, a través del Ecosoc, coordina la labor económica y social de los organismos especializados de instituciones conocidas como “Sistema de las Naciones Unidas”. El Consejo formula recomendaciones e inicia actividades relacionadas con el desarrollo, comercio internacional, industrialización, recursos naturales, derechos humanos, población, bienestar social, ciencia y tecnología.
El consejo funciona con un alto número de entidades subsidiarias que brevemente se mencionarán, con el fin de destacar la incidencia que han tenido y poseen  en diferentes campos de acción.


Organismos

Comisiones económicas regionales que se suman a las especializadas en asuntos de estadística, vivienda, construcción, derechos humanos y drogas.
·         Comisión Económica para la América Latina, CEPAL.
·         Comisión Económica para Europa, ECE.
·         Comisión Económica para Asia y el Lejano Oriente, ECAFE.
·         Comisión Económica para África, ECA.

Otros órganos especiales:
·         Fondo de las Naciones para la Infancia, UNICEF
·         Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y Desarrollo, UNCTAD.
·         Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, UNDP.
·         Fondo Especial de las Naciones Unidas para el Desarrollo Económico, SUNFED.
·         Programa Ampliado de Asistencia Técnica, EPTA.
·         Instituto para  Adiestramiento e Investigación, UNITAR
Toma parte el Consejo en el Programa Mundial de Alimentos  y el Comité Administrativo de Coordinación. La importancia del Consejo es evidente. Los esfuerzos que realiza la ONU se encaminan a dar cumplimiento al artículo 55 de la Carta y refiere:
·         Niveles de vida más elevados, trabajo permanente para todos,  condiciones de progreso y desarrollo socioeconómico.
·         Solución de problemas internacionales de carácter económico, social, sanitario y conexo, y la cooperación internacional en el orden cultural y educativo.
·         El respeto universal y la efectividad a  los derechos y libertades fundamentales de todos, sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión.
Esta su tarea y este su balance: “en el primer decenio muchos países en desarrollo lograron progresar en términos de crecimiento del Producto Nacional Bruto, pero éste avance fue contrarrestado por el crecimiento demográfico y los patrones desfavorables del comercio, más la pesada carga de la deuda” (3).
Uno de sus organismos, la Comisión Económica para la América Latina, CEPAL, tiene significado especial en nuestro entorno. Su dinámico impulsor, alma y nervio, fue el economista argentino Raúl Prebisch, quien abogó incansablemente por la formulación de principios y políticas para ser aplicadas a los países del área. Una doctrina económica con tinte regional que contará con un mecanismo autónomo para formular sus requerimientos y concretarlos en una corporación catalizadora de los problemas del continente.

(3)ABC DE LAS NACIONES UNIDAS. 1978.

La labor de la CEPAL se orienta al estudio e investigación de los problemas socioeconómicos de América latina, y presta asesoría en técnicas de estructuración a través del Instituto Latinoamericano de Planificación Económica y Social, ILPES. Realiza además, otras tareas que tienen que ver con el aspecto poblacional, por medio del Centro Latinoamericano de Demografía, CELADE, al tiempo que sistematiza y transfiere la información mediante el Centro Latinoamericano de Documentación Económico y Social CLADES. En fin, la orientación y decisiones son tomadas por los países miembros y están encaminadas al cumplimiento del artículo 55 del área regional.
Para ampliar el conocimiento de los problemas y facilitar su estudio y análisis, la CEPAL cuenta con sedes regionales en México, Washington, Montevideo, Puerto España, Buenos Aires, Brasilia y Bogotá. La oficina de Bogotá funciona desde 1967 con el apoyo de los gobiernos de Colombia, Ecuador y Venezuela, y adelanta sus actividades de cooperación con la Junta del Acuerdo de Cartagena (Junac) en materias relacionadas con la integración, en consonancia con los propósitos formulados desde 1948.
La CEPAL ha contribuido al desarrollo de América latina, pero en el proceso de la división internacional del trabajo y después de la primera independencia de las antiguas colonias españolas, seguimos siendo abastecedores de materia prima no elaborada. Como ayer, seguimos exportando café, frutas, azúcar, oro, plata y esmeraldas, porque el guano, la quina y el añil desaparecieron, mientras el caucho se mantiene irremplazable para la producción automotriz a través de la explotación trasnacional. Es la demanda creciente del hierro que no tiene Norteamérica o el alivio del Tercer Mundo a su escasez de cobre, estaño, plomo, zinc, cobalto, uranio, y manganeso, materiales estratégicos para su industria pesada.
Es la bauxita para obtener el aluminio de sus aviones; el níquel y el cromo que requieren para fabricar los motores de retropropulsión y desde luego, el petróleo y sus 300 o más derivados para la industria, o el carbón como insumo energético que alienta el subdesarrollo de los pueblos.
Porque desde  los aborígenes la fertilidad fue  la maldición de los pueblos. Consolidamos  el adelanto de las naciones y como contraprestación nos quedó  la miseria. Nuestra diferencia con las 13 colonias del norte fue carecer de oro, plata y otros minerales, que a medida que avanza la industria se requieren; riqueza natural que despuntó  rápidamente en Norteamérica, volcando el interés y la codicia del imperio británico, que sólo posteriormente movió sus capitales hacia Hispanoamérica.
La excepción de Latinoamérica respecto de la invasión del comercio británico a nuestras colonias el pasado siglo, fue Paraguay, gobernado con mano de hierro por Gaspar Rodríguez Francia entre 1814 y 1840. Rodríguez Francia obstaculizó la ocupación descontrolada y libertina del caudal inglés y la concurrencia absoluta del libre mercado, de tal forma que impidió en el Virreinato de La Plata la consolidación de terratenientes y comerciantes, al tiempo que afianzó la industrialización del Estado.
No había grandes fortunas, ladrones ni mendigos; todo niño sabía leer y escribir, y la oligarquía tuvo que declinar su poder ante el Estado, que tomó por su cuenta las riendas industriales de la nación. El imperio británico atizó las envidias y los odios para propiciar la Guerra de la Triple Alianza, financiada desde Londres para que Brasil, Argentina y Uruguay desestabilizaran a Rodríguez Francia, mal interpretado por Neruda en su Canto General, facilitando los gobiernos de Carlos Antonio López y su hijo Francisco Solano López, quienes terminaron por afianzar el progreso autárquico mediterráneo paraguayo.
La nación guaraní consolidaba en 1865 su desarrollo económico al  contar con línea de telégrafos, ferrocarril y numerosas fábricas de construcción, tejidos, lienzos, ponchos, papel y tinta, loza y pólvora. Asistían al país en su industrialización 200 técnicos  extranjeros, y desde 1850 la fundición Ibycuí elaboraba cañones, morteros y proyectiles de todos los calibres. Poseía una flota mercante nacional y se producían buques en el astillero de Asunción, para cumplir funciones comerciales por las aguas del Paraná, Atlántico y Mediterráneo. Exportaba plantas medicinales y tabaco al sur y maderas a Europa. La balanza comercial arrojada superávit con una moneda fuerte y estable y disponía de capital para la inversión, sin tener que acudir al caudal  extranjero o a los famosos préstamos que Inglaterra fue concertando con los incipientes Estados del Tercer Mundo, aplicando el rasero de sus leoninos intereses. Como las gestas de Bolívar en La Gran Colombia  o José Artigas en Uruguay. El ejemplo paraguayo constituyó un esclarecedor antecedente para la autodeterminación de Indoamérica.





Segunda parte





Presente





Capítulo 3

Contexto internacional

Debemos definir un marco de referencia que permita encontrar los hilos de sus inaplicabilidades en cinco lustros, además de sus posibilidades y aciertos en la misma época, porque el Pacto Subregional Andino no puede desentenderse de sus relaciones con otros grupos comunitarios o políticos y de los cambios presentados en la nueva división mundial del poder.
Identificada la necesidad para la comprensión integral de la evolución del Grupo Andino (GRAN), es imperioso referir las diferentes etapas presentadas a partir de la segunda conflagración mundial, como son el periodo de la “Guerra Fría”,  la aparición de nuevas potencias económicas, la hecatombe ecológica, el conflicto del Golfo Pérsico y las consecuencias que estos hechos generaron para el orbe, en especial a los llamados países tercermundistas, subdesarrollados o dependientes.
Es bien sabido que los dos grandes perdedores en la Segunda Guerra Mundial fueron Alemania y Japón, y que los ganadores, Rusia y los aliados, invadieron  y dividieron los territorios de estas naciones, las cuales quedaron sin posibilidad de defensa por la destrucción de sus ejércitos, para emprender el duro aprendizaje económico del invasor militar, que en casos como el de Japón, transculturó sus tradiciones y formas de organización económica y social.
Los vencedores optaron por la formación de dos bloques antagónicos denominados socialista y capitalista, caracterizados por sus concepciones contrarias en materia de desarrollo y progreso, la economía centralmente estructurada y mercado planificado del socialismo y la oferta-demanda y economía de mercado del capitalismo. Esta división se concretó también en organizaciones militares rotuladas en la OTAN y el Pacto de Varsovia.
Infortunadamente, las naciones vencedoras basaron el nuevo equilibrio orbital en el desarrollo del aparato militar con la tecnología de la muerte y sometieron al resto del planeta a la manipulación del terror, a una tercera guerra mundial, lo cual trajo como consecuencia conflagraciones intermitentes patrocinadas por las mismas potencias, con el fin de crear mercado a los productos de sus industrias para el exterminio humano. Así se dieron los conflictos de Corea, Indochina y el problema de los misiles instalados en Cuba por la unión soviética, las Malvinas y la actitud expansionista de Irak.
La segunda crisis del capitalismo se vivió en su potencia más representativa, Estados Unidos, tras la guerra del Vietnam. Era dueña del mundo occidental y tenía montada su economía sobre el patrón oro como unidad monetaria, pero éste tuvo que cambiarse en 1973 al patrón dólar, para tener abierta la posibilidad de la emisión monetaria y así frenar el déficit fiscal, producto de los múltiples conflictos bélicos en los cuales se embarcó sin medir sus consecuencias.

En 1982 la crisis fue provocada por las tarifas del petróleo, y Estados Unidos incrementó su déficit fiscal por el alto margen de su deuda. Era el contrapunteo de los precios del oro negro; la respuesta de los importadores de hidrocarburos a los intentos de los productores para establecer niveles justos a sus exportaciones y subrepticiamente la réplica de las naciones capitalistas frente al desafío de la Organización de Países No Alineados.



Se podría afirmar que a partir de la Segunda Guerra Mundial, planteada la división del poder en bloques opuestos, el orbe capitalista “no desarrollado” vió en la integración regional o política la posibilidad de defensa frente a las imposiciones imperialistas de los países industrializados y la vía más expedita para lograr esos precios que recompensaran realmente el valor del trabajo de sus gentes.
De otra parte, la consolidación de potencias como Alemania y Japón y la invasión de su tecnología en los cinco continentes ha puesto en jaque a Europa y Norteamérica, y planteó una obligación para los occidentales: concretar un mercado regional ampliado (CEE), eliminando barreras de todo tipo. Y, para los estadounidenses, la necesidad de suavizar la posición frente a nuestros productos e imponer “aperturas” que posibiliten reducir el déficit fiscal y comercial, que cada día crece no como resultado de operaciones económicas, sino de fenómenos sociales como el consumo de drogas.
Marco alemán y yen japonés van en ascenso diario y como es sabido, el dólar decae en la misma proporción. Japón y Alemania ingresan al club de los siete países más industrializados. Los derrotados bélicamente ayer son los victoriosos en el mercado internacional. No es tan sólo la Europa misma la que revitaliza a los teutones sino otros continentes también. No es el sureste asiático el que da sustento al Japón, es Chile el que entrega sus mejores establecimientos y unidades análogas públicas y privadas que producen bienes y servicios al capital nipón.
No se trata del desarrollismo de los decenios del sesenta y setenta, es la preponderancia del monetarismo sobre el intervencionismo neokeynesiano. Es el cambio de la estructura del Estado capitalista dependiente del mundo “subdesarrollado” en un neoliberalismo monetario y neolibrecambismo de impredecibles consecuencias para las naciones tercermundistas.


Visión Mundial

Latinoamérica está llamada a ser protagonista de la transformación económica teniendo como actores principales a los países Bolivarianos. Y después del decenio exitoso de los sesenta, a partir del análisis del nuevo posicionamiento del dominio mundial, América Latina será el soporte de  la economía del siglo XXI sustentado en sus recursos hídricos y la biodiversidad.
Se manifiesta que Estados Unidos en la sociedad capitalista o en occidente, es el centro de autoridad que ayer fue Roma. Pero esa potestad en el orbe, que se consolidó con la terminación y consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, recibe y se apresta a desarrollar su realineamiento. Las dos devaluaciones que en 14 meses tuvo que hacer en 1973 Estados Unidos contribuyeron, con su dólar flotante, a que el Japón y Europa adelantarán un proceso de liberación e independencia de su economía.
El nuevo club del poder lo constituyen Europa, Japón y los “pequeños dragones” o “dragoncillos” - Singapur, Taiwán, Hong Kong y Corea del sur-, y por supuesto, Estados Unidos, en la búsqueda de la vieja alianza ABC (América del Norte, Britains, Canadá). Colombia, Venezuela, Perú, Ecuador y Bolivia han sido dotados por la Madre naturaleza de todos medios para convertirse, cohesionados, en un solo bloque, en una futura potencia que logre un posicionamiento de vanguardia.
A pesar que Estados Unidos conserva la más grande existencia de fuerza armada va quedando sólo ésta, puesto que las derrotas económicas han sido continuas. Cientos de sus empresas fueron adquiridas por inversionistas europeos y japoneses; y su política de compra-venta no tiene mucha respuestas, salvo la de exigirse en desembolsos militares, reducir sus gastos operacionales e imponer a Alemania y Japón compartir proporcionalmente estos costes, subrayando el influjo de las devaluación del dólar frente al marco y el yen. Son las amenazas permanentes a los superávits comerciales de estas naciones, en correspondencia con las leyes de comercio norteamericano.
Occidente en los setenta había perdido toda posibilidad de desarrollo y renovación, mientras navegaba en el desempleo, el estancamiento productivo y la recesión económica. Pero en 1985, un francés, Jacques Delors y un inglés, Lord Cockfield, propusieron a la comunidad europea esta idea; en 1992, las naciones de la CEE se integrarían en materia financiera, comercial y de empleo. Ya el arancel externo común entre sus miembros deja de ser sólo para carbón-acero y se aplica en otras áreas del proceso de creación de bienes materiales.
El derecho de integración esbozado por Bolívar, que hace posible que las normas de empleo entren a todo vapor sin que los occidentales lo entiendan, articula el proyecto de Europa 92 en una realidad. Los efectos serán impresionantes en los próximos 20 años. La calidad de vida de la población mejorará notablemente para rivalizar con los países escandinavos. Algunos estiman que será superior a la de Estados Unidos, que no ha sido deficiente salvo para los inmigrantes, afrodescendientes y latinoamericanos.
La Europa Comunitaria e integracionista de consumidores con capacidad y libertad de gastar, aboca la comparación con el quinquenio 1985-1990, con crecimiento económico del 3.2%. Se espera en el decenio 1990-2000 subir el 3.5% anual y las condiciones de crear un millón y medio de empleos adicionales cada año. La vanguardia en materia de progreso estará del lado de Alemania y Francia, por su competencia, preparación y desarrollo. Los demás miembros de la comunidad se irán nivelando y la dificultad mayor la afrontarán sus últimos componentes España,  Portugal y Grecia.
Por ello, es interesante plantearle al mundo independiente la necesidad de llevar a cabo una reestructuración de Estados Unidos hacia América Latina, especialmente en favor de los países Bolivarianos. Durante varios lustros se presionó a la unión soviética para que rompiera las cadenas y desintegrara la “Cortina de Hierro”, como una manifestación de licenciamiento y paz mundial, lo cual se logró con la llegada al poder de Mijaíl Gorbachov. Estados Unidos que es un abanderado de las libertades, debe demostrar con hechos su intención de emancipar a nuestras naciones, erradicando ese yugo que pesa a través de la manipulación y control que ejerce con el manejo de la deuda externa, la cual no ha permitido el despegue económico y social de la región. La situación descrita es más humillante que la practicada en el pasado por la URSS sobre sus territorios satélites.

La importancia y la necesidad de constituir bloques económicos se manifiestan en la aparición como estructura comunitaria del sol naciente. La decadencia del imperio para unos o del imperialismo para otros, se constata en la pésima educación e instrucción que reciben los jóvenes norteamericanos con respecto a Europa y el Japón. Hay profesionales con másteres que no saben dónde queda Canadá, su aliado obligado y que desconocen que Colombia, Perú, Venezuela, Ecuador y Bolivia son naciones independientes y con los medios naturales para salir adelante, si se unen en la práctica.




Es de vital importancia el capital humano que se ha venido formando en el renaciente sol nipón, y por extensión, en la Cuenca del Pacífico, vía indiscutible de más del 60% del comercio mundial para las primeras décadas del siglo XXI. Sin materias primas y sin recursos naturales, los orientales se han encaramado en la cúspide de la economía orbital haciendo mejor las cosas y a precios más baratos en su expansión transnacional.
Japón, liderando esos pequeños “dragoncillos”, ha sido exitoso en los negocios, rivalizando con Europa y Norteamérica. En el decenio de los 80, la entrada por habitante (per cápita) se duplicó, no queriendo decir con esto que todo ciudadano nipón recibe igual ingreso en una sociedad de clases; las exportaciones crecieron decididamente, llegando a competir con solvencia en los mercados del mundo. Los superávits comerciales le han dado al Japón un desarrollo inigualado en los campos financiero e industrial.
En 1980, uno de los bancos más importantes a nivel mundial era japonés; al fenecer el siglo XX, lo son todos. Bajo dependencia tecnológica y de capital transnacional, los “dragoncillos” elaboran desde textiles hasta microprocesadores, pasando por automóviles y electrodomésticos. Tales los casos de Taiwán y Corea del Sur. Sus tasas de ahorro son las más altas del orbe, lo que les permite financiar en forma holgada sus inversiones productivas. Dejaron de ser economías especulativas y nacionales, por la transnacionalización del capital, esencialmente nipón.
En el proceso multinacional Japonés surgen países como Tailandia y Malasia, con economías que crecen como ninguna otra al 10% anual. Filipinas, Australia y Nueva Zelandia se verán beneficiadas por el nuevo eje.
Es posible que el futuro del planeta se geste en el sureste asiático. El “ombligo del mundo” puede encontrarse en Malasia, Filipinas, Singapur, Tailandia o Brunei, sin dejar de lado la república Popular China y Taiwán. Las condiciones vigentes son de interrogantes por las reivindicaciones japonesas en las islas captadas por la Unión Soviética después de la Segunda Guerra Mundial. Es la entrega de Hong Kong y el conflicto latente entre las coreas.
En el entorno, Estados Unidos se sigue moviendo en cuatro países: China insular, Japón, Corea del Sur y Filipinas. Existe la Asociación de Naciones del Sureste Asiático, que nace en 1967, constituida por Malasia, Indonesia, Filipinas, Singapur y Tailandia.
La comunidad económica europea mantiene acuerdos estrechos con estos países, no así con el resto de naciones, como Vietnam, Laos, Taiwán, Hong Kong, Birmania y Camboya. Existe una proyección importante de occidente hacia el sureste Asiático.
En cuanto a los Estados de la ASEAN, el desarrollo económico logrado y el crecimiento de industrias de alta tecnología han determinado un mayor acercamiento con los europeos, que le aportan inversiones importantes. Estas naciones del sureste asiático han efectuado grandes esfuerzos para disminuir la dependencia excesiva de Japón y Estados Unidos.
El Pacto Andino se ha impuesto la tarea de penetrar el interés de la Comunidad Económica Europea, para hacer contrapeso a los deseos de los países del sureste asiático. Independientemente, Colombia inició un mayor acercamiento con las naciones del Pacífico para tratar de ingresar con superior brío a las corrientes comerciales de la APEC.
Resulta interesante conocer el comportamiento económico que los asiáticos poseen y deducir la importancia de su modelo de desarrollo tecnológico. Una comparación entre los principales indicadores de estos países frente a los del grupo, permite analizar diferencias y similitudes de las dos regiones GRAN-ASEAN. Las cinco repúblicas del GRAN, en 1993 tenían un mercado de 97 millones de habitantes, mientras que el quinteto de la ASEAN 331 millones. Es decir, una población 3.4 veces mayor, en una proporción que se mantiene hacia el futuro mientras no cambien sustancialmente las tasas de crecimiento anual. Indonesia es el país con mayor población 188 millones; en el Grupo lo es Colombia con 37 millones. Las naciones de la ASEAN tienen densidad poblacional de 90 habitantes por km²; los andinos 16. Los asiáticos gozan de una base de mercado más amplia que los andinos, no obstante que el espacio ocupado por estos países es menor. Para el año 2025 se estima que la comunidad subregional estará compuesta por 151 millones de personas y la ASEAN 492 millones.
Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia ocupan una superficie de 4’718.320 km², mientras que Indonesia, Filipinas, Malasia, Tailandia y Singapur llegan a 3’000.064 km². El de mayor extensión en el sureste asiático es Indonesia, con 1’919.999 km²; y el de menor Singapur con mil km². En el área Bolivariana, el de superior área es Perú con 1’285.000 km² y el más pequeño Ecuador con 284.000 km², pero los demás exceden individualmente el espacio del resto de la ASEAN.
Desde otro ángulo, la nación con la cuarta parte de la población en el orbe, china, surgió de las cenizas para obtener un crecimiento autónomo con la presencia del modelo japonés. El impulso logrado por China en los ochenta fue importante. Su propio patrón de desarrollo lo llevó a excedentes alimentarios, lo cual parece increíble. De esta zona, Hong Kong “dragoncillo” brillante en su progreso económico y punto estratégico del comercio mundial- cómo que por ahí se transporta mucha droga a EEUU: opio, morfina y heroína “legalizada” debidamente-, pasará a sus manos en virtud del tratado internacional vigente con Inglaterra, que la tenía como protectorado.
Su arma más contundente, no obstante, ser una nación con industria nuclear y bombas atómicas y de hidrógeno y además de disponer del ejército mayor poblado de la Tierra, es su abastecimiento alimentario, que la coloca entre las siete grandes productoras de nutrientes naturales del mundo, en compañía de Brasil, Argentina y Estados Unidos, entre otras.
La aproximación sino-nipón para el siglo XXI consolidará económica y militarmente el bloque oriental. También aquí la ilusión norteamericana de Japón como zona de influencia comienza a perder consistencia entre los hechos que se verán; y desde luego la amistad integral chino-soviética sepulta la acción internacional de Estados Unidos de la era Nixon y deja trunca la “real política” de la obra de Henry Kissinger.
En el cuadro geopolítico mundial, que semeja una partida de ajedrez, se ha ubicado sutilmente al bloque Subregional Andino, con un planteamiento preocupante para el decenio 1995-2005, puesto que constituye la única zona de influencia directa y complementaria que le queda a la superpotencia del norte. ¿Se recibirán sus mandatos o se tendrá una respuesta autónoma? Es imperiosa la necesidad de continuar por los senderos de la libertad y la independencia. Por ello se torna cada vez más necesario en esta Indoamérica en ebullición conjugar el verbo integrar.
El pasado demostró la fragilidad de los modelos de crecimiento económico, social y político de la subregión. El presente deja la necesidad de evaluar y reestructurar el estilo de desarrollo con que se ha venido conduciendo los destinos de las cinco naciones; y el futuro el gran reto: la república andina albergara en el año 2000 a más de 118 millones de personas, a las que tendrá que ofrecer un nivel de bienestar acorde con su categoría de seres humanos. El 75% la población estará radicada en centros urbanos, lo cual indica que para el siglo XXI el desafío deberá resolverse configurando una forma de progreso que asegure producción económica, empleo, estabilidad e ingreso real, proporcional a la dotación de recursos con que cuenta.
Son 4’718.320 km² de extensión, un verdadero depósito de minerales en especial bauxita, plata, zinc, plomo, hierro, estaño y cobre. La Gran Nación Andina es una despensa mundial de alimentos, la tierra utilizable alcanza los 114 millones de hectáreas con un amplio margen de expansión de la frontera agrícola, en especial en zonas de clima tropical, junto a la diversidad de regiones geográficas en términos de clima, suelo y vegetación, lo cual indica un potencial de desarrollo y transformación que puede permitir su autoabastecimiento y generación de grandes cantidades de producción exportable.
Las reservas comprobadas de fuentes energéticas convencionales son considerables y es notable la obtención de petróleo, hidroelectricidad, carbón y gas natural. El Pacto Andino posee integralmente un altísimo perfil de hidrocarburo pesado y el 60% de uranio de Latinoamérica.
La Subregión Bolivariana puede desarrollarse hacia afuera si se concientiza de su vocación geopolítica y estratégica, dada su condición privilegiada de ser parte integral de tres grandes cuencas hidrográficas: Amazonas, Orinoco y La Plata, que conservan un capital invaluable en recursos naturales. Además, su costa marítima se extiende a lo largo del Océano Pacífico considerado el futuro de la humanidad, el Océano Atlántico el presente actuante del mundo, y el Mar Caribe que genera una presencia viva del mundo iberoamericano, que día a día sigue superando su esencia de colonia, igualmente en la mira del poder chino.


Pacto Andino Frente a la Guerra del Golfo Pérsico

Pueden citarse como algunos antecedentes de la Guerra del Golfo Pérsico el final de la confrontación  Irán-Irak, apertura y reestructuración de la URSS, conclusión de la “Guerra Fría”, inició de la Paz Nuclear y el oscilante juego de las tarifas del petróleo en el mercado internacional.
Los países occidentales desarrollados promovieron el conflicto entre Irán e Irak como forma de mantener su dominio e influencia en el Medio Oriente, ante la amenaza del  creciente poderío de Irán, que se proponía alcanzar el nivel de nación líder del mundo árabe bajo la plataforma del fanatismo religioso.
Los occidentales festejan la diplomacia del canciller iraquí en la ONU, arman a Irak e Irán y callan los excesos de la guerra bacteriológica dispensada en forma abierta al pueblo iraní, mientras sutilmente hacen su negocio predilecto: el comercio de la muerte.
Después de siete años de enfrentamiento en una guerra cruel por el uso indiscriminado de los agentes químicos para el exterminio, el conflicto llegó a su fin sin ganador. Para el mundo, la paz lograda por Irán e Irak concluyó los problemas del medio oriente, pero éstos continúan latentes: liderazgo árabe, precios del petróleo, Palestina vs. Israel.
Ufano Irak por el poderío bélico alcanzado, la experiencia militar del conflicto con su vecino y la ambición de ser el Estado para liderar al pueblo árabe en la búsqueda de la unidad y la culminación de la intromisión occidental en sus economías y territorios, abandera la causa árabe nacionalista, la razón palestina y el problema de los importes del petróleo.
La unidad de las naciones árabes puede estar lejos de alcanzarse, pero no por ello deja de ser un sueño que se hará realidad. ¿Cómo es posible, sin embargo, que hayan pasado tantos años desde el intento de Gamal Abdel Nasser sin que sea un hecho cumplido?
Los occidentales basan el desarrollo industrial, tecnológico, económico y social en una materia prima por excelencia: el petróleo. El Medio Oriente es de importancia vital para las naciones europeas, norteamericanas -USA y Canadá- y en general, para el mundo capitalista industrializado, incluida la Comunidad de Estados Independientes (CEI) por la cantidad y calidad de hidrocarburo que produce.
La crisis de los precios del “oro negro” en la década de los 70 hizo caer al mundo en cuenta de la necesidad de los europeos de mantener su influencia en la zona. Es por esto que los árabes se encuentran divididos: los pro-occidentales -Arabia Saudita, Egipto, Kuwait-, y los pro árabes -Irán, Libia, Jordania y Yemen. El Reino de Marruecos es el punto de equilibrio entre unos y otros. Libia es el objetivo de los occidentales y por tanto tarde que temprano caerá bajo la égida anglosajona, todo por el petróleo.
Los regímenes pro-occidentales han sido el resultado de la intriga; no son populares y desempeñan el papel de títeres de las naciones europeas y norteamericanas que los sostienen y soportan en el poder mediante el uso de cualesquiera medios (varios de estos países, sino todos, fueron liberados del yugo turco por los ingleses). El premio por hacer que estos gobiernos permanezcan al mando de sus correspondientes Estados es impedir que los costos del petróleo aumenten, utilizando la extracción exagerada de barriles de crudo diariamente, lo que viola los acuerdos de la OPEP, que sólo buscan una remuneración justa de las materias primas de los productores.
Los proárabes sueñan con la federación de sus naciones y del mundo islámico para reivindicar los derechos a zonas sagradas y territorios ocupados; hacer pagar a occidente lo justo por su principal producto de exportación y comenzar a horadar las bases económicas de sus enemigos naturales, los europeos, USA y Canadá.
El papel de Kuwait lo cumple Arabia Saudita en cabeza del rey Fahd, heredero de la corona que pusieron los ingleses en manos de su familia y quienes se complacen de su poder: los jerarcas petroleros árabes que aparecen semanalmente en las revistas del jet set en el mundo occidental; su ejemplo de riqueza, boato y falta de identidad con su pueblo, al que mantienen en la pobreza, mientras derrochan y educan a sus hijos y parientes con las ideas de los enemigos de sus naciones. Además, están en capacidad de comprar los principales equipos deportivos del mundo.
La violación iraquí desencadena un nuevo conflicto regional en el Medio Oriente. El orbe, principalmente occidente, recurre a la ONU, ente mediador, fundado para buscar la conciliación y convivencia en paz de todos los países de la tierra, para protegerse del agresor. Y comienzan las presiones a Irak, sanciones, bloqueos económicos y luego, en un acto insólito desde su creación, la ONU justifica el ataque físico -bombardeos indiscriminados-, y la posterior invasión. Este hecho no hace más que quitar el velo a la Organización de Naciones Unidas, protocolizado como una entidad al servicio de los poderosos, defensora de los intereses de las potencias económicas y militares.
¿Cómo es posible que la ONU justifique las acciones armadas hacia un pueblo expansionista (Irak) y no las apruebe contra el invasor (Israel), que a través de la intimidación saca de su espacio a una nación históricamente asentada y dueña por tradición de sus tierras: Palestina?. La entidad creada para el mantenimiento de la paz y del orden mundial no puede castigar a un Estado y esconder las actividades de otro. ¿Es eso justicia?


Los andinos no tienen otro camino que sorprenderse del papel que cumplen la ONU y la OEA, y  aprender cómo se manifiesta su obediencia a las organizaciones de tipo económico que abogan por los intereses de los pueblos pobres y los procesos de integración regional, pero mantienen oprimidas a sus colectividades. Únicamente queda la alternativa de alcanzar la integración, haciéndola fuerte y respetable en aquellos aspectos que cohesionan, para suprimir los puntos de divergencia que alteran nuestra unión. Sólo así será posible el anhelado sueño de ser naciones con aceptable nivel de desarrollo y civilización, de tal manera que ninguno de sus ciudadanos sufra necesidades, sino que pueda satisfacerlas a plenitud.
De los países de la subregión andina, tres producen petróleo: Venezuela, Ecuador y Colombia. El hidrocarburo es de tipo pesado y de menor precio que el liviano, pero los Estados Bolivarianos se encuentran maniatados por los contratos de asociación con las trasnacionales, a pesar de que Venezuela y Ecuador son miembros de la OPEP y se consideran abastecedores de primera mano por su cercanía con Estados Unidos, lo cual permite la reducción de los costos del transporte.
Al respecto, Venezuela en 1994 desarrolla la política diligente hacia la Casa Blanca; por ello no es raro que su posición coincida con la de Arabia saudita, Kuwait o los Emiratos Árabes, que son instrumentos del capitalismo occidental.
A medida que se avecinaba el conflicto del Golfo Pérsico, la tarifa del petróleo subió y al iniciarse las acciones militares los precios comenzaron a oscilar en las bolsas de valores de las principales ciudades del mundo.
Definidos los ganadores, los precios se detuvieron y luego disminuyeron hasta retornar a su nivel acostumbrado. Esto muestra el dominio que sobre el mercado de crudos ejercen Estados Unidos, Europa y las naciones capitalistas industrializadas que demandan combustible porque su tecnología se basa en hidrocarburos.
Entre tanto, los países Bolivarianos productores de petróleo acatan lo decidido y no obstante pertenecer al Grupo Andino, vuelven a pactar de manera unilateral con las trasnacionales, sin ningún contexto integrador, sin acuerdo alguno frente a los demás miembros.
Colombia con los descubrimientos en Casanare, la “arabia colombiana” y sus pozos de Cusiana y Cupiagua, más aquellos ubicados en su entorno, lo colocan en lugar importante como productor entre las naciones bolivarianas. Su explotación comercial lo ubica a la vanguardia de los países poseedores del “oro negro”.
La bonanza petrolera debe generar un mejoramiento de calidad de vida de la población, no sólo en los departamentos petroleros sino de todo el país, en desarrollo de una política de beneficio general puesta en práctica a través de la creación de un fondo para la utilización de los recursos provenientes del oro negro.
Con el GRAN, como el proceso de integración más antiguo y avanzado que sobrevive en el continente, aparece el Tratado de Libre Comercio (TLC), entre Canadá, Estados Unidos y México, que en el 2009  liberará  todo el comercio entre los países miembros, si no surge alguna oposición de tipo legal en los Estados de la Unión.
A lo anterior debe agregarse el Mercado Común del Sur (Mercosur), conformado por Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay, que desarrollan criterios de acción en asuntos de libre comercio, arancel externo común y la coordinación de políticas fiscal, monetaria, cambiaria, agrícola, industrial y de comercio exterior.

Adicionalmente, se ha visualizado un intento sui-generis de integración en materia de hidrocarburos, carbón y gas natural con Venezuela, Colombia y México, que conforman el denominado grupo de los tres. Aunque es un tímido ensayo frente a las trasnacionales del petróleo, constituye un ejemplo plausible de las naciones indoamericanas, que empiezan a vislumbrar el camino verdadero de confederarse para lograr precios justos a sus productos agropecuarios, minerales e industriales, en un mercado ampliado por la unión de sus pueblos. 






CAPÍTULO 4


Integración ambiental


“Pulmón Andino” y hecatombe ecológica

Estamos convencidos de la necesidad de darle máxima importancia al peligro ecológico que se cierne sobre la humanidad debido a la disminución de la capa de ozono y el incontrolado desarrollo tecnológico actual. Es un problema global que afecta al planeta y se ha tratado de forma desinteresada, unas veces por falta de difusión y otras, no ha pasado de ser simple retórica.

En 1955, el científico John Von Neumann, miembro de la Comisión de Energía Atómica de Estados Unidos, anunció para la época una crisis ecológica sin precedentes, en artículo publicado en la revista Fortune con el título “¿Podremos sobrevivir a la tecnología?”. Afirmaba: “… Pues nuestro gran globo está suborganizado y carece de suficiente espacio”. Y continúa: “El CO2 que se descarga en la atmósfera –más de la mitad en el transcurso de nuestra generación- por el uso del carbón y el petróleo como combustibles industriales, puede haber alterado la composición de la misma, de tal forma que haya ocurrido un calentamiento de un grado F”. Y prosigue, “cambios climáticos pueden afectar el nivel de los mares –derretimiento de las capas polares-, de tal manera que las plataformas continentales costeras se vuelvan inhabitables”.

Von Neumann no pretendía crear ciencia ficción o competir con el terror nuclear evidenciado en Hiroshima. La revista Der Spiegel en 1987, 22 años después de haber muerto el científico, lo definía de esta forma, “A pesar que Einstein, Godel, Pauli y Oppenheimer, entre otros investigadores pertenecientes a la leyenda, elevaban sobre lo terrenal el prestigio del Instituto Princeton, ninguna estrella de ese cielo tenía mayor brillo que Von Neumann”.
Nadie lo tomó en serio pese a su trayectoria en la física, las matemáticas y los nuevos principios de los computadores inventados por él. ¿Por qué esa ausencia de reacción oportuna a sus advertencias y el despilfarro de 30 años?
Ahora más que nunca han crecido dramáticamente los daños ambientales, pero el negocio industrial del mundo desarrollado no oculta la magnitud de la proximidad “del fin del fin”. No obstante la existencia de organismos internacionales, su gestión es nula frente a la amenaza catastrófica y hoy día las posibilidades de sobrevivir descienden a cero. Son las reglas del juego económico entre norte y sur, “todo para mí, nada para ti”, las que impulsan la guerra ecológica, en especial la destrucción de los bosques tropicales. La desolación proviene del conocido juego infausto, “pugna por sobrevivir de unos vs. lucha por ganar más de otros”.

Mientras que el café tiene precio inferior al de una década atrás – cuidándose de reconocerlo los detentadores del poder de las naciones productoras-, la Coca-Cola, la maquinaria, insumos agrícolas y transporte han triplicado su valor. En tanto los poderosos fabriquen con robots y sustituyan materias primas o las paguen a tarifa de desempleo masivo, arderán los bosques de la Amazonía y la Orinoquía. Esas son las reglas del juego internacionales aplicadas a los países periféricos.

Se elabora clorofluorocarbono (CFC) para congeladores y neveras, materia prima altamente contaminante, venenosa y destructora de la capa de ozono, que también se usa en los aerosoles pese a que existe un sustituto 0.5% más caro. Se trata del hidroclorofluorocarbono (HCFC)  o del hidroclorofluorocarbono (HFC). Una unidad de refrigeración aumentaría más los precios si se reacondicionara la tecnología y es lo que precisamente esperan las trasnacionales para consolidar un feliz negocio, contrario a los reclamos de China Popular, India, Corea del sur, Venezuela, Brasil o Argentina, que son productores intermedios (capital mixto), o el interés de los proveedores del resto de países de Latinoamérica.

El cambio sustitutivo industrial generaría grandes pérdidas a las instalaciones de las trasnacionales y en el tercer mundo una inversión para ser subsidiada. Propuesta que no es oída porque el Grupo Andino pertenece a otra órbita. Estos temas no se tocan en los foros internacionales por no corresponder a su competencia; pero el relevo de CFC y demás sustancias en los países desarrollados, controladas mediante el Protocolo de Montreal, llevaría a una solución definitiva inducida por mecanismos de mercado en el resto del mundo.
No satisfechas con este panorama, las potencias industriales se lanzaron a la Guerra del Golfo Pérsico, con el deshonrado patrocinio de la ONU.

En 1991, los científicos estimaron que la capa de ozono se debilitó aún más. “Desde febrero los rayos del sol no se apreciaban en Kuwait, Irak y Arabia Saudita y la quema de 14 millones de barriles de petróleo no dejaron ver la luz”. 170 mil niños desaparecieron a comienzos de 1992. La extinción de la conflagración generada por el conflicto bélico en el Golfo Pérsico duró cinco años con los métodos tradicionales, aumentando así el peligro para la capa de ozono y todavía mayor si se emplean los halones, materia prima de la industria para apagar incendios, o sí se insiste en el desarrollo de armamento, cohetes y elementos conexos con la producción militar y la investigación espacial.

La Amazonía, que posee el 60% de la composición biológica del planeta de la cual corresponde a los países bolivarianos el 35%, constituye el real “pulmón” de la Tierra. A pesar de existir un tratado para su conservación, se continúa desmontando su selva, al punto que en Perú una trasnacional llamada “Maderas Tropicales”, ha sido conminada a contener su devastación. En forma paralela, en las costas del Pacífico colombiano se incrementa el flagelo de la deforestación para sembrar palma africana en feudos familiares.

No obstante, en el Acta de Paz de 1990, suscrita por los presidentes andinos se habla de soberanía de los países miembros de la Subregión sobre sus recursos naturales, preservación del medio ambiente y promoción del desarrollo, al tiempo que designan al Consejo Andino de Ministros de Relaciones Exteriores para la dirección de esta tarea, con el fin de darle sustento al Tratado Amazónico; encomiendan a la JUNAC el procedimiento común de los ecosistemas amazónicos y altiplánicos de los Andes, teniendo en cuenta la iniciativa de Bolivia de la pausa ecológica histórica, para solicitar al BID la financiación de los estudios para lograr una posición conjunta.

Con todo, el tema de la tecno-economía no se toca y diplomáticamente se afirma que no conviene, mientras la industria automotriz sigue su acelerado rodaje y las aeronaves comerciales y militares cumplen rigurosamente sus horarios sin importar el pánico de los mexicanos al ver a sus compatriotas desmayados en las calles de la capital, víctimas del alto índice de polución ambiental. Con el drama ante “nuestras narices”, se inculpa al cigarrillo para subjetivizar el problema o por tratarse de una estructura manufacturera menor, pero la alarma de los científicos suecos por el deshielo sigue inadvertida y la solución que se da a las fábricas contaminantes de trasladarlas a otra parte de su territorio, es política mexicana.


Ecología Andina vía “swaps”

Nadie duda que el “Plan de Paz para las Américas” del presidente norteamericano George Bush constituye un paliativo a la deuda externa de más de un billón de dólares que tiene América Latina.
El plan consiste en condonar la deuda contraída con las empresas estatales de Estados Unidos, equivalente al 5 o 7% del total. El resto del compromiso económico es con la banca comercial del país del norte y la banca multilateral.
De otro lado, el sistema financiero internacional abre una pequeña luz con el procedimiento de los “swaps”. La táctica consiste en venta de la deuda en el mercado secundario de valores con descuentos, de acuerdo con la opinión que tengan los inversionistas de cada país.
A título ilustrativo, en 1989 la deuda Argentina se vendía a un precio entre 13 y 14 centavos de dólar; Brasil 23 y 24 centavos de dólar; Chile  fluctúa entre 60 y 61 centavos; Colombia se balancea entre 64 y 66 centavos; la de Ecuador ondea en 14 y 15 centavos; México entre 36 y 37 centavos; Perú  6 y 7 centavos; Venezuela oscila entre 35 y 36 centavos de dólar.
Los “swaps” de deuda adquirieron sentido más profundo cuando la iniciativa de canjearlos por recursos naturales se abrió paso y es la posibilidad latente frente a la hecatombe de la especie humana. Los “swaps” por medio ambiente han sido estructurados por los conservacionistas con el propósito de apoyar el control de la deforestación u otros problemas de la biodiversidad y a la vez, contribuir a aminorar la carga del débito de los países en desarrollo.
La operación se fundamenta en adquisición de deuda con descuento por parte de las organizaciones conservacionistas, la cual sería redimida con bonos o moneda local y empleada en la preservación de los recursos naturales.
La opción por parte de las naciones con vocación territorial en la Amazonia y la Orinoquia es escoger muy bien las entidades conservacionistas privadas, extranjeras o locales, para impedir su injerencia directa en asuntos que corresponden a su soberanía. En otras palabras, un margen riguroso de reglamentación para evitar la internacionalización de un problema que sólo compete a los Estados de las cuencas de los ríos Amazonas y Orinoco, dado que los países desarrollados extinguieron sus selvas y se han colocado en difícil situación para defender la Tierra y la especie humana.
En 1991 se suscribieron negociaciones por más de 100 millones de dólares adeudados a los bancos privados, en aproximadamente 15 permutas con una docena de naciones no sólo de América Latina sino del Tercer Mundo. Tan sólo Brasil le otorgó al canje de deuda por conservación de la naturaleza un enorme impulso y aceptó cambiar  100 millones de dólares anuales de obligación en trueque abierto por el descuento de su débito externo. También Bolivia, a través de la conservación internacional, adelantó pagos de su compromiso con el Citicorp.
Por su parte, la administración estadounidense aprobó la inclusión de fondos del gobierno federal para promover soluciones al problema de la deuda externa de nuestras naciones. Dentro de tales proyectos se plantea el adelanto de estudios biológicos orientados a detectar amenazas potenciales a plantas, animales y ecosistemas, los cuales serían subvencionados por la AID y la Science National Foundation.
De cualquier modo, las perspectivas de canje de deuda por conservación ecológica permitirían condonar a corto plazo 12 millones de dólares del débito externo latinoamericano a través de operaciones “swaps” que serían viables aplicando la metodología siguiente:

1.    Obtener aprobación de las autoridades de la nación deudora, incluyendo aquellas dependencias encargadas de la preservación de los recursos naturales y las organizaciones conservacionistas de carácter privado. El país interesado determinaría la tasa de cambio utilizada para la conversión y las condiciones de pago en el trueque de la obligación concertada.

2.    Identificar la obligación adquirida en materia de montos y vencimientos aceptables por parte del país deudor.

3.    Comprada la deuda, se cambia por bonos o moneda local, conforme a lo convenido con las entidades gubernamentales que impartieron su aprobación. Estas operaciones han sido adelantadas por el Fondo Mundial de la Fauna Silvestre (World Wildlife Fund) y se han ejecutado en Ecuador, Bolivia, Costa Rica y Filipinas.

4.    El trueque propuesto debe contener elementos de flexibilidad para que no haya inconvenientes con la reglamentación que tienen las naciones en el campo financiero.


Es importante anotar que en el caso de naciones con excelente tradición en el reintegro de su obligación, el sistema de descuentos no resulta tan atractivo para sus organizaciones conservacionistas, porque su interés se centra en utilizar la menor cantidad de fondos y obtener un alto monto de conversión con el país prestamista; pero como el mayor porcentaje de títulos se contrata con la banca norteamericana, a ésta le interesa que la deuda del mundo en desarrollo vuelva a equilibrarse y no decaiga la capacidad de pago.
La Secretaría de Hacienda estadounidense adoptó medidas tributarias para favorecer las operaciones “swaps” y en 1987 promulgó la resolución de ingresos 87-124, que concede al prestatario una base para reducir el costo total (fundamentado en el valor nominal de compromiso), en caso de donaciones para financiar actividades de beneficencia en las naciones deudoras. Antes, sólo era deducible la carga con el descuento.
Por lo precedente, los Estados de la Subregión que sacarían provecho de la fórmula “swaps” serían Perú, Ecuador, Bolivia, Venezuela y en menor medida, Colombia, que tiene un descuento para su deuda del 35% aproximadamente, mientras que Perú logró más del 95%.
No obstante, si la deuda externa de los países Amazónicos y la Orinoquía se cambiara en bonos para defender lo que queda en las selvas tropicales y cuencas que hacen posible subsistir, se entendería sin miramientos eso que llaman “ética capitalista o sentido común del hombre para permanecer en la Tierra”.
Colombia creó una entidad que acepta la estrategia de los “swaps” para defender la riqueza hidrológica del Amazonas y el Orinoco. La Comunidad Económica Europea aporta el 4% y la industria del café colombiano un porcentaje superior, pero la opinión pública continua expectante para dilucidar un interrogante: ¿Es una auténtica política de protección conforme a las directrices del Tratado Amazónico o simplemente se trata de un mecanismo para vender las cuencas más importantes del mundo?.



Ecoturismo: Prospectiva sostenible

El 70% de la biodiversidad planetaria se concentra en las 17 naciones siguientes: Brasil, Indonesia, Colombia (tercer lugar), México, Australia, Madagascar, Ecuador (con sus Islas Galápagos), Venezuela, Perú (buena parte de la Amazonia compartida con Colombia), República Democrática del Congo, India, Malasia, Sudáfrica, Filipinas, China, Papua, Nueva Guinea y Estados Unidos.   
Los árboles no dejan ver el bosque”. Así ocurre a los colombianos, con relación a las riquezas de nuestro territorio. Por hablar o comentar todos los días las noticias trágicas suministradas por la acción violenta de los actores en conflicto, olvidan o dejan de lado, que es el mejor país del mundo en cuanto a biodiversidad se refiere, sin contar los paisajes inigualables de su composición geográfica, que cualquier extranjero envidiaría para su nación.
Colombia tiene capacidades únicas para convertirse en el paraíso del turismo ecológico, si los resultados de la paz son favorables. De paso, hay que estimular la creación de entes estatales, encargados de organizar el ecoturismo, para ofrecerlo a los visitantes extranjeros.          
Más de 700 mil personas, viajan cada año por negocios o placer, visitar familiares o descubrir nuevos horizontes. El turismo es una de las industrias más grandes del planeta, representa el 11% del Producto Interno Bruto (PIB) del mundo y emplea cerca de 240 millones de personas.
Este lucrativo sector de la economía no cesa de crecer, al punto que, según la Organización Mundial de Turismo, el número de usuarios podría duplicarse para el año 2020. Para algunos, el turismo es una gran amenaza para el medio ambiente; sin embargo, tratado con responsabilidad, es una oportunidad para la conservación.


Incidencia del turismo

Aunque conocer nuevos lugares es una actividad muy placentera, el desplazamiento desenfrenado de personas tiene impacto en el medio ambiente y en las culturas locales, y además genera efectos sociales negativos. El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA o UNEP por su sigla en inglés) señala las principales afectaciones del turismo.


Amenaza a los recursos naturales y a la biodiversidad: Miles de turistas caminando por los mismos lugares, admirando los lechos marinos y durmiendo en los mismos sitios, afectan negativamente la base de recursos naturales. El agua es el recurso más amenazado. Los campos de golf requieren miles de metros cúbicos de agua, pesticidas y fungicidas para su mantenimiento, y las piscinas necesitan una gigantesca cantidad de agua, recurso que en muchos países ya es escaso. La Organización Ocean Planet reporta que 90 de 109 países con arrecifes coralinos sufren deterioro en este frágil ecosistema a raíz del incremento de botes, buceo, comercio de corales e incremento de aguas residuales.


Contaminación de tierra, agua y aire: Los mil 400 millones de pasajeros registrados en los aeropuertos del mundo durante 1994, generaron 40% del total de emisiones de CO2 de ese año provenientes del turismo. Algunos lugares donde la vida marina es una atractivo importante, aun no tienen reglas claras de conservación, y en otros destinos naturales no saben qué hacer con las grandes cantidades de desperdicios que generan los visitantes.


Pérdida de identidad: El turismo también puede tener un impacto en las costumbres locales. Ante la presión por atraer visitantes que dinamicen la economía local, los ritos, los festivales tradicionales y las ceremonias religiosas, pierden su significado, quedando relegados a ser sólo una atracción turística. Brasil, China, Egipto, Tailandia o Perú, son ejemplos de primera línea de este fenómeno.


Repercusiones sociales: El desarrollo del turismo también puede elevar los índices de criminalidad y prostitución entre niños y mujeres jóvenes. Más de un millón de niños son abusados al año por turistas en todo el mundo, y la Organización Internacional del Trabajo, calcula que entre 10% y 15% de las personas empleadas por la industria del turismo son menores de edad.


Beneficios económicos alejados de las poblaciones locales: Una gran cantidad del dinero generado por el turismo no siempre queda en los bolsillos de la población local. Algunos estudios han demostrado que en Tailandia el 70% de los ingresos provenientes del turismo sale del país; esta misma cifra llega a 40% en la India y a 80% en el Caribe.


Turismo y emisiones de co2: De todas las actividades del turista, el transporte representa más del 70% de las emisiones del CO2 que produce, 40% proviene del transporte aéreo y un poco más del 30% del uso del automóvil. El alojamiento aporta 20% de las emisiones, además de ser un eslabón de alto consumo energético. Usando las tecnologías existentes actualmente y teniendo buenas prácticas, esta cifra se podría reducir casi a la mitad.


Ecoturismo

Es una forma de turismo especializado y dirigido, desarrollado en áreas que tienen un atractivo natural especial y enmarcado dentro de los parámetros del desarrollo humano sostenible. Busca la recreación, el esparcimiento y la educación de los visitantes a través de la observación, el estudio de valores naturales y aspectos culturales relacionados con ellos. Por eso, el ecoturismo es una actividad controlada que produce un mínimo impacto sobre los ecosistemas naturales, respeta el patrimonio cultural, educa y sensibiliza a los actores involucrados acerca de la importancia de conservar la naturaleza.


Turismo sostenible

El centro de Investigación para el Desarrollo Global define el turismo sostenible como “una industria que intenta tener un bajo impacto en el medio ambiente y en las culturas locales, pero que al mismo tiempo genera ingresos, empleo y logra la conservación de los ecosistemas”. Ejemplo, el corredor turístico del Alto Magdalena conformado por los municipios de Girardot, Flandes, Melgar, Carmen de Apicalá, Nilo, Agua de Dios, Ricaurte, Nariño, Espinal, Guamo, Saldaña e Ibagué. 


Principios del turismo sostenible.

·         Hacer óptimo uso de los recursos naturales, mantener los procesos ecológicos y ayudar a la conservación de la biodiversidad local.

·         Respetar la autenticidad sociocultural de las costumbres locales, conservarlas y contribuir al entendimiento y tolerancia intercultural.

·         Asegurar operaciones viables  a largo plazo, generadoras de beneficios económicos para todos, incluyendo oportunidades de trabajo para las comunidades locales.

·         Los ecoturistas deben generar conciencia ambiental y ayudar en la potenciación de los municipios visitados.  


Empresas verdes

La ecoempresa, también llamada empresa verde o sostenible, es  aquella que además de crear valor económico busca también valor ambiental y social. Es una entidad que construye un modelo de desarrollo sostenible; no solo quiere la satisfacción de accionistas y clientes, sino la de todo su entorno. Trabaja con principios, políticas y prácticas orientados a mejorar la calidad de vida de la población.
El triple bottom line (triple resultado)  es un concepto que se refiere a una forma de medir el éxito de una empresa en áreas de sostenibilidad social, ambiental y económica.
Para las empresas, la crisis ambiental se ha convertido en el motor de cambio. Todos los aspectos de la operación de una compañía (insumos, cadena de abastecimiento, producción, clientes, operaciones, competencia e inversionistas) se están viendo afectados por el cambio climático y otros problemas ambientales. Convertir la crisis ambiental en una nueva oportunidad económica, depende del liderazgo de los empresarios. El Fondo Monetario Internacional, ha denominado el medio ambiente como área de los “nuevos yacimientos de empleo”, y la Unión Europea asegura que el mercado mundial de productos y servicios ambientales se acerca a los 300 mil millones de dólares anuales.
Un estudio de la empresa consultora Price Waterhouse Coopers, realizado en diversas partes del mundo, afirma que el 40% de los ejecutivos de las empresas tecnológicas sostienen que  el “Movimiento Verde” crea nuevas oportunidades de negocio para sus compañías, porque los clientes demandan cada vez más productos y servicios que no dañen el planeta. Según este estudio, cerca de un tercio de los que participaron en el y habían invertido en estrategias dirigidas a enfrentar el cambio climático, están recibiendo beneficios sobre sus inversiones y la mitad de ellos esperan frutos a corto o mediano plazo.


Negocio verde

Volver verde una empresa consiste en determinar qué impactos produce al medio ambiente, cuánta energía consume, cómo es el uso del agua y la cantidad de desechos que produce. También implica revisar qué tan verdes son los proveedores que la acompañan y eventualmente buscar una certificación verde voluntaria.


Aprender que significa un negocio verde: Para ser verde se necesita desarrollar una actitud hacia la sostenibilidad y las buenas prácticas que se pueden incorporar en nuestra vida cotidiana. Cambiar la forma de operar, desarrollar, producir y suministrar productos y servicios, buscando siempre tener un impacto positivo sobre el medio ambiente.


Obtener información sobre como con lo “verde” se puede ahorrar dinero: Algunas medidas sencillas, como reciclar o disminuir el consumo de agua y energía, puede reducir costos de producción. Aunque las materias primas o los suministros que respetan el medio ambiente por lo general tienen un costo más elevado, a largo plazo pueden significar ahorro en otros aspectos de la empresa.


Tener el concepto “verde” desde la estructura de la empresa: Desarrollar el verde desde la misión y visión de la empresa, integrarlo en el plan de negocios, promoverlo en los canales de comunicación de la compañía, hasta comprar a proveedores verdes e integrarse a una comunidad verde, son buenas acciones para convertirse en una Ecoempresa.


Reducir la generación de desechos: Hay que revisar  los procesos y buscar maneras de bajar el consumo de recursos naturales, como energía y agua, además de mejorar la forma de eliminación de desechos. Se pueden reducir los residuos de materiales de oficina, limpieza y jardinería.


Reutilizar: Este paso consiste en sustituir los artículos desechables usados en la empresa por alternativas reutilizables. Es importante tener en cuenta que reutilizar también significa tomar un elemento que no se puede utilizar más y redistribuirlo a alguien que pueda darle un buen uso, repararlo o reacondicionarlo.


Reciclar: Es probable que la empresa ya esté haciendo algún tipo de reciclado de base. Sin embargo, se debe revisar metódicamente cada uno de los procesos para verificar si todo lo que puede tener una segunda oportunidad se aprovecha. El reciclaje disminuye la contaminación y los desechos y ahorra energía. Latas, botellas, plásticos, papel y cartón pueden ser reciclados fácilmente.


Desarrollar e implementar una lista de verificación “verde”: Para garantizar de alguna manera que los propósitos verdes se materialicen es recomendable designar a alguien en la empresa “coordinador del negocio verde”, y asignarle la responsabilidad de llevar a cabo una auditoría interna de los aspectos ecológicos y ambientales, que con antelación, se han formulado e implementado.


Revisar los procesos: Esto implica examinar cada proceso y procedimiento de la empresa, en el marco del ciclo de vida de los productos o servicios que ofrece, desde la selección de materias primas, producción, distribución, almacenamiento y uso, hasta su final de vida (reutilización, reciclaje o eliminación); todo en términos del impacto en el medio ambiente.


Capacitación, educación y promoción: La ecoempresa debe promover cambios positivos ambientales y sociales. Trabajar con sus empleados, clientes, proveedores y otras similares del sector, será factor clave para que el verde se extienda.






CAPITULO 5

CEPAL en contravía del  monetarismo

El progreso económico de América Latina surgido a partir de la transformación de sus materias primas con su punto de partida en el siglo XIX, no despuntó en la práctica. Es con la era moderna cuando se torna auténtica la integración de los conceptos de desarrollo e industrialización. Aparece la evidencia de cómo las economías de escala, resultantes del proceso de manufacturación requieren grandes mercados, que simultáneamente, constituyen la base insustituible para el crecimiento del ingreso y el mejoramiento del nivel de vida.
La amplitud de mercados para productos de procesos industriales condujo a integrar las economías en todas las regiones del globo, pese a las diferencias de naturaleza política;  en ninguna otra área del mundo, como la indoamericana es tan notable el ejemplo para corroborar la afirmación precedente.
Constituye un principio económico que el desarrollo se consolida a través de la modernización y tecnificación de los adelantos innovadores en todos los sectores de producción; renovación traducida en incremento de bienes, servicios y multiplicación del área de rendimiento. Es la revolución industrial la que trae consigo este concepto de fabricación en masa del cual derivan las economías de escala; la actualización requiere del acceso a grandes mercados por parte de los productores y el factor limitante para los países subdesarrollados en la fase de implantación de los procesos de manufactura, es la estrechez de la oferta y la demanda.
Del análisis sobre las fórmulas para salvar obstáculos salieron teorías diametralmente opuestas en torno a la manera de afrontar el problema del subdesarrollo. Tendencias agrupadas en dos escuelas que en teoría están enfrentadas y es notable su divergencia por sus efectos prácticos: La tesis cepalina, propiciadora del proteccionismo como instrumento clave para el crecimiento económico y la escuela de los “monetaristas” o política de fronteras abiertas al comercio internacional.
En cuanto a la doctrina cepalina, su creador fue el economista Raúl Prebisch, persona que prestó un invaluable servicio de apoyo teórico al movimiento de integración indoamericano. No existe otro que lo haya superado con nuevos planteamientos. En los años 90 se pretendía postular al monetarismo como la carta de salvación de América Latina, pero su esencia es desintegracionista, por más discursos y declaraciones altisonantes en su favor. Resulta un modelo retórico y desestabilizador.
Al evocar la economía de los años 40 es preciso citar la publicación y aplicación de la obra “Introducción a Keynes” editada en 1948. Es a partir de ahí, cuando el economista Prebisch concentra su atención en el estudio del enigma de cómo elevar el nivel de vida y el bienestar general de la población tercermundista. En 1949 aparece “El desarrollo económico de América Latina y algunos de sus principales problemas”, documento conocido como el “Manifiesto de la Cepal”, donde convergen y articulan las ideas contextualizadas desde la cátedra en la teoría y como ministro de Economía de Argentina en la práctica.
Prebisch esboza sus conceptos en torno a la necesidad de la integración económica y demuestra cómo la estrechez de los mercados latinoamericanos es un factor limitante para el crecimiento de la industria, que podría fortalecerse con el esfuerzo combinado de países que, por su situación geográfica y la versatilidad de su producción, estarían en condiciones de consolidarse.


Centro y periferia

Afianzado el andamiaje conceptual de tan novedosas argumentaciones, se consolidaría en Indoamérica la teoría Prebisch-Cepal para el desarrollo, que parte de las ideas de su gestor sobre el centro y la periferia, la tendencia secular al deterioro de los términos de intercambio, la necesidad de industrialización y el incremento hacia adentro a través de la sustitución de importaciones y su análisis estructuralista al fenómeno del subdesarrollo. Prebisch elaboró una completa y sistemática hipótesis respecto al crecimiento y la integración latinoamericana.
El conjunto de conocimientos de su prolija obra, llevó a pensar en las ventajas que podrían derivarse de la defensa para grupos de países con dinámica, establecimiento de ofertas y demandas comunes, al eliminar las barreras aduaneras entre las naciones asociadas, logrando así la protección de la competencia externa -que el monetarismo calla-, y la ampliación de los mercados.
La generalizada aceptación de los principios teóricos del cepalismo por parte de los Presidentes andinos fundadores del GRAN, se tradujo en acciones concretas y dio lugar al establecimiento de fábricas que atendieron la solicitud interna de los bienes de consumo. El tamaño de compradores y vendedores en cada país demostró su directa relación con la eficiencia de un proceso industrial, y como es fácil suponerlo, los Estados con mayores posibilidades en el campo económico indoamericano fueron, primero Brasil y México, seguidos por Argentina. De ahí surgieron las ideas de la protección colectiva. Era necesaria la creación de mercados comunes en América Latina, donde todo crecimiento presupone la ampliación de la oferta y la demanda que, a su turno, puede complementarse con la eliminación de barreras entre naciones.
Estas bases racionales dieron sustento al gradual establecimiento de cuatro movimientos integracionistas indoamericanos, orientados hacia la comunidad económica, planteamientos que llevaron a consecuencias extremas en el campo político: Respaldo a la industria a través de las barreras aduaneras, por medio de restricciones cualitativas y cuantitativas e inclusive cambiarias. Surgió la antítesis teórica de postulados opuestos que invocaban la reapertura de fronteras para poner fin a la ineficiencia en fábricas artificiales, creadas al amparo de protecciones excesivas.
Los Estados latinoamericanos, como en el librecambismo del siglo XIX, vuelven a abrazar hasta peligrosos límites teorías de la más pura estirpe liberal, abriendo sus puertas al negocio internacional, con sustanciales reducciones en derechos aduaneros y eliminación de las restricciones de naturaleza cualitativa, cuantitativa o cambiaria al comercio exterior.
En este último aspecto, Chile termina por sepultar su estatuto cambiario, protector del ahorro y del capital nacional, para imponer el modelo de desarrollo económico del monetarismo. La decisión 24 del Pacto Andino, constituía piedra de escándalo en Indoamérica y motivó el retiro de Chile del GRAN.
El marco teórico del monetarismo aboga por el establecimiento de tasas de cambio reales, como único instrumento para proteger la producción interna, -entiéndase devaluación progresiva- y vehículo para otorgar competitividad a la creación de bienes materiales domésticos absorbidos por los consorcios trasnacionales e impulsarlos a la conquista de los mercados globales.
Esta tendencia caracterizó la década del setenta y condujo a la expansión en la liquidez internacional, con un aumento desproporcionado en los precios del petróleo. La abundancia de petrodólares permitió a los países tercermundistas olvidar su atávica estrechez financiera, al recibir toda suerte de préstamos leoninos para obras improductivas. Adicionalmente, soplaron vientos suaves en las balanzas de pago, paralelo a la ingeniería de la corrupción.
Las consecuencias fueron desastrosas frente a los frutos cepalinos. En el florecimiento monetarista los que sufrieron directamente el dardo mortal serían los movimientos comunitarios: Incumplimiento al interior de los países integrados a porrillo, domesticación trasnacional en la industria y el mercado local y restauración de la (Sacra) institución del contrabando, que siendo delito pasó a la contravención, para felizmente poner, como en Brasil, el 60% de su población en la economía informal de subsistencia.
La falta de capital de las industrias autóctonas para impulsar una economía de escala, los baches tecnológicos, cuya transferencia no se regala ni se vende honestamente y la menor calidad de nuestros productos, son agentes que inducen a la quiebra o a la venta al mejor postor internacional de las factorías, primero en mixturas y luego en expediciones totales a precios de bancarrota. Y algo más: Imposibilidad de subsistir en sus propias marcas por la desprotección estatal y la competencia externa. Es, palabras más, palabras menos, bajo ahorro doméstico, desnacionalización de los Estados locales o integrados y apertura de oferta y demanda para la avaricia transnacional y enfrentamiento con las barreras arancelarias de los países desarrollados.
No podría pensarse que en la región fracasaron las teorías cepalinas. En América no hubiese sido posible la conformación, ni aún de las más rudimentarias ramas de la producción industrial para simples bienes de consumo, sin la protección ofrecida por los aranceles y otros mecanismos restrictivos o de fomento, a pesar de algunas malversaciones.
Muchas naciones con el más alto desarrollo industrial no pueden exigir que el futuro sea la involución y disolución de nuestro ser económico como pueblos, porque ellas mismas constatan que las enormes diferencias existen en el grado de adelanto de la estructura productiva en sus propios países, que los llevó a decidir lo indispensable, ofrecer alicientes y subsidios para el establecimiento de fábricas en sectores deprimidos que requieren con urgencia la creación de fuentes de empleo.
Pese a lo anterior, nos están convenciendo que la planeación hay que acabarla por ser instrumento económico “socialistoide”, pero las potencias lo hacen porque es la manera de consolidar su desarrollo. ¿Por qué entonces el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial obligan a lo contrario?.
¿Será que se impone el pensamiento de Bolívar al hacer claridad hace dos siglos respecto a que  “el débil que pacta con el fuerte, vivirá bajo su tiranía eternamente”?.
Si faltara profundización, contextualicemos los escritos de los tratadistas estadounidenses Friedman y Corifeos quienes manifestaron que la integración regional no constituye panacea alguna para América Latina. Hay otros como Sídney Dell, quien opina sobre el tema: “…Tal integración no disminuirá la necesidad de hacer reformas políticas, económicas y sociales. Y tampoco puede ejercer una influencia benéfica sin estas reformas. Inclusive, por lo que respecta a problemas del comercio exterior, su contribución en los años próximos solo puede ser limitada y ciertamente no descartada la necesidad de que los países en desarrollo cuenten con un mayor acceso a los mercados de los centros industriales”. Y concluye con una afirmación: “… Si las energías de los pueblos latinoamericanos se orientan hacia metas de desarrollo con mayor eficacia que en el pasado, la coordinación de sus esfuerzos sobre bases regionales, aceleraría significativamente la consecución de tales objetivos”.
Los integracionistas de América Latina tenemos que señalar dónde está el principal enemigo referenciado en el modelo de desarrollo económico impuesto por el neoliberalismo monetarista y librecambista. La CEPAL, fallecido su creador quien fue subsecretario de la ONU, continúa con su visión futurista, no sólo en terminología sino con el análisis sobre los sucesos de nuestro Continente. Por lo anterior se reitera su concepción desde 1986 a 1990 en sus informes, cuando afirma: “los argumentos en pro de la cooperación y la integración regionales deben encuadrarse en una perspectiva de largo plazo, que reconozca la necesidad de superar la condición periférica de América Latina en la economía mundial y de promover la industrialización como eje del proceso de desarrollo económico”. Causa de la integración, debe constituir la plataforma de lanzamiento para la exportación de manufacturas latinoamericanas hacia los centros adquisitivos.
Decir que el eje del desarrollo es la transformación de las materias primas no significa abandonar el campo; razón histórica de los quehaceres nacionales, será entender que el sector primario de la economía debe llegar a convertirse en la esfera de unidades análogas públicas y privadas que produzcan bienes y servicios para su venta, a un precio que cubra su costo y satisfaga necesidades de la Humanidad.
La agroindustria a escala subregional no es una utopía, es la complicidad para no cambiar las relaciones de producción en nuestros campos; para mantener la estructura actual de privilegios de los terratenientes, con tierras  magníficas en el negocio de la compraventa, el lote de engorde, el urbanismo glotón y descuadernado, el subempleo en espacios de ganadería extensiva, el minifundio improductivo o de subsistencia, la carencia de técnicas adecuadas para la fabricación, el crédito fácil y el reordenamiento de la propiedad como bien social para hacer frente al drama del hambre en Indoamérica, despensa mundial de alimentos.
Es no querer la reforma agraria y seguir ignorándola para vender excelentes tierras “estériles” a los capitalistas del campo, muchos de ellos extranjeros. Es no entender que las “dádivas libres de nuestra naturaleza” deben ser para quienes las trabajan y no para los mercaderes del agua y la minería, destructores de vidas, violadores de los derechos humanos y aniquiladores  de la biodiversidad.
Concluimos que al monetarismo no le interesan las reformas estructurales en el campo y además, poca importancia concede al sector, fuente de nuestros mayores ingresos.
De otro lado, la economía coquera despertó exclamaciones y ditirambos para no tomar en consideración su problema de fondo: La modificación introducida en la estructura de tenencia y productividad de la tierra en el campo andino. Asimismo, Colombia al ingresar al Acuerdo de Cooperación en el Pacífico, tendrá un reto específico: Evitar el hurto diario de su riqueza ictiológica por naves norteamericanas, japonesas, "soviéticas", chinas o panameñas, siendo una de las naciones del Continente con más costas marítimas -2.600 kilómetros de extensión- y a sabiendas que el comercio mundial se desarrolla en un 60% en aguas del Pacífico. Pero al monetarismo no le interesa para nada la defensa autóctona de las riquezas; afirma que se trata de un cliché obsoleto y retardatario, el discurso de la soberanía nacional, subregional o regional.
Por ello, la integración es considerada un enemigo, la cual hay que destruir de golpe, como en el caso de Chile con Pinochet, que se pone de ejemplo y parangón en Bolivia, Perú, Ecuador, Venezuela y Colombia, donde la norma de oro es plena libertad para las empresas extranjeras.
El saqueo del ahorro nacional es la consigna del monetarismo; igualmente el debilitamiento de los procesos de integración, sustituidos por acuerdos bilaterales y tratados de libre comercio entre poderosos y débiles, aún cuando por conveniencia política se hable de procesos comunitarios en rimbombantes declaraciones presidenciales y ministeriales. Es la ley “del pez grande tragándose al chico”.


Acta de Barahona

Los Presidentes andinos dieron un paso esencial para el futuro de la Subregión al aprobar en diciembre de 1991 en Cartagena, la Unión Aduanera y la Zona de Libre Comercio entre los países miembros.
Más allá del impacto económico y los efectos comerciales del acuerdo bolivariano, las implicaciones geopolíticas de la cumbre son trascendentales, pues existe una clara voluntad política del más alto nivel para dar un paso definitivo hacia la integración.
La disposición nace de circunstancias significativas y particulares. En efecto, existe identidad entre los Presidentes de Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela en torno a la necesidad de profundizar la democratización política y la apertura económica de sus respectivas sociedades. La empatía que parece existir entre sus mandatarios, producto  de problemas comunes, el malestar social por los ajustes económicos, la economía subterránea y la violencia, constituyen factores que logran tangencialmente la unión del mundo andino.


Bases del Acuerdo

Los ciudadanos bolivarianos, aproximadamente 135 millones para el año 2015, podrán adquirir los productos fabricados en la subregión y originarios de los países, sin impuesto alguno (sólo pagarán el IVA), siempre y cuando tengan el certificado de origen andino. Soñar no cuesta nada.
La constancia de procedencia será expedida en cada país por el organismo competente y se entregará si el producto tiene un agregado nacional de 40% con excepción de los automóviles para los cuales rige el 50%, siempre y cuando los tratados de libre comercio no destruyan la incipiente industria automotriz y las ciudades bolivarianas no se encuentren invadidas de todo tipo de marca, generando caos en la movilidad.  
Asimismo se definió el arancel externo común, prescindiendo de la norma a los vehículos, para los que rige el gravamen de 40%, porcentaje con vigencia hasta enero primero de 1995, cuando comience a operar el 35%.
Se acogió la propuesta de disminuir los subsidios a las exportaciones y la eliminación de listas de excepciones, vigentes entre las naciones.


Zona de Libre Comercio

A partir del 1º de enero de 1992, los productos de Bolivia, Colombia y Venezuela circulan libremente, pagando sólo el impuesto indirecto del IVA. En julio de 1992 se comprometieron los artículos de Perú y Ecuador con las mismas condiciones.
Esto permite que hacia el año 2000, 118 millones de habitantes disfruten los adelantos de la industria andina, cancelando sólo el IVA respectivo de cada país.
Tomando exclusivamente la población económicamente activa, como mercado potencial con capacidad adquisitiva, la comunidad objeto de oferta y demanda se reduce aproximadamente a 38.9 millones de habitantes, en una extensión territorial de 4 millones 718 mil 320 kilómetros cuadrados discriminados así:

BOLIVIA                     3.6 millones sobre un total de 10.9 millones
COLOMBIA               13.4 millones sobre un total de 40.5 millones
ECUADOR                4.5 millones sobre un total de 13.8 millones
PERÚ                         8.8 millones sobre un total de 26.8 millones
VENEZUELA             8.6 millones sobre un total de 25.9 millones


Arancel externo común

No obstante que en el acta de Barahona quedó expresado que los países adoptarían un AEC, su negociación se prolongó por dos años más y a mediados de 1994 se logró un acuerdo cuyos puntos fundamentales se describen a continuación:
A partir de enero de 1995, los miembros del GRAN pondrán en vigencia el arancel externo común, constituyéndose en un positivo avance. A este acuerdo se llegó después de  negociaciones, luego que Ecuador flexibilizara su posición con respecto a 400 productos que deseaba fueran exonerados determinándose un lapso de cuatro años, dentro de los cuales se vincularía a las listas generales en forma gradual. El AEC se conformó con cuatro niveles básicos arancelarios:
ü  5% aplicado al 35% del universo arancelario, incluye insumos y materias primas no producidas en la Subregión.
ü  10% para el 16% del universo arancelario, que comprende materias primas e insumos no producidos y algunos bienes de capital.
ü  15% para el 25% de este universo, referente a bienes intermedios y de capital.
ü  Un porcentaje reducido de posiciones refiere automóviles y otros productos. Los primeros tendrán un arancel de 35% y el resto 0%.
Para la corrección de distorsiones a la competencia, que surjan como resultado de la lista de excepciones otorgadas a Ecuador, se acordó que los productos deberán cumplir con requisitos de origen específico para gozar de una zona de libre comercio.
Con este acuerdo, los pasos futuros estarán concentrados en la coordinación de las políticas macroeconómicas y en el libre tránsito de personas entre los países andinos.
En el caso particular de Colombia, la determinación de aprobar el AEC, permite mejorar sus lazos comerciales con los miembros del grupo, si consideramos que con estos países se efectúan operaciones de importancia y ocupan en conjunto el segundo lugar; las exportaciones menores, repuntaron desde 1990 en forma relevante.
Al destacar que el Acuerdo de Cartagena al caminar en sus 25 años desde su puesta en marcha y en la celebración de sus bodas de plata se llegó a la adopción del AEC, se concluyó que han sido difíciles las negociaciones: Se cedió el control sobre la competencia que viene del exterior, a su producción interna.
La Unión Aduanera Andina, que permite aplicar los mismos niveles de aranceles para las importaciones de terceros países, crea una nueva situación en lo referente a los registros de comercio exterior y obliga a los fabricantes nacionales a mejorar la calidad de sus productos y proporcionar precios competitivos de venta en el interior.


Eliminación de subsidios a las exportaciones

Del acuerdo logrado por los mandatarios, se incluyó la eliminación de los subsidios cambiarios, financieros y fiscales referidos a impuestos directos para los productos de exportación. Referente a Colombia, la medida implicó modificar el sistema del Certificado de Reembolso Tributario (CERT).
Para definir aspectos particulares y específicos de estas disposiciones se nombró una comisión de alto nivel, conformada por representantes de los países miembros y la Junta del Acuerdo de Cartagena. Dentro de sus funciones, identificarán los productos o sectores cuya elaboración o comercio intrasubregional podrían verse perjudicados por costumbres distorsionadoras de la competencia.

Los cinco mandatarios definieron como fecha de entrada de las medidas adoptadas el primero de febrero de 1992 para Bolivia, Colombia y Venezuela, y se dio un margen hasta el 1 de julio de 1992 para Perú y Ecuador.







La vigencia de este acuerdo está en función del adelanto que se obtenga en las negociaciones futuras para implantar la integración económica. De las decisiones que se logren con respecto a los demás sectores productivos, dependerá llegar a la implantación del Mercado Común Andino, el cual incluye la libre movilidad de personas por los países asociados y la eliminación de tratamientos excepcionales para algunos artículos.

No cabe duda que para la puesta en práctica de un acuerdo de esta trascendencia, fue necesario una decisión de alto nivel como la que se dio por parte de los mandatarios bolivarianos. No estamos relegándonos en términos mundiales y todo hace pensar que al menos los Estados andinos decidieron quedar a tono con los retos que impone la globalización de las economías y la imperiosa necesidad de negociar en bloque.







TERCERA PARTE

FUTURO




CAPITULO 6

DESARROLLO ANDINO EN EL PACÍFICO


Circunstancia que causa inquietud en los países firmantes del Acuerdo de Cartagena, es la insatisfacción en el cumplimiento de los objetivos de beneficio común para sus integrantes.
Por ello, es necesario no sólo resolver aquellos problemas que afectan la concertación de políticas comunes, sino buscar nuevos frentes de realización con responsabilidades que intensifiquen la acción conjunta.

Para alcanzar estos logros, se deben explorar las vocaciones geopolíticas y estratégicas en la región bolivariana, donde se destacan cuatro áreas de influencia:

§  Área andina
§  Área amazónica
§  Área Pacífico
§  Área Caribe, complementada por la presencia natural de Colombia y Venezuela en la costa sur de dicho mar.

La motivación central es la de exponer y discutir la factibilidad de la delimitación de una Zona Natural de Influencia de los Países Andinos en el Pacífico, incluyendo Chile, entendiendo dicha zona la conformada por la proyección de los mares territoriales de Colombia, Ecuador, Perú y Chile, con una demarcación geográfica precisa: Al oriente por la costa del Pacífico de América del sur. Al oeste por la proyección del extremo de las aguas territoriales colombianas en el Pacífico, uniéndose en línea recta al punto limítrofe de las aguas territoriales del Ecuador en las Islas Galápagos; éste punto  enlazado con el límite occidental de las aguas territoriales chilenas con eje en la Isla de Pascua y a partir de allí una línea vertical hacia la costa continental antártica.

A su vez, el norte estaría delimitado por el punto colindante del espacio marítimo colombiano; y al sur por la porción de costa que queda encerrada entre el litoral geográfico antártico y el límite oeste del reclamo territorial chileno sobre el continente blanco.

El criterio para generar el reclamo de soberanía andina acerca de la Antártida se basa en la teoría de la defrontación, que propicia la proyección geométrica de las porciones extremas de un área de dominio sobre otro territorio factible de ocupación.

Es el caso específico de Colombia con prospectación al continente blanco de la Isla de Malpelo, cuyo territorio genera un área económica de 200 millas en su entorno.


Efectos y ventajas de la realización del objetivo geopolítico propuesto

La ejecución del esquema geopolítico -zona natural de influencia y territorio antártico-, generaría estas consecuencias:

§  Un factor de unión y acción política internacional para los países del Pacto Subregional Andino y Chile.
§  Con visión de mediano y largo plazo, asegurar la soberanía de vastos y variados recursos naturales de la zona.
§  Presencia de las naciones del Grupo Andino y Chile en las presentes y futuras interrelaciones este - oeste de la Cuenca del Pacífico.
§  Definición de la participación del Pacto en la dinámica del futuro mar-eje del planeta.
§  Incremento en la capacidad de negociación de los Estados participantes del esquema propuesto, frente a las potencias dominantes del Pacífico.








§  Auge de los mecanismos de presión conjunta, frente a los intereses económicos que explotan la riqueza oceanográfica de la prospectada  zona natural de influencia de los países andinos de Suramérica, incluyendo la neutralización de la actividad nuclear de los franceses o de cualquier otra potencia en el Pacífico sur.
§  Participación en el proceso de internacionalización de la Antártida, con un derecho de prospectación geográfica continental, para evitar que la gravitación de las potencias se convierta en explotación exclusiva de la zona.
§  Acrecentamiento de la posibilidad de intervención en el desarrollo científico y tecnológico de la Antártida, así como en la totalidad de la Cuenca del Pacífico.
§  Sustentado en la declaración de zona de influencia, que cubriría las aguas y riquezas superficiales y las de profundidad, nuestros países pueden proyectar el territorio en su total extensión -incluyendo la demarcación propia de la Antártida-, hacia el área ultraterrestre, con el fin de reglamentar, negociar o participar en la utilización científica o comercial de la porción espacial que les correspondería.
§  La proyección geométrica de la zona de influencia natural y territorial antártica en el espacio, estaría generada por la sumatoria de sus áreas  ancestrales, el nuevo territorio de penetración en el Pacífico y obviamente el continente blanco en su gran dimensión.
§  Propender por el acercamiento de Chile hacia el GRAN basado en el respaldo y seguridad que ofrezcan los cinco países a sus reclamos antártico-continentales, porción oeste.
§  Adición en su extensión física para Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile. Para Venezuela sería la adquisición de una porción de costa sobre el Pacífico extremo sur; en el caso de Bolivia, el logro de costa en el Pacífico que le ha sido negada; Chile solidificaría sus reclamos de espacio en la Antártida; y para Colombia,  Ecuador y Perú significaría una proyección territorial contemporánea sobre el Pacífico.


Antártida

Se ha definido la base sur de la zona de influencia como la porción de la costa antártica encerrada entre el punto de proyección vertical del extremo oeste del mar territorial chileno -con eje en la Isla de Pascua- y el límite oeste del reclamo antártico continental chileno.
Este arco de la costa del continente antártico genera un territorio triangular invertido, cuya base es el fragmento de la costa ya detallada y como lados triangulares las líneas de proyección a partir de los puntos este y oeste antes mencionados.
Es una porción de tierra compleja y prometedora. Para valorarla es necesario entender  las características geográficas y físicas de la Antártida.

La Antártida es un continente situado en forma concéntrica alrededor del Polo Sur, que no tiene población humana indígena, débilmente habitada por estaciones de investigación científica de varios Estados.
El Continente Antártico se perfila cada vez más como un importante eje geopolítico, operativo, logístico y centro de conservación ecológica e investigación científica.


Descripción geográfica

Hacia la Antártida miran las extensiones más australes de Suramérica, África y Australia, siendo la distancia más cercana el Paso Drake, que define un espacio entre el territorio argentino de Tierra de Fuego y el extremo de la Península Antártica, con intervalo aproximado de 970 kilómetros.
Este continente es el quinto en tamaño del planeta y contiene en su interior un sistema orográfico de pronunciada elevación, que guarda dentro de su espacio continental el 90% del hielo del mundo y el 70 % de las reservas de agua dulce del planeta. El hielo tiene profundidad promedia de 2.100 metros y es allí donde surgen inmensos icebergs, los cuales son verdaderas islas flotantes de varios centenares de kilómetros cuadrados de extensión.
Dentro del continente, en los lugares donde los glaciares han retrocedido o disminuido -especialmente en las áreas periféricas de la Antártida-, se encuentran extensiones libres de hielo, verdaderos desiertos, rígidos y áridos.
En síntesis, estamos frente a un continente por descubrir, inmenso en sus promesas de recursos naturales dentro de la inconmensurable masa de su territorio cuasi-circular y un diámetro de 4 mil 500 kilómetros.
La Antártida no es plana, manifiesta áreas  en extremo rugosas, con alturas que pueden llegar a los 4 mil metros y volcanes como el Erebus y el Melbourne. El continente blanco no posee vegetación y la única manifestación nativa son los líquenes, que no llegan a dos pulgadas de altura en su máximo desarrollo.
Su fauna gira alrededor de pequeños artrópodos, algunas aves, pingüinos y leones marinos llegados al continente por migración con propósitos de procreación. Al respecto, Brasil desarrolla estudios en profundidad de planctón y animales bentónicos que viven en el fondo del mar.
Las temperaturas de esta nevera natural, en la región costera, oscilan entre un máximo de 0 grados centígrados y un mínimo de menos 20 grados, llegando en el interior continental a menos 89 grados centígrados; recordemos el caso del invierno de 1983 en la estación de Vostok. Sin embargo, el Continente recibe radiación solar difusa, prácticamente sin contaminación alguna. La combinación de la irradiación solar existente, la permanente y extensiva cobertura del hielo, produce un índice de reflectividad solar que llega a valores del 75 al 90%.
Este misterioso continente también posee ciclónicas actividades de viento, llegando a corrientes hasta de 161 kilómetros por hora. De hecho, las aguas del Paso Drake son en algunos meses del año peligrosas para la navegación, debido a los fuertes oleajes generados por los intensos vientos.
Geológicamente la Antártida se divide en dos partes: Antártida Este y Antártida Oeste, tomando de eje la proyección del cono sur de nuestro subcontinente.
La Antártida Este es la conformación de tipo plano cubierto de hielo. Sus rugosidades orográficas más importantes están representadas por las montañas transatlánticas.
Por su parte, la Antártida Oeste, es pequeña pero variada y comprende las llamadas tierras de Marie Byrd, la Tierra de Elisworth, las islas del llamado Scotia-Ridge y otras
En la Antártida Oeste existen depósitos de carbón de seis metros de espesor, procedentes del Periodo Pérmico. Además, la existencia de abundantes plantas y fósiles, quizás del mismo Periodo, le da más fuerza a la tesis según la cual, la Antártida no fue siempre un continente glacial sino que tuvo temperaturas propicias al desarrollo biológico de su superficie.


Oceanografía

La superficie acuática del continente Antártico suma 32 millones 248 mil kilómetros cuadrados, con profundidad promedio de 3 mil 701 metros.
Ahora bien, la gran mayoría de las aguas antárticas manifiestan presencia de hielo con plataformas que tienen hasta 70 metros de grosor por encima del nivel del mar. El hielo se torna en barrera infranqueable que rodea el continente entre los meses de abril y septiembre.


Vida terrestre

De sus 14 mil kilómetros cuadrados, únicamente un cuarto o cinco por ciento se encuentra libre de hielo y nieve;  es un territorio que sólo produce una pobre vegetación criptogámica y una mínima microfauna invertebrada. Sus suelos carecen de humus y la única fuente real de fertilizantes naturales se concentra en el guano, depositado por cientos de miles de pájaros migrantes hacia el Continente en un periodo determinado del año. Asimismo, las eyectas provenientes de los pingüinos en sus extensas colonias generan concentraciones de fosfatos y nitratos.

Referente a las algas, domina la azul –cyanophyta-. Esta planta, especialmente su género Nostos común, transforma el nitrógeno atmosférico en formas orgánicas, las cuales auxilian los suelos donde actúan. Se encuentran también protozoos que representan cinco órdenes y 29 especies.

En cuanto a las plantas se han clasificado 800 microespecies, destacándose la presencia de líquenes. La poca flora existente tiene su excepción en las criptógamas.

La fauna invertebrada comprende 112 especies de artrópodos, 50 de las cuales son parásitos de los pájaros y leones marinos. El ecosistema terrestre antártico es simple y se manifiesta especialmente durante el periodo de verano.


Vida marina

En la Antártida se clasifican 45 especies de pájaros, destacándose el pingüino emperador, el petrel antártico y el skua polar, los cuales extraen su alimento del mar y en su mayoría, utilizan el Continente de centro de procreación.

Los mamíferos antárticos, son todos oceánicos y están clasificados en 12 tipos de cetáceos y 8 de leones marinos. Se encuentran otros mamíferos introducidos por el hombre, especialmente en las islas de Georgia del sur y Kerguelen, que incluye ovejas y ratas.

Los mamíferos antárticos en especial los leones marinos, poseedores de hermosas pieles, están al borde de la extinción por su cacería incontrolada y cruel.

El factor más importante de la vida marina en la Antártida es su rica capacidad de producir fitoplancton y zooplancton, resaltando de este último el Euphasia Superba, especie de pequeño camarón que sirve de comida a las ballenas, peces, pingüinos, pájaros y leones marinos. Las ballenas consumen durante sus tres meses de estadía en el Antártico cerca de 150 millones de toneladas del Euphasia Superba o Krill; Se calcula que al año para consumo de la Humanidad, pueda extraerse de las aguas del continente blanco 10 mil millones de toneladas de la citada variedad.


Descubrimiento de la Antártida

Fueron los polinesios quienes visitaron por primera vez la Antártida en el año 650 de la presente era, aunque hay quienes especulan que marineros fenicios la avistaron mil años antes de nuestra época. Lo cierto es que algunos mapas del siglo XVI muestran una masa de tierra denominada Terra Australis Incógnita, que lo refiere.

Hacia la mitad del siglo XVIII, el francés Bouvet encuentra las islas que hoy llevan su nombre y contacta los inmensos icebergs antárticos. En 1774, el inglés Cook descubre las Islas Sandwich del sur. El primer documento probatorio del principal desembarco organizado en la península antártica constata al realizado el 7 de febrero de 1821 por el capitán John Davis de New Haven. Posteriormente americanos, británicos y rusos continuaron sus viajes alrededor del territorio, elaborando datos y mapas que más tarde fueron aprovechados por cazadores de mamíferos marinos y ballenas.

A comienzos del siglo XX, cruzaban estas frías aguas barcos de procedencia surafricana, neozelandesa, noruega y australiana.

En la conquista del Polo sur entre 1898 y 1911 destacan el belga Gerlache, los británicos Borchegrevink y Scott, El alemán Drygalski, el sueco Nordenskjold y los franceses Bowers, Wilson, Mawson, Flichner, Shirase y Schackleton, quienes lograron  la penetración y cruce del Continente por etapas.

Entre 1920 y 1941, con mejores equipos y elementos, la exploración se hace factible y completa, sobresaliendo el aviador Byrd de origen americano, el británico Mawson y el noruego Christensen.

De 1943 a 1955, americanos, británicos, argentinos y chilenos manifestaron vivo interés por la Antártida. A partir de esa época al tiempo presente, noruegos, neozelandeses, franceses, brasileños, británicos, rusos, argentinos, chilenos y australianos, definieron espacios soberanos dentro del espacio antártico, presentándose una vasta área aún no reclamada que va del meridiano 90 al 150. Esta porción territorial podría caber dentro de cualquier futura proyección geométrica continental de la costa Andina Suramericana del Pacífico.


Aspiraciones territoriales

Alguno de los reclamos territoriales contemporáneos sobre el Continente Antártico y aguas adyacentes están representados así:

El denominado espacio antártico británico que cubre desde el meridiano 20 oeste al 80 oeste, con límites en los paralelos 50 y 60 sur. Este territorio estaría constituido por un área de soberanía que incluye a las islas Orcadas del Sur, Sandwichs del Sur, Georgias,  Rocas Cormoranes y una amplia porción continental austral, limitada por los meridianos 20 y 80 oeste.

La solidez de tales reclamos le daría más fuerza a las posesiones británicas sobre las islas Malvinas.

·         El reclamo argentino que cubre desde el meridiano 25 oeste hasta 74 oeste.
·         La proyección continental chilena que abarca desde el meridiano 53 oeste hasta el meridiano 90 oeste, punto coincidente con la prospectación vertical de sus aguas territoriales en el Pacífico.
·         La posibilidad de un reclamo o presencia estadounidense entre el meridiano 90° y el 150° oeste, en el espacio conocido Marie Byrland, poseedor de una estación de estudios antárticos denominados Byrd Station. Es precisamente en esta área en la cual recae la proyección continental antártica de la zona natural de influencia de los países del Pacto Andino en especial sobre la extensión del Mar de Amundsen.
·         El reclamo de Nueva Zelandia comienza a partir del meridiano 150 limítrofe con el de Australia, considerado como el más grande de los pretendidos, pues forma un inmenso arco que da al meridiano 55 este. Dentro del área exigida por Australia existe una demanda francesa limitada por los meridianos 142 y 136 este.
·         La aspiración noruega que parte del reclamo australiano terminando en el inicio de la petición británica, sobre los 20 grados oeste. Por último, el interés de la Comunidad de Estados Independientes que ha previsto la posibilidad de establecer bases o estaciones de investigación científica.


Reclamo andino

Aparte de una promocionada internacionalización de la Antártida, los intereses de varios Estados autónomos buscan crear áreas de soberanía en dicho continente. Es hora que los países de habla hispana, de ancestro común, de comunidad de intereses de América del sur, reclamen la porción territorial antártica que les pertenece, por proyección geográfica y por naturaleza de vocación geopolítica. No hacerlo significaría renunciar a oportunidades y realidades transfronterizas que emergen en el horizonte; además ya es tiempo que las potencias tradicionales  cesen en su conocida política de delimitar los mapas geopolíticos del mundo para usufructuar los recursos encontrados en sus territorios.

Esta nueva frontera no sólo prospectaría para nuestros países un horizonte geoeconómico más amplio y rico, sino que incrementando la variable espacio entregaría  a las futuras generaciones un campo de mayor libertad de acción y usufructo; entre otras razones, porque los países andinos pueden ejemplarizar ante el Tercer Mundo su condición de concretos hacedores de una nueva geografía e historia, en especial después de la “Declaración de Viña del Mar” que tomó la decisión de preparar, lo más rápidamente posible, un instrumento internacional de protección del medio ambiente del continente blanco y sus ecosistemas asociados.

En el caso particular de Colombia, su ingreso al tratado de la Antártida data de 1988, en calidad de miembro no consultivo del organismo. Posteriormente, bajo la dirección de la Cancillería se constituyó un departamento antártico para deliberar sobre la problemática antes descrita, el cual no funciona.


Malpelo, fundamento geoestratégico

Situada aproximadamente a 270 millas náuticas de la costa pacífica colombiana, ésta formación rocosa, emergente del océano en tiempos prehistóricos, es el extremo occidental del país. Su localización permite extender la perspectiva geográfica de Colombia hacia la Antártida.

Tiene una altura de 376 metros sobre el nivel del mar, superficie aproximada de 3 mil 400 metros y paredes verticales que descienden más allá del centenar de metros. No es una isla sola, a su alrededor existen 10 islotes, resultado de prolongaciones emergidas del mar desde profundidades que llegan a los 4 mil metros.

A lontananza, este promontorio se observa desolado y estéril, y a primera vista la vida en él parece un imposible, pero la realidad es que Malpelo es una isla de singular belleza; tienen flora y fauna y desde las olas que se estrellan contra sus acantilados, comienza a mostrar una vitalidad propia.

Su fauna es exuberante, a tal punto que muchos de sus ejemplares son únicos en el planeta: herbívoros, aves migratorias y peces en abundancia; chernas, jureles, atunes y pargos en sus aguas costeras, cetáceos y tiburones de ocasional vista, es el maravilloso mundo animal de la ínsula.

La flora está compuesta por especies inferiores de helechos y gramíneas, además de musgos y líquenes que constituyen la base alimentaria de sus pobladores terrestres y marinos.

Es tal la pródiga vida animal y vegetal, que Malpelo ha sido denominada por los biólogos “La roca viviente”, punto de encuentro entre las especies animales de los océanos Indico y Pacífico.

Pese a su importancia ecológica, la isla no ha sido estudiada a fondo, por lo cual valdría la pena destinar recursos a su investigación y conservación, porque cualquier modificación de su ecosistema o mala utilización de sus inmensas potencialidades podría generar un proceso de contaminación o en últimas la destrucción de este oasis de vida y belleza.

Entre otras cosas, porque la trascendencia de la isla Malpelo no radica solamente en sus características geográficas, físicas o su potencial de flora y fauna; la Isla tiene un valor inconmensurable desde el punto de vista geoestratégico. Por su lejanía, reducida extensión y soledad, podría pensarse que no reviste importancia para los colombianos, pero la realidad es muy diferente; precisamente, su distancia, hace de Malpelo un sitio de influencia vital para el país con enormes proyecciones prospectivas.















La isla ubicada a 3 grados, 58 minutos de latitud norte y 81 grados, 34 minutos de longitud oeste, es el punto más occidental del territorio colombiano, hecho que imprime a Malpelo el carácter de un tesoro único, realidad que estuvo oculta hasta 1985, cuando se tornó pública la importancia de este espacio oceánico, pues su posición genera no sólo una zona económica de 200 millas que proyecta su entorno en el océano más grande del mundo, sino que habilita al país para reclamar posesión en la Antártida.

El derecho de reclamación está fundamentado en la Teoría de la Defrontación, esgrimida por algunos Estados ante la opinión mundial como sustento de la defensa de sus derechos sobre la zona polar. La teoría conceptualiza que son soberanos del continente blanco los países que tengan extensiones enfrentadas al casquete esférico antártico y el único territorio colombiano generador de una prolongación hacia la Antártida, es la Isla de Malpelo.

Para continuar con la defensa de los derechos en la zona polar, el gobierno colombiano suscribió en 1988 el Tratado Antártico. El acuerdo fue firmado por doce Estados en 1959, con motivo del Año Internacional Geofísico del 1 de julio de 1957 al 31 de diciembre de 1958. Los países signatarios del convenio fueron los que participaron en labores de investigación científica en la zona; además,  se dejó abierta la posibilidad del ingreso de nuevos miembros. El acuerdo fue rubricado para vigencia de 30 años a partir de la fecha de suscripción; cesó en 1991.

Colombia lo firmó tres años antes de su extinción. Hasta la época era el único país suramericano de la zona de influencia en el Pacífico que no lo había suscrito. La adhesión, permitió al país mantener en pie su reclamación en el continente blanco.


CAPITULO 7

INCREMENTO ANDINO EN EL CARIBE

Para el Grupo Andino representa un inmenso potencial, explotable recursística y estratégicamente que su área geográfica, además de tener la mayoría de su costa sobre el Océano Pacífico, posea también un inmenso mar territorial en el Caribe.

Esta territorialidad marina tiene especial significado, no solamente para los dos países sur caribeños -Venezuela y Colombia- sino que se proyecta en sus potenciales efectos a las naciones firmantes del Acuerdo de Cartagena.

Frente a esta circunstancia es necesario definir la Vocación Caribeña del Pacto Bolivariano y su actuación en la geopolítica Andina que estaría determinada por los siguientes factores:

·         La necesidad individual, tanto de Colombia como de Venezuela, de asegurar y preservar sus respectivas territorialidades marinas en el Caribe.
·         La conveniencia de integrar intereses territoriales marinos de Colombia y Venezuela para acrecentar su defensa y conservación, frente a las pretensiones presentes y futuras de terceros.
·         La obligación de apoyar el reclamo venezolano sobre el llamado espacio Essequibo, a fin de asegurarle a nuestro socio de integración las áreas hidrográficas a que históricamente tiene derecho: extender la cobertura territorial de protección a las bocas del Orinoco y añadir a la zona Caribe Venezuela un arco de costa suficiente que le dé funcional prospectación dentro de la extensión atlántica descrita.
·         Dados los conflictos extra-continentales y aún continentales en el Caribe, el Grupo Andino debe y necesita actuar como factor de presión para la definición de intereses en un área neurálgica para las Américas y el mundo.
·         Esquemas como la iniciativa de la Cuenca del Caribe presentan oportunidades y retos al conjunto del GRAN, que no pueden dejarse de analizar y manejar en función de los intereses y necesidades de crecimiento, diversificación y solidificación de las economías de la subregión.
·         Tanto Colombia como Venezuela y los dos en conjunto poseen factores geográficos explotables en términos de comercio interoceánico e inclusive transcontinental, conectados en forma directa con el Mar Caribe tributario del Océano Atlántico.
·         En el caso colombiano el potencial del canal interoceánico aprobado por ley de la República, durante la administración Betancourt en la vía Atrato-Truandó, uniría económicamente al Caribe con el Pacífico.
·         En el caso venezolano su posesión de la desembocadura del Orinoco y el sistema de dicho río unido a través del Casiquiare con el colosal macrosistema de la Cuenca del Amazonas.

El sistema de interconexión Orinoco-Amazonas, tiene a su vez muchos ríos tributarios navegables originarios de los andes bolivarianos. La afirmación demuestra cómo la vocación del Caribe se entrelaza con la vocación amazónica. Factores que delinean la definición y estructura de la vocación caribeña del Acuerdo Subregional.


























Valores agregados

Al examinar la trascendencia presente y futura de dicha vocación, aparece una serie de valores agregados de beneficio, que resulta prudente destacar con el fin de comprender los alcances de la integración regional.

Uno de los valores agregados de beneficio refiere a la tensión en las relaciones colombo-
venezolanas, provenientes de la necesidad de delimitar las fronteras marinas de los dos países en el golfo de Venezuela o de Coquibacoa, situado en la parte meridional del mar Caribe, al norte de América del Sur entre las penínsulas de Paraguaná y de la Guajira y cuyas aguas y costas están ubicadas en Venezuela en los estados de Zulia y Falcón y en Colombia en el departamento de La Guajira, conectado al lago de Maracaibo a través de un canal de navegación. Cabe destacar que se usa el archipiélago de Los Monjes como la frontera imaginaria entre el mar caribe y dicho cuerpo de agua.

La concientización de la existencia de un beneficio mayor y común, así como la necesidad de asegurar una territorialidad que preserve los intereses soberanos, no sólo de Colombia y Venezuela sino de la naciones firmantes del Acuerdo de Cartagena, llevaría una minimización del presunto conflicto marino local y de manera consecuente, facilitaría el acceso a un punto de equilibrio en las pretensiones de ambos países, maximizando el área de influencia colectiva de la zona del Caribe.

Otro valor agregado de rendimiento, refiere al respaldo que podría dar el GRAN a los reclamos de Venezuela en el Essequibo. Si mediante el apoyo político de sus socios de integración, Venezuela logra en el territorio citado, extender la cobertura de protección a las bocas del Orinoco y aumentar su arco de proyección al Atlántico, alcanzaría adicionalmente:

·         Disminuir la presión de su necesidad maximizante en el golfo.
·         Diversificar los vectores de proyección comercial y defensa de Venezuela.
·         Solucionar un problema de confrontación en uno de los flancos territoriales del Grupo Andino.
·         Reducir la capacidad de presión que pudiera ejercer la Commonwealth en apoyo de los anhelos territoriales de la Guyana Británica en el área occidental del Essequibo. En este punto, es viable recordar la posición adoptada por dicha organización y por Inglaterra frente al conflicto Guatemala-Belice (Honduras Británica). Para nadie es un secreto la presencia de tropas de élite británicas -soldados gurkhas- y un escuadrón de combate aéreo en Belice, así como la incursión de asesores militares en la joven república angloparlante centroamericana.


Integración de vocaciones

-       Caribe -  Amazonas

Adicionalmente a lo expuesto, la consolidación de la vocación del Caribe por parte del Grupo Andino introduciría una dinámica especial a la utilización de la red hídrica Orinoco-Amazonas, creando un eje de desarrollo vital para el área oriental de la subregión y generando autonomía regional frente al crecimiento brasilero y el egocentrismo amazónico de Brasilia.
Basta un ejemplo para resaltar la importancia de la utilización, no de la mencionada red sino de uno cualquiera de sus vectores. Nos referimos a la posibilidad de unir el complejo industrial de la capital de Colombia con el centro industrial de la Guyana venezolana y los dos con el Atlántico, a través de la desembocadura del Orinoco.

Si se construye un ferrocarril desde Bogotá hasta la región donde se inicia la navegación en el río Meta, se estaría generando un eje de transporte e intercambio de bienes entre  Bogotá - río Meta - Puerto Carreño - río Orinoco - Puerto Ordaz - Bocas Del Orinoco - Océano Atlántico.
Es obvia e impresionante la factibilidad de intercambio y transporte, no sólo entre el área de Puerto Ordaz y Ciudad Bolívar con la zona industrial del centro de Colombia, sino también con el resto del mundo, en especial la costa este americana y los grandes puertos europeos.

Potencialmente, las naciones con vocación Caribe – Amazonía deberán en el siglo XXI preocuparse por la conservación y vigilancia de dos millones de hectáreas de su propiedad en el Escudo Guayanés, una gigantesca biomasa, reguladora del clima del planeta Tierra, habitado por varias  etnias indígenas, otro pulmón de iguales características a la Amazonia, sobre el cual se centra la atención de los países del  mundo.

Esta macro selva pertenece a Colombia, Venezuela, Brasil, Guayana, Surinam y Guayana Francesa, con una interconexión de caudalosos ríos, cuyas aguas surten al gran Orinoco que mueve el 15% del líquido dulce del mundo. El Escudo Guayanés tiene el 25% de los bosques tropicales de la tierra y los científicos que se ocupan de su biodiversidad, lo comparan con la Amazonia en su riqueza  natural, ahora amenazada, flora y fauna, por la minería ilegal, la tala inmisericorde del bosque y la explotación clandestina de coltán, tungsteno, oro e hidrocarburos. Son 270 millones de hectáreas  y se calcula que es diez veces los territorios de parques naturales que tiene la geografía colombiana.

La tala de sus bosques, libera a la atmósfera entre 20 y 25 por ciento de las emisiones de gas dióxido de carbono  por la quema de los árboles. Es la mayor y más grave contaminación del aire que sustenta la vida de los seres habitantes de los continentes, incluido el hombre.

En la parte de selva tropical colombiana habitan indígenas de las etnias piaroa, curripacos, puinave, sikuani o guajivos y cubeos, unos 12 mil sobrevivientes del gran exterminio de la raza, 40 millones de raizales, sacrificados por la ambición europea en tiempos del Descubrimiento y la Conquista de América. Esos grupos humanos viven de la selva. Sobre las cenizas de la deforestación y grandes incendios siembran frutales, yuca y piña, productos de su dieta alimenticia y pescado, del cual se han contabilizado en los ríos 191 especies, por lo menos 8 de ellas endémicas y ornamentales que sacan furtivamente los invasores a los mercados externos para acuarios, entre los cuales, Estados Unidos, Birmania, República Checa y Japón. La extensa zona es rica en aves, unas 450 especies.

La biodiversidad también alberga mamíferos de los llanos orientales y amazónicos, aves acuáticas y anfibios, según datos de los especialistas en este gran escenario natural de bosque tropical.

Los servicios que producen estos ecosistemas no tienen incentivos oficiales ni compensaciones de los países dueños. Existe una iniciativa sobre el Escudo Guayanés en el Programa de las Naciones Unidas para  el Desarrollo, apoyado por el Instituto Alejandro Von Humboldt y que avanza en la manigua de Matavén, Vichada y Guainía en la frontera sur con Venezuela, donde  habitan los indígenas ya descritos en la  comunidad Sarrapia. De Puerto Inirida a ese lugar se gastan dos horas en lanchas rápidas.

Los indígenas vigilan la selva, pero la irrupción de la minería ilegal constituye una amenaza. Existe la declaratoria de la Estrella Fluvial del Inírida cuyas tierras son parte del Escudo Guayanés, Humedal Ramsar y coloca esta zona como ecosistema mundial. Todo el proceso será motivo de estudio por el Ministerio de Ambiente, aún con la oposición del Ministerio de Minas por cuanto perjudicaría proyectos de extracción de minerales, ya visualizados. Las tierras son arenosas y poco fértiles pero se estudian planes de productividad que favorecerían a las comunidades indígenas. Los ríos ofrecen paisajes de grandes rocas y sus playas son de arena blanca. Tepuyes o montañas, ofrecen cumbres planas y árboles de poca altura, con inundaciones anuales.

Las Naciones Unidas están interesadas en el estudio y conocimiento de esta zona biodiversa reguladora de la temperatura y el clima del mundo. Pero la atención científica siempre ha estado concentrada en la Amazonia, “Pulmón de Selva”; el Escudo Guayanés es rico, valioso por su sistema hídrico, sus paisajes, sus minerales e hidrocarburos, fauna y flora endémicas y sobre los cuales existe poca información. La selva entre Brasil, Surinam y Guyana no sufre el impacto de la invasión del hombre colonizador y predador.

Hay pobreza pero abundante biocapacidad y los indígenas responden a su organización como comunidad, respetando el ambiente. Se busca que los países dueños del Escudo Guayanés se pronuncien por una economía verde y sostenible en la región. La zona es clave para Colombia en su aporte salvador del  ambiente climático.

Falta reglamentación al respecto, sobre todo en el control a la deforestación, que aporta altos índices de contaminación con bióxido de carbono. Se habla de conservación y explotación de  recursos. También en el programa de Pnud colabora  la Organización  del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), que busca hacer visible al mundo el Escudo Guayanés, el otro pulmón del planeta con la Amazonia, cuya biodiversidad asombra, como en el primer  día de la Creación. Allí está presente Colombia, aportando vida a la Humanidad. Con el consabido y desalentador concepto: Como lo tenemos todo, no hacemos nada. 


-       Caribe – Pacifico

Colombia posee la clave de integración futura en la vocación del Grupo Andino en el Caribe y el Pacífico: el canal interoceánico colombiano. Recordemos en este punto las siguientes realidades y prospecciones:

-       El canal de Panamá -inicialmente colombiano-, es una vía interoceánica obsoleta.

-       El eje económico comercial planetario se ubica cada vez más en el pacífico.

-       Se proyecta un nuevo canal en el estrecho de KRA que sería la futura vía-eje intercontinental que haría más subsirvientes los canales de Panamá y Suez.

Consecuentemente, al construir Colombia su canal, moderno y proyectado a las necesidades del Siglo XXI, podrá no sólo estar a tono con las nuevas realidades geopolíticas del pacífico, sino que será una vez más el eje interoceánico central de esta parte del planeta, coadyuvando a la integración de intereses tanto del país en el Caribe y el Pacífico, como de todos los integrantes de la fusión económica comercial de la subregión.

El canal interoceánico de Colombia no sólo sería cooperante para la realización de las vocaciones Caribe y Pacífico del Grupo Andino, sino que incrementaría en forma ostensible la participación e importancia de los países firmantes del Acuerdo de Cartagena, tanto en las transacciones comerciales de la Cuenca del Pacífico como en las desarrolladas entre Europa y éste océano, que tendrían que pasar por el Caribe y el mencionado canal colombiano.


Unión Geoeconómica, Andina - Europea

De Simón Bolívar a Francisco Morazán, de las naciones andinas a Europa, nos indican que los bloques económicos juegan papel esencial en la unión estratégica y su misión en el siglo XXI, será trabajar en la búsqueda de nuevas formas de cooperación para el progreso y adquisición de tecnologías sin arandelas, de los países ricos, para las naciones en desarrollo.
A partir del Mercado Común en América Central –MCCE– se habla de un proceso más ambicioso, la comunidad económica y social centroamericana –Cesca-, basada en la búsqueda de una mayor integración con la economía mundial, regional y bloques subregionales.

Por donde se visualice esta unión, a través del Caribe, Colombia y Venezuela se compenetran con Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica. De igual manera por el pacífico, Perú y Ecuador sustentan su vocación con América Central, conectadas a través de Panamá.

Entre los años 1982 y 1986, los países centroamericanos firmaron acuerdos de alcance parcial con Colombia y Venezuela en forma bilateral, lo que significó el inicio de un acercamiento comercial de dos grupos integracionistas.

Debe señalarse que en la reunión sostenida en enero de 1993 en Guatemala, sede de la Secretaría de Integración Económica Centroamericana –Sieca- y luego de amplias deliberaciones de las partes, se negoció y aprobó un texto de acuerdo sobre comercio e inversión entre Colombia, Venezuela, El Salvador, Guatemala, Honduras, Costa Rica y Nicaragua, refrendado en la cita presidencial celebrada en Caracas, el 12 de febrero 1993.


Finalidades del Acuerdo sobre Comercio e Inversión

Los objetivos del convenio entre andinos y centroamericanos son:

-       Intensificar las relaciones económicas y comerciales de los países centroamericanos, con Colombia y Venezuela e impulsar su complementación económica, tomando en cuenta los diferentes niveles del desarrollo relativo.
-       La creación de una zona de libre comercio mediante la eliminación de las barreras arancelarias y no arancelarias y de cualquier otro obstáculo que restrinja el intercambio de los productos originarios de sus respectivos territorios de conformidad con el Programa de Liberación Comercial.
-       La instauración de un mecanismo para facilitar el comercio mutuo de bienes y servicios, y solucionar los problemas que obstaculicen dicho comercio.
-       El establecimiento de mecanismos de promoción y protección de inversiones entre los países signatarios.

Para activar este proceso se establecieron cuatro grupos de trabajo estructurados así:

-       Desgravación arancelaria. Comprende el sector agrícola e industrial.
-       Normas de origen. Las partes contratantes establecen los principios generales para determinar la procedencia de los productos a beneficiarse con las disposiciones del mismo y el fundamento acumulativo para favorecer el encadenamiento productivo entre las partes.
-       Aspectos normativos. Comprende los temas de cláusulas de salvaguardia y solución de controversias.
-       Normas técnicas y fitozoosanitarias. Se aprobó el convenio en materia salud animal y sanidad vegetal.

En relación con los temas del transporte, promoción comercial, compras del sector público, facilitación aduanera e inversiones, se convino avanzar mediante un intercambio de información y análisis.


Conectividad Andina y países insulares

Colombia y los trece países miembros de la Comunidad del Caribe llegaron a un acuerdo comercial y de cooperación económica y técnica en julio de 1994. El Pacto es el cumplimiento de un programa de integración concreto con la Cuenca del Caribe, México, Venezuela y las Naciones centroamericanas, que involucra aspectos socioeconómicos y políticos.

La importancia para Colombia de este convenio es significativo por cuanto Bahamas, Barbados, Guyana, Jamaica, Trinidad y Tobago (consideradas las economías más desarrolladas), Antigua y Barbuda, Belice, Dominica, Granada, Montserrat, Santa Lucía, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas, suman seis millones de habitantes, tienen un producto interno bruto de 13 millones de dólares e ingreso per cápita de 2.286 dólares.


Establecimiento del CARICOM

En junio de 1965 tres Naciones del Caribe (Antigua, Barbados y Guyana) suscribieron el tratado de Dickenson Bay, por medio del cual se estableció la Asociación de Libre Comercio del Caribe (CARIFTA, sigla correspondiente a su título en inglés “Caribbean Free Trade Association”). En 1968 se firmó un segundo compromiso en St. John’s, con el cual CARIFTA se amplió para incluir a ocho nuevos miembros: Trinidad y Tobago, Dominica, Granada, San Cristóbal-Nieves-Anguila, Santa Lucía, San Vicente, Jamaica y Montserrat. Posteriormente, en 1971 Belice se unió al Tratado. Previamente, en 1968 cuatro pequeños territorios de la región del Caribe Oriental (Dominica, Granada, Montserrat y Santa Lucía), habían constituido el Mercado Común del Caribe Oriental (MCCO o ECCM, correspondiente a su nombre en inglés, East Caribbean Common Market), mecanismo  donde se incorporaron San Vicente en 1979, San Cristóbal-Nieves en 1980  y Antigua en 1981. Evidentemente, la estructura y organización de los múltiples acuerdos logrados por las distintas naciones del Caribe es compleja. Por ello es importante señalar que solamente los cuatro países de mayor desarrollo relativo de la CARICOM (Barbados, Guyana, Jamaica y Trinidad y Tobago), están sujetos al Arancel Externo Común de la Comunidad, hecho que impulsó la creación del MCCO y agregó los demás países de menor progreso.

En 1973, los 12 países de CARIFTA firmaron el Tratado de Chaguaramas, que reemplazó la antigua organización, por la Comunidad del Caribe y el Mercado Común del Caribe (CARICOM), colectivo orientado a un esfuerzo más amplio que comprende la integración económica a través de un mercado común regional, la cooperación funcional en educación, cultura, salud, transporte, relaciones laborales y coordinación de políticas exteriores.


Libre comercio con el Caribe

La alianza colombo-caribeña, se constituye en un paso fundamental en los procesos de integración entre América Latina y los países insulares. Con ella se acrecientan los flujos comerciales y los negocios. Para el CARICOM representa romper con la costumbre de realizar transacciones tan sólo con las grandes metrópolis ancestrales, originadas en los convenios de Lome y Commonwealth.

El comercio de Colombia con los países del CARICOM ha sido pequeño. El mayor elemento de exportación es el petróleo y el de importación es la gasolina refinada en Trinidad y Tobago. Existen otros productos exportables a pesar de tener aranceles, en el caso de las cerámicas, cemento, yeso y algunas manufacturas de cuero.

Los empresarios colombianos logran un mercado importante y se benefician de la posibilidad de tener otro tipo de relaciones en el campo de las inversiones. Su presencia en el contexto internacional se convierte en realidad.

Los países miembros de la Mancomunidad de Naciones pertenecen a los cinco continentes, en total 53 países, distribuidos de la manera siguiente:

·         3 en Europa,
·         13 en América,
·         11 en Oceanía,
·         8 en Asia 
·         18 en África.

Dieciséis de los Estados miembros son reinos de la Commonwealth, regentados por la la reina Isabel II del Reino Unido, en su condición de Jefe de Estado; otros cinco países son monarquías con sus propios monarcas independientes (Brunei , Lesoto , Malasia, Swazilandia y Tonga ) y el resto son repúblicas .


Miembros Commonwealth

No.
País
Año de Ingreso
Superficie
(km²)
Capital
1
1981
442
2
1931
7.692.030
3
1973
13.939
4
1972
147.570
5
1966
430
6
1981
22.965
7
1966
581.730
8
1984
5.765
9
1995
475.442
10
1931
9.984.670
11
1961
9.251
12
1978
751
13
Bandera de Fiyi Fiyi
1970 (Suspendido desde 2006)
18.376
14
1957
238.537
16
1966
214.969
17
1947
3.166.414
18
1962
10.991
19
1963
580.367
20
1979
811
21
1966
30.355
22
1964
118.484
23
1957
329.847
24
1982
298
25
1964
316
26
1968
2.040
27
1995
799.380
28
1990
824.292
29
1968
21
30
1960
923.768
31
1931
270.534
32
1947
796.095
33
1975
462.840
34
1931
242.910
35
2009
26.338
36
1978
27.556
37
1970
2.831
38
1983
269
39
1979
389
40
1979
616
41
1976
455
42
1961
71.740
43
1965
660
44
1948
65.525
45
1968
17.363
46
1931
1.219.090
47
1964
945.087
48
1970
748
49
1962
5.128
50
1978
26
51
1962
241.139
52
1980
12.190
53
1964
752.614




Capítulo 8




CRECIMIENTO ANDINO EN LA AMAZONIA


Factores vitales

Esta tendencia se define por varios elementos entre los que cabe destacar lo geográfico, político e histórico. Vocación confirmada por la proyección futurista que emerge de los intereses espaciales de la subregión en el Siglo XXI.


Referentes geográficos

Dentro del factor geográfico cabe mencionar los elementos siguientes:

-          Los ríos andinos alimentan significativamente el flujo hídrico del Amazonas.
-          El porcentaje de territorio soberano de los países bolivarianos dentro de la cuenca amazónica es dominante y representativo.
-          Amazonia y Orinoquia están integradas a través de un canal natural situado en Venezuela, unido a su vez con el río Guaina en zona limítrofe con Colombia.


Ríos andinos tributarios del Amazonas

Si observamos desde la zona de límite común de Paraguay, Bolivia y Brasil, hasta el sitio de confín de Venezuela, Guyana y Brasil, encontramos que el inmenso arco de la frontera occidental de Brasil con el Pacto Andino está cruzado por un sinnúmero de ríos que tienen su origen en el Macizo de los Andes de la subregión y que van inequívocamente a alimentar el caudal del Amazonas.

Es decir, las aguas son originarias de los Andes, pero el río Amazonas y buena parte de la cuenca amazónica, formada por el caudal de muchos ríos y los avatares de la historia, es brasilera. De Bolivia surgen los ríos Mamor, Beni y Guapore, que alimentan el río Madeira, gran tributario del Amazonas; del Perú fluyen el Purús, Jurúa, Javari, Ucayali y Huallaga, aparte del propio Amazonas que nace en la serranía peruana con el nombre de río Marañón; de Colombia, el Vaupés que alimenta el río Negro, así como los ríos Caquetá y Putumayo que tributan al Amazonas: y del Ecuador brotan el Napo, el Tigre, el Pastaza y el Morona.


Representatividad bolivariana en la hoya amazónica

La hoya amazónica no es en su totalidad brasilera, porque una parte significativa de la cuenca figura en el territorio soberano de los países bolivarianos, como es el caso de Bolivia con sus regiones de los Llanos de Chiquitos, Guaraya, Mojos, Beni y Madre de Dios. En el Perú con los valles del río Ucayali y la región de Loreto. En Colombia los espacios de los ríos Guaviare, Apaporis, Caquetá y Putumayo. Y en Venezuela con el Cerro Marahuaca, donde se aprecia una evidente participación amazónica, ya que en dicha área se encuentra el esencial brazo del Casiquiare.


Casiquiare: unión Amazonia-Orinoquia

El brazo del Casiquiare en Venezuela, une el río Orinoco con el río Negro en su punto limítrofe con territorio colombiano. Según cronistas de la Colonia, este brazo fue utilizado por autoridades españolas de la época y viajeros, para transitar entre la Orinoquia y las áreas occidentales de la actual Amazonia. Contemporáneamente una expedición venezolana usó el Casiquiare para demostrar la existencia y viabilidad de la interconexión Amazonia-Orinoquia.


Elementos históricos

A través de los anales históricos, son muchos los hechos que respaldan el interés de los países bolivarianos en la interconexión Amazonia-Orinoquia.

-          La mayoría de la hoya amazónica fue desde un comienzo – Tratado de Tordecillas en 1494-, territorio de la Corona española, área que perdió sus límites a raíz de la momentánea unión de Portugal  y España – 1580 – 1640 y por los posteriores tratados de Madrid  1750, Pardo 1761 e lldefonso 1777. Consecutivamente en la vida republicana, durante los siglos XIX y XX, a causa de los problemas internos de las nuevas repúblicas, extensas porciones de la Amazonía, constitutivas de las hoyas de los ríos que nacen en los Andes, se perdieron ante la ordenada y persistente diplomacia brasilera.
-          Las comunidades hispanas, en la actualidad andinas, estuvieron presentes desde temprano en nuestra historia en la cuenca amazónica –Siglo XVI-. Ejemplo de lo anterior es el primer descenso de los Andes al Amazonas, desde Quito vía río Napo, ejecutado por Francisco de Orellana en 1541. Precisamente en las refriegas con los Tapuyán, Orellana observó a indias peleando al estilo de las amazonas míticas. De allí el nombre del río de las Amazonas.


Proceso de expansión lusitana

Para nadie es secreto que España y Portugal disputaron la primacía de los descubrimientos geográficos; y luego confrontaron en tiempos de conquista y colonización, en una pugnacidad trasladada al territorio de América para evitar una guerra en Europa. El 7 de junio de 1494 a instancias del Papado, los embajadores Fernando e Isabel, reyes católicos de España, y el Monarca Juan II de Portugal, se entrevistaron en Tordesillas a orillas del Río Duero en la franja de cereales del noroeste de España y  sutilmente acordaron  dividir el planeta Tierra en partes iguales, para España y Portugal.

El Tratado de Tordesillas autorizaba a los españoles a reclamar para sí cualesquiera tierras no cristianas que estuvieran al oeste de una línea de polo a polo que pasara a 370 leguas al occidente de las Islas de Cabo Verde. Los portugueses gozaban del mismo privilegio pero hacia el oriente.

El extremo este de Brasil apenas cruzado por la línea imaginaria, dio oportunidad a Portugal para ubicar una controvertida cabecera de playa en la América del Sur. El mandato de la firma del Tratado aún se siente en la vida de millones de personas que desde Argentina a Angola y Macao, se vieron asignados a dos distintas esferas socioculturales –hispana y lusitana-, que perduran hasta hoy. En el caso lusitano, Brasil, con su ancestro expansionista, busca su salida al Pacífico, siendo catalizador de guerras fratricidas entre hermanos como lo sucedido con Ecuador y Perú.


Distribución de avaricias

La línea imaginaria -trazada por el Tratado de Tordesillas-, que en principio debía unir Laguna, en el Estado de Santa Catarina, la frontera del infierno de abismos insondables poblada por monstruos apocalípticos para los antiguos, pero que los modernos a finales del Siglo XV empezaban a ver como puerta tendida al futuro.
































De acuerdo con esa partición, Portugal tenía derecho a 2 millones 800 mil kilómetros cuadrados de territorio suramericano. El resto de lo que hoy constituye la superficie de Brasil fue logrado por la corona portuguesa al cabo de una larga serie de negociaciones, amenazas y todo tipo de trampas.

Al margen de esas operaciones, que terminarían de dar su actual fisonomía al Brasil, el Tratado de Tordesillas tuvo más de un siglo y medio de vigencia. Dentro de lo fraudulento y atrevido el avance brasilero desmembró los territorios de Bolivia y Paraguay y aún mira hacia el océano del futuro: el Pacífico.

Una delimitación territorial que se mantuvo hasta el año 1580, fecha en que la Península Ibérica fue integrada por la fusión de los dos reinos. Infortunadamente durante el tiempo de la unión no se controló la frontera en el nuevo mundo, se creó la visión de un espacio abierto al movimiento de portugueses y españoles; y al separarse los dos reinos, España no disponía de una política de redefinición territorial concreta, por lo cual se abrió paso a la ocupación de hecho de paulistas o bandeirantes brasileros hacia la desguarnecida área amazónica, otrora región de influencia hispánica.

Los bandeirantes en la búsqueda de oro, tierras e indios esclavos, penetraron sin oposición a través de las redes hídricas amazónicas y empujaron la frontera brasilera, lo que no fue percibido en toda su gravedad por los gobernantes andinos de la época, entre otras razones por las guerras civiles y problemas que azotaron a América Latina durante los Siglos XIX y XX, y la ignorancia geográfica acerca de los territorios, que poco a poco se perdieron.

Bolivia por ejemplo, fue mutilada de zonas importantes como El Acre; y en el caso colombiano es clásica nuestra perdida territorial de extensiones de los ríos Putumayo, Caquetá y Vaupés.


































Presencia hispana en los inicios de la historia

La corona Española sin embargo, fue consciente de la necesidad de avanzar hacia las tierras más allá de los Andes y utilizó las comunidades religiosas con expediciones de misioneros con alma de colonizadores. Es conocida la labor de los jesuitas, quienes llevaron catequesis y obra civilizadora, así como la presencia de la autoridad española en defensa de su territorio en áreas profundas de la selva. En este contexto se enmarca la aventura de Orellana que partió de Quito.


Elementos políticos

La vocación amazónica de los Andes está caracterizada por los puntos siguientes:

-          Falta de integración y desarrollo de sus áreas y la ausencia de obras para consolidar la unidad geopolítica en la región actualmente dividida en condominios territoriales vecinos.
-          Necesidad de conformar la viabilidad hídrica de sus territorios con el río Amazonas, a fin de integrar sus economías y afianzar los viejos vectores de comercio del Atlántico y las cambiantes situaciones de África Occidental, incentivando así la factibilidad de la promocionada alianza del Atlántico Sur, consolidando de paso las relaciones con el mundo árabe a través del Reino de Marruecos.
-          Obligación de modificar el sentido centrípeto del desarrollo amazónico- brasilero hacia un concepto bifocal, teniendo como eje común al Amazonas.


Conceptos perfilados

Desarrollo integrado. El territorio amazónico de los países bolivarianos pertenece a la misma entidad geográfica, por tanto su desarrollo obedece a un criterio regional unitario y no a la particularidad político-administrativa.
De allí la importancia de la carretera marginal de la selva o los canales interiores para la comunicación directa entre las hoyas de los ríos amazónico-andino que abrirían paso a una colonización controlada, dentro de la tipológica colonización de ribera.

Conectividad fronteriza. Las áreas limítrofes de la amazonia andina, deberían extenderse en su prospectación a toda la región, a fin de producir no solo la unión física-económica de nuestros territorios, sino la disminución de costos; composición y ensamble de las obras que desarrollarían una economía de escala.

Vector amazónico-andino-atlántico. Los vectores de movilización y utilización de las vías hídricas amazónica-andinas se dirigen y confluyen en el gran rio. En consecuencia, dichos vectores deben continuar a través del rio y finalizar en el punto de desembocadura natural en el Océano Atlántico. Esta constante indica que la geografía ha determinado que el territorio de los Andes utilice el Amazonas como ruta para conectarse con la fenomenología económica, emergente en el Atlántico, océano históricamente eje del acontecer económico mundial; y es a partir de las bocas del Amazonas donde surgen flujos naturales de conexión e intercambio con el Atlántico Norte, Mediterráneo, costa occidental africana y la vía oceánica del Cabo de Hornos, considerada de vital importancia geoestratégica. En la parte sur del Atlántico aparecen por separado de las costas del Uruguay y Argentina (con la desembocadura del Río de La Plata), las cadenas insulares subantárticas – mencionadas anteriormente-, base y puerta de entrada hacia el dominio del continente antártico.

Las vicisitudes político-históricas contemporáneas presionan hacia la necesidad de formar una alianza del Atlántico Sur, con el fin de defender la mencionada área geopolítica vital de la intromisión y manejo de intereses hostiles en nuestro Continente. Al afianzarse la presencia de Colombia, Perú, Ecuador, Venezuela y Bolivia en el Atlántico, por intermedio del Amazonas, su voz tendrá que ser escuchada en el concierto internacional.


Juicio trifocal Andino-Amazónico-Atlántico

Cuando los países bolivarianos realizaron un esfuerzo para superar el aislamiento de la economía mundial al adoptar en la década 1990-2000, esquemas de liberación comercial y reformas económicas, la competencia de elementos extranjeros en el mercado interno fue más intensa y la productividad se transformó en variante estratégica como vía de sostenimiento del Pacto Andino y factor de éxito en el mundo.

Bogotá, Caracas, Quito, Lima y La Paz, tienen el desafío de convertirse en los centros de la internacionalización, superando sus falencias en lo social, económico, político y estructural. 

Es el caso de Bogotá, la ciudad más industrializada de Colombia, aislada en un alto porcentaje del comercio mundial por causa de su precaria y distante conexión con los puertos. El 60% del valor de sus exportaciones –que sale por vía aérea-, lo hace por un aeropuerto que es insuficiente para atender la demanda del Siglo XXI.

Por ello, se explora la alternativa de un operador logístico aéreo en Flandes, Departamento del Tolima, territorio que es un enlace natural, puesto que allí se conectan los andes, con el Caribe-Atlántico, Pacífico y Orinoquia-Amazonia, lo cual optimizaría la comunicación con el mundo.

Esta iniciativa requerirá la construcción de una moderna vía entre Bogotá- Melgar-Girardot y Flandes, que reduzca de manera considerable los 122 kilómetros que los separan. Con ella se solucionaría el problema del transporte aéreo desde Bogotá; abriría el inmenso potencial del sector primario de la economía de dicha zona, crearía un polo de atracción y crecimiento que impediría que Bogotá se convierta en una metrópoli de complicaciones inmanejables; de paso el Tolima seria el epicentro del desarrollo de la integración de cuatro vocaciones geoestratégicas vitales para el porvenir.

En igual sentido se debe desarrollar e implementar la ruta Bogotá-Facatativá, Alban, San Juan de Rioseco, Cambao, Armero y Mariquita, esta última con aeropuerto, que cumpliría con las mismas características y aplicaciones de Flandes.      


Concepto bifocal Andino - Brasil

No es secreto el espíritu expansionista que anima al Brasil, ni a política de consolidación brasilera en la Amazonia, lo cual ha traído como resultado un estrategia de desarrollo en la zona, que obedece a una concepción geopolítica, geocentrista y egocentrista, con un punto focal: Brasilia.

Los intereses de los países bolivarianos demandan que esta visión sea cambiada y en consecuencia:

-          Promover la concepción que el desarrollo de la Amazonia se fundamenta en dos polos y un eje. Los polos son los Andes con sus centros de producción y Brasil con los suyos. El eje común, río Amazonas.
-          Así como Brasil aspira a lograr su salida al Pacífico cruzando los Andes, también las comunidades bolivarianas pueden conectarse con el Atlántico atravesando el Amazonas.


Tratado de Cooperación amazónica

Para auscultar el Amazonas, es preciso analizar el Tratado de Cooperación Amazónica y el Grupo Andino. A finales de 1989 se buscó afanosamente, por la presión internacional, que se dilucidara el alcance del Acuerdo Amazónico firmado por Brasil, Colombia, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Perú, Surinam y Guyana, el 3 de julio de 1978.
Se estableció para trabajar en forma conjunta por la protección de la mayor reserva mundial de bosques naturales del orbe. Así,  el Pacto Amazónico despertó de sus 10 años de profundo sueño y adoptó funciones precisas: Brasil financiará estudios de inventario sobre flora y fauna; Venezuela realizará análisis referente a la biodiversidad de la zona y su dinámica poblacional; Perú estará encargado de los recursos hidrobiológicos; Bolivia armonizará las legislaciones nacionales en torno del área y Colombia, de la gestión de las regiones ecológicas protegidas.

En Colombia durante un seminario se planteó el tema “Futuro de la Amazonia… a 10 años del nuevo milenio” y otro con el título del “Mundo Andino al Bosque Húmedo”. Se abordó el complejo problema de la colonización campesina y se concluyó con el lamentable espectáculo de la desincronización en el país para articular el trabajo de los diferentes sectores académicos, dedicados al estudio de esta problemática con el sector gubernamental y las comunidades regionales. Se analizó el espacio andino y su campesinado, actores centrales del desarrollo latinoamericano y cómo el proceso de colonización de la Amazonia se realiza de manera indiscriminada, destruyendo bosques para sustituirlos por parcelas que no logran un rendimiento aceptable después de la primera cosecha y terminan abandonadas o en pastizales – rastrojos, para venta a la inversión latifundista.

La colonización amazónica no resuelve por si los problemas del campo colombiano, ni disminuye en el mediano plazo, la tendencia a la concentración poblacional en las ciudades. Los costos sociales son llevados por colonos y nativos indígenas, ancestrales pobladores que ven devastadas sus tierras. La colonización está fundamentada en la coca, arroz, palma africana y oro, lo que en tiempo pasado fue la quina y el caucho; simultáneamente se explota la ganadería y el petróleo, paralelo al tráfico de maderas y pieles. El gobierno colombiano carece de cifras definitivas sobre la destrucción de bosques, pero los datos parciales arrojan más de un millón de hectáreas anuales.

La particularidad de la Amazonia colombiana es poseer buena parte de las especies del planeta. Entre tanto, las naciones industrializadas que exterminaron sus bosques en pro de su tecno-economía consignan datos sobre la importancia del ecosistema amazónico y persiguen con ansiedad sus recursos de petróleo o flora. Varias ciencias intervienen en el estudio del amazonas: ecología, genética, biología molecular, bioquímica y todas ellas tendrían un inmejorable campo de acción en el banco genético más importante de la Tierra, por la profusión de toda suerte de productos que la industria y el comercio de las grandes potencias buscan afanosamente.

El Tratado de Cooperación Amazónica se presenta como un esfuerzo autónomo de los Estados que lo constituyen; y a nivel oficial, respuesta a las pretensiones internacionales de entrometerse en lo que nos es propio: la autodeterminación y soberanía territorial en la región y la cuenca del Amazonas, Pacto que en esencia se aleja del modelo de desarrollo impuesto: Internacionalización de la economía.

¿Y cuál fue la chispa que suscitó la importancia amazónica a nivel universal? Simplemente el temor mundial en torno a la destrucción del bosque tropical amazónico, con graves consecuencias para el ecosistema del planeta, lo cual provocó diversos pronunciamientos en los países industrializados para proteger la única riqueza natural de la tierra. Este problema ha sido calificado, “una de las más grandes tragedias de la historia” y la revista Time incluyó en su edición del 18 de septiembre de 1989, un artículo bajo el título “Torching the Amazon”.
El Tratado lo suscribieron los países andinos junto a Brasil, Surinam y Guyana, con la convicción que la deuda externa es la que obstruye no sólo el porvenir de la Amazonia sino la integración de América Latina, con una precisión geográfica: La región amazónica es ligeramente mayor que la cuenca del río Amazonas, con una superficie total de 7’186.750 kilómetros cuadrados de los cuales 6.3 millones son área forestal.
La selva amazónica representa el 56% del total mundial de bosques latifoliados; aproximadamente el 3% del área, equivalente a 22 millones de hectáreas, declarada zona protegida, a la cual deben sumarse las reservas nativas o indígenas.
La deforestación hasta 1985, con la tesis económica demo-liberal manchesteriana del “dejar hacer”, fielmente practicada por gobiernos neoliberales y dictaduras militares- era estimada en 79.6 millones de hectáreas (12,6% del área forestal). Durante la década de los años 80 se perdieron en la región unos 5.7 millones de hectáreas anuales. De los territorios deforestados, sobre todo por los flujos de colonización descontrolada, el 1.5 por ciento sufrió la desertización de los suelos, principalmente el pie de monte y las sabanas, caracterizadas por las llanuras secas y la vegetación baja. Culpables: Economía subterránea, ganadería, siembras extensivas de arroz y palma africana.

La minería legal o no, la explotación petrolera ávida de ganancias en aras del progreso y la civilización de la aldea global, serán responsables directos de la emergencia que vivirá Colombia en el siglo XXI.

El uso del agua, la manipulación de las fuentes hídricas que nacen en el pie de monte llanero, llevarán al desastre gigantesco, asunto que parece no interesar ni a los gobiernos, menos a las transnacionales extractoras de oro y petróleo en importantes regiones, con la protección oficial.

Se cuestiona en la academia la extracción de minerales preciosos, necesarios a la industria y la tecnología de punta. En el siglo XXI se hablará del agotamiento de las fuentes de agua. Colombia colocada en los primeros cinco lugares en recursos acuíferos en el mundo, descenderá rápidamente y no habrá tiempo de llorar. La mano del hombre destruirá el ecosistema y la biodiversidad como lo afirmara el gran jefe indio Seathl en carta enviada al presidente de EE.UU. Franklin K. Pierce. Triste futuro aguarda a las generaciones colombianas en la génesis del tercer milenio.

Mientras, expertos oficiales culpan al “cambio climático” por el grave acontecimiento, la minería y la exploración – explotación petrolera, seguirán su marcha destructora.

Casanare y Arauca serán escenarios de la riqueza petrolera con sus pozos. Entonces no tendrá explicación sobre el desastre ambiental que padecerán extensas regiones afectadas por sequías apocalípticas que harán historia en Colombia. ¿Quiénes serán los responsables de lo que ocurra aquí?

En julio de 1993, la deforestación amenazaba el futuro de la economía de Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela, según un estudio del Instituto de Ciencias Agrícolas (IICA)

El director general del IICA, Martín Piñeiro proclamó que en el período comprendido entre 1988 a 1993, fueron deforestados 250 mil kilómetros cuadrados en la zona de influencia del Amazonas. Ese territorio, en vías de destrucción por la agricultura, equivale a un tercio de Colombia, Perú o Bolivia, más de la mitad de Paraguay y superior a Surinam y Guyana.

Las ocho naciones de mayor influencia del Amazonas se comprometieron a llevar a la práctica un plan de desarrollo sostenible. En este sentido, con el apoyo del IICA, crearon el Programa Cooperativo de Investigación y Transferencia Tecnológica para los Trópicos Suramericanos (Procitrópicos)

Todo el territorio de los bosques tropicales, sabanas y Pié de monte puede ser salvado”, diagnosticó el director general del IICA al referirse a la capacidad de las ocho naciones de aprovechar los recursos de la tecnología, los avances de la biología, las telecomunicaciones, la física y la informática para fomentar métodos de uso productivo de la tierra y la preservación de la naturaleza y sus especies. Existen conocimientos para conjugar el desarrollo económico en función de agricultura y agroindustria con la defensa de lo nativo. De la preservación de la zona, calculada en mil millones de hectáreas, depende el futuro de la economía de las ocho naciones, pues la pérdida de suelos o la desertificación supondrían un grave riesgo para su supervivencia. El 33 por ciento del territorio boliviano pertenece a la región, lo mismo el 84.5 del brasileño, el 56 por ciento del colombiano, el 38.2 del ecuatoriano, el 91.3 del guyanés, el 58 del peruano, el 78 del surinamés y el 70 del venezolano.

Estadísticas del Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas indican que 80 millones de hectáreas, sector tan grande como Bolivia o Colombia, se perdieron para la agricultura o están en proceso de desperdiciarse.

La gravedad de la pérdida de tierras cultivables en los ocho Estados aumenta en la medida que crece su población; en el 2000 se estimó en 280 millones de habitantes. 

A la descontrolada colonización y uso indiscriminado de los suelos deforestados se suman desaprovechamiento de variedades de productos carbohidratados que ofrece la región, preferencia de la industrialización en lugar de la agricultura y la política de proteccionismo de las naciones industriales, en especial de la Comunidad Europea.

Otro grave rompecabezas derivado de la destrucción de las selvas suramericanas es el riesgo en los próximos 40 años, de la desaparición entre 100.000 y 350.000 especies vegetales. La pérdida de la protección natural de bosques se traduce en problemas concretos, como la amenaza de la palma africana aceitera, pestes y enfermedades de la fruta, el peligro para la producción de cacao, café (roya del cafeto) y el caucho.

No podemos sino reseñar lo que el Tratado mismo informa: “La colonización espontánea o mal planificada, con el fin de producir cultivos de ciclo corto y desarrollar ganadería extensiva, está conduciendo al acelerado deterioro de algunas áreas de la región, especialmente La Ceja de la Selva de Perú; Rondonia y Acre en Brasil, el nordeste ecuatoriano y el Ariari, Caquetá, Casanare y Putumayo en Colombia”.


Esencia ambiental

 Sin dramatizar, la Hylea amazónica, con su enorme superficie y complejidad, es la más importante reserva biológica del mundo, hecho que obliga a insistir en su desarrollo definitivo, a realizarse con modelos ajustados a su ecosistema, de acuerdo con un sólido conocimiento de su oferta de productos y disponibilidad de tecnologías, con el fin de impedir procesos de degradación irreversibles y pérdida de productividad, con enormes costos sociales, ecológicos y económicos. Por eso antes de cualquier esfuerzo, obliga conocer la Hylea amazónica científicamente para no ceder a improvisaciones, publicismos o anuncios oficiales de ocasión.

El Tratado se congeló un decenio para sustentar su no violación, nadie lo ejecutaba, pero la presión internacional demandó su aplicación por aquello de ratificar la importancia de la conservación genética y biótica, mantenimiento de los ecosistemas y su biodiversidad, uso racional y sostenible de los recursos naturales, promoción y desarrollo de la organización socioeconómica de las poblaciones amazónicas, respetando su identidad cultural, todo de acuerdo con las políticas establecidas por cada país.

Por lo anterior, se creó la Comisión Especial del Medio Ambiente destinada a obtener un inventario de los recursos naturales y el análisis de la estructura, función y dinámica de los ecosistemas y así asegurar el desarrollo sostenido de la Cuenca Amazónica, en consonancia con disposiciones derivadas de la Tercera Reunión de Ministros de Relaciones Exteriores, que retoma la Declaración de Belén (Brasil, 1980).

Presión demográfica, uso irracional y no planificado de los suelos fueron la constante histórica de gobiernos demo-liberales y dictatoriales en la región amazónica. Degradación del suelo y la vegetación, pérdida sustancial de la fertilidad, menor productividad, disminución por área de la oferta de alimentos y materias primas, emigración continua dentro del área hacia los centros urbanos y concentración (latifundios, semifeudos) de tierras, son las iníciales de otra hecatombe mundial prevista para el futuro de las nuevas generaciones de conciudadanos amazónicos, de no existir conciencia colectiva sobre la riqueza ambiental de la región.

Sin embargo, el Pacto se configuró por la tradición que sostenía que la planicie amazónica constituía una gigantesca opción para el desarrollo agropecuario, mediante la transformación de la cobertura forestal en dehesas y cultivos, siguiendo para ello técnicas utilizadas con éxito en otras regiones.


Discursos biodiversos
Los presidentes José Sarney del Brasil y Virgilio Barco Vargas de Colombia revivieron el Tratado y sentaron una posición, que no obstante sus grandes lagunas en otras áreas, justificaron sus mandatos.
En su discurso en Manaos, el presidente Sarney señalaba:
La Amazonia constituye un objeto de fascinación universal. Su misterio, grandeza y dimensiones míticas han exaltado imaginaciones en todo el mundo; y además codicia”.
Desde el inicio de la conformación política de América del Sur, la Amazonia ha sido el blanco de la ambición mundial. La tesis de su internacionalización no es novedosa, ni va a desaparecer (ojalá el modelo de desarrollo no lo contradiga). Ella surge y resurge, y adquiere mayores o menores contornos según nuestra capacidad de reaccionar. Si vacilamos o no tenemos la determinación de mantenerla conservada y soberana; ella será destruida como lo han sido todas las tierras ocupadas por la acción imperial.
Otro de los documentos expuestos de principios del siglo XX, fue promulgado por el Secretario de Estado norteamericano John Hay, quien decía: “no veo peligro para la soberanía de las naciones americanas, en el hecho de que compañías industriales se instalen para el desarrollo de las tierras que yacen incultas”. Más adelante trae la advertencia: “Documento que ha partido de un poderoso grupo con extensas ramificaciones internacionales, afirma que la Amazonia total, cuya mayor área queda en Brasil y abarcando también territorios venezolano, colombiano y peruano, es considerada por nosotros como un Patrimonio de la Humanidad. La posesión de esa inmensa área por los países citados es meramente circunstancial”. Y prosigue: “es nuestro deber garantizar la preservación de la Amazonia y de sus habitantes aborígenes, para su disfrute por las grandes civilizaciones europeas cuyas áreas naturales están reducidas a un límite crítico”.¡Cinismo imperial!.
En la misma reunión de Manaos, el Presidente Virgilio Barco Vargas expresó su perspectiva para la condonación de la deuda externa de los países amazónicos: “Los países industrializados tienen una deuda ecológica con la Humanidad que pretenden evadir imponiendo restricciones al desarrollo social y los recursos naturales que están ubicados en las naciones del Tercer Mundo. En menos de dos siglos, el modelo agresivo y devastador de explotación de los recursos naturales en las naciones industrializadas, no sólo arrasó con la fauna y los bosques de Europa y Norteamérica, sino que prácticamente llevó a la extinción a la población indígena y las razas autóctonas”
Y continúa: “En aras de la ganancia y el crecimiento, estos países (industriales) destruyeron el grueso de sus recursos naturales renovables, sin reparar para nada en las inmensas consecuencias y costos que traería para toda la Humanidad su falta de conciencia ecológica. Es cierto que ellos construyeron un alto nivel de vida para sus sociedades, pero a costa del deterioro del medio ambiente para todas las demás gentes del mundo.  La destrucción de la capa de ozono, la contaminación de los mares, la lluvia ácida, las modificaciones climáticas, las pruebas y los desastres nucleares, son sólo los más evidentes efectos de un desarrollo sin control en las naciones industrializadas. Ellas están en deuda con nosotros, con toda la Humanidad. No pueden aspirar a que nosotros paguemos esa deuda inmensa e incuantificada, sacrificando las posibilidades de progreso de nuestros pueblos”.
Para apuntar tan solo un aspecto de la interesante exposición del presidente Barco en 1989, preguntémonos como caería a los promotores de la internacionalización y desnacionalización del Estado estas palabras:
Existen experiencias alentadoras en Colombia y en otros países que nos permiten pensar que la conjugación entre ecología y desarrollo es evidentemente posible. Alcanzar este objetivo requiere de una activa y vigilante intervención del Estado en las decisiones tecnológicas, en el uso del suelo y en la utilización de los recursos naturales renovables y no renovables, de manera que garantice el desarrollo del potencial productivo sin sacrificar la protección del medio ambiente
Ahora se pretende confiar en el libertinaje de la empresa extranjera para que defienda nuestros derechos porque la industria nacional tendrá que mixturarse o desaparecer.  Feliz capitalismo popular ¿O contra-popular?
El Tratado es urgente aplicarlo con los organismos establecidos en su resurrección, para beneficio de nuestros pueblos y con la conciencia de enfrentar lo acaecido en el decenio pasado: esto es, la tala de bosques que alcanzó una dimensión universal en los ochenta. América Latina y el Caribe, exclusivamente, perdieron anualmente -según la FAO-, 50 mil kilómetros cuadrados de sus selvas. Y el más grande pulmón de la Tierra, la Amazonia, tiene que soportar la ofensiva destructora de transnacionales, narcotraficantes, colonos, mineros y maquinaria oficial, tumbando selva y haciendo trocha para abrir carreteras.







         CONCLUSIONES         

PASADO ANDINO

·         Los primeros pasos del proceso integracionista se dieron con las ideas visionarias del Libertador, quien designó como ministro plenipotenciario de La Gran Colombia a Don Joaquín Mosquera para que realizara contactos con Chile, Perú, Argentina y México.
·         En los protocolos del Congreso Anfictiónico de Panamá están impresos los principios del derecho de integración en América Latina, con la inclusión del arancel externo común, protección de industrias nacientes y aceptación de libre movilidad de personas.
·         En 1847, se suscribió en Perú con la participación de Bolivia, Chile, Ecuador y Nueva Granada, un tratado que definió los términos de la Conferencia de las Repúblicas Hispanoamericanas e incluyó el Tratado de Comercio y Navegación entre esos países.
·         Elemento central de este primer acercamiento, fue incumplir los acuerdos por las partes contratantes, en una demostración desdeñosa de la falta de decisión en el campo de la integración que primaría en el futuro.
·         Con el advenimiento del siglo XX, apareció la intención comunitaria de trabajar por los derechos humanos, el orden de la comunidad jurídica y la convivencia pacífica de las naciones. Resurgió la vocación unitaria de América que evolucionó con enormes tropiezos y grandes sacrificios en el Nuevo Milenio.
·         Con las conferencias panamericanas, apareció un tratado de derecho público, en el cual quedó consignado la máxima aspiración de los americanistas: el principio de no intervención en asuntos internos de terceros países; el reconocimiento de la personalidad del Estado, libre de condicionamientos o cortapisas. Fue el nacimiento jurídico de la coexistencia pacífica, el desarrollo integral y la evidencia del progreso de las naciones.
·         Con la creación de las Naciones Unidas y su preámbulo en la declaración de Moscú, 1943, se sentaron las bases para la formación de asociaciones subregionales y se manifestó en forma expresa el principio de cooperación mundial, el logro de la paz y seguridad internacional.
·          El establecimiento de las comisiones económicas regionales, entre ellas la CEPAL, dio fuerza al estudio e investigación de los problemas socioeconómicos de América Latina, que, con el impulso que le imprimió Raúl Prebisch, permitió fundir los cimientos para el desarrollo del movimiento de integración regional.


PRESENTE INTEGRACIONISTA

·         A partir de la Segunda Guerra Mundial, los países occidentales no desarrollados vieron en la integración regional la defensa contra la hegemonía de poder, estructurado en bloques opuestos, de esencia socialista y capitalista.
·         La fortaleza de las nuevas economías, Alemania y Japón, impuso la necesidad de concretar mercados ampliados en occidente, como la CEE, la conectividad entre Estados Unidos, México y Canadá y la exigencia de formar bloques en torno a los países de menor desarrollo al estilo Mercosur, Aladi, GRAN y MCCA.
·         El siglo XXI aparece como una centuria de desafío para los países del Grupo Andino; deben garantizar montos relevantes de producción, empleo, estabilidad e ingreso real.
·         Las repúblicas andinas no tienen camino diferente a la sorpresa del papel que cumplen la ONU y la OEA, organismos que con sus manifestaciones deterioran las organizaciones de tipo económico que abogan por los intereses de los pueblos subdesarrollados.
·         Debe alcanzarse la integración, resaltando los aspectos económicos, así como asuntos que cohesionen y supriman las diferencias que obstruyen la unión del Tercer Mundo o América Latina.
·         Los países bolivarianos continúan pactando bilateralmente con los países desarrollados a través de tratados de libre comercio y con ello entregan la riqueza minera y natural a las trasnacionales.
·         Cada vez se deterioran más los precios de los productos básicos de los países en desarrollo y aumenta el valor de los bienes de las naciones llamadas poderosas.
·         La integración regional debe encuadrarse en una perspectiva de largo plazo, que reconozca la necesidad de superar la condición periférica de Indoamérica en la economía mundial y promueva la industrialización como eje del proceso de desarrollo económico.
·         En los postulados de la política monetarista de América Latina el ajuste de variables macroeconómicas no existe interés alguno en la defensa autóctona de la riqueza nacional de los países, tildada de “cliché retardatario”. La integración es su enemigo natural porque destruye el principio insolidario del neoliberalismo a ultranza.
·         Para rodear el proceso de integración bolivariano en un marco jurídico valedero y respetuoso, se creó el Tribunal Andino de Justicia, que actúa en un campo de acción delimitado por el ordenamiento jurídico del Acuerdo de Cartagena, sus protocolos e instrumentos, las decisiones de la Comisión y las resoluciones de la Junta.
·         Con el Acta de Barahona, suscrito en Cartagena en diciembre 1991, se activó el Pacto de Cartagena, al existir voluntad política de alto nivel, consecuencia de la firma de los presidentes de Bolivia, Ecuador, Colombia, Perú y Venezuela, acuerdo para acelerar la integración subregional, base para encaminarse hacia una zona de libre comercio y  establecimiento de un arancel externo común.
·         Al incluirse en el Acuerdo de Barahona, además de los países andinos y Estados latinoamericanos, se reconoce la importancia de ampliar el bloque y hacer frente común en toda la región, para evitar el aplastamiento de sus economías.
·         Aprobado el AEC entre los cinco países de la Subregión se dieron pasos firmes, al constituirse por primera vez una zona aduanera en América Latina que los enrumba hacia un mercado común.


Futuro de la integración

La inclusión de Chile entre los países del Pacto Andino permitió extender su área de influencia hasta la Antártida, aplicando la teoría de la Defrontación, propiciada por la proyección geométrica de las porciones extremas de un área de dominio definido sobre otro espacio o territorio, factibles de expansión y ocupación. Por conectividad, Panamá debe ser puente con el Mercado Común Centroamericano y Paraguay de análoga manera con el Mercosur. Los dos países están hermanados con Colombia por antonomasia e historia. 
La proyección hacia este continente tiene especial relevancia para los países andinos, si se considera el factor de unión y acción política a nivel internacional, manejo y control de inmensos y variados recursos naturales, incremento en la capacidad de negociación de los Estados actuantes frente a las potencias dominantes en el Pacífico y participación conjunta en el proceso de internacionalización de la Antártida.
La misión del Pacto Andino en el siglo XXI, será reagruparse y ampliarse con Chile, Panamá y Paraguay, paso previo a un mercado común, que permitirá atenuar los roces presentados en diferentes negociaciones. El reto, trabajar en la búsqueda de nuevas formas de cooperación para el progreso socioeconómico; la asimilación e innovación de tecnología hacia la Subregión, la preservación de la biodiversidad y la conservación de sus recursos naturales.
El Grupo Andino posee inmenso potencial sobre el Caribe a través de Venezuela y Colombia, según los referentes a continuación:

·         Necesidad de los dos países de solidificar y preservar sus respectivas territorialidades marinas.

·         Conveniencia de integrar los intereses territoriales marinos de Colombia y Venezuela, para acrecentar su defensa y conservación frente a terceros.

·         Motivación de apoyar el reclamo de Venezuela sobre el Essequibo, a fin de asegurarle a nuestro socio las aéreas hidrográficas a que tiene derecho. Con ello, se asegura la unión a través del brazo del Casiquiare en Venezuela, de los ríos Orinoco y Negro, para dar paso al colosal macrosistema de la Cuenca del Amazonas.
·         Concientizar la existencia de un beneficio mayor y común entre los países andinos y en particular entre Venezuela y Colombia, se minimizan los conflictos existentes y se facilita el acceso a un punto de equilibrio en las pretensiones nacionales.
·         Superación de los conflictos existentes permitirá allanar el camino para unir más estrechamente los países. En el caso colombo-venezolano, se podría concretar en el centro de Colombia con Puerto Ordaz y Ciudad Bolívar en Venezuela, a través del ferrocarril y la utilización de los ríos Meta y Orinoco.
·         Posibilidad de construir en Colombia un canal interoceánico que una al Caribe con el Pacífico ante la obsolescencia que muestran los canales de Suez y Panamá y el macro-interés de Nicaragua de construir el suyo, producto de la manipulación económica por parte de los intereses de Rusia, China y Estados Unidos.